En la Luz de la Verdad

Mensaje del Grial de Abdrushin


1.LIBRO ◄ ► 2.LIBRO
Deutsch
English
Francais
Português
Русский
Український
Italiano
Magyar
Česky
Slovensky
Contenido


75. Ves la paja que hay en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que hay en tu propio ojo

Todo el mundo cree haber entendido cabalmente estas simples palabras, y sin embargo, son pocos los que se han dado cuenta de su verdadero significado. Es tendencioso e incorrecto interpretar dichas palabras como si lo que se quisiera decir con ellas es que uno debe aprender a ser indulgente con el prójimo. La indulgencia para con el prójimo viene enteramente por sí sola, como algo natural, cuando se vive la expresión que nos ocupa, pero ello solo en un segundo plano. Aquel que busca de esa manera en las palabras de Cristo no está buscando con la suficiente profundidad y demuestra así que está muy lejos de poder hacer que las palabras de Cristo cobren vida en su interior, o que está subestimando de antemano la sabiduría que encierran Sus frases. Por medio de las interpretaciones de muchos predicantes, las palabras en cuestión, a semejanza de todo lo demás, también han sido incorporadas en el canon de la blandenguería y la laxitud de ese amor que a la iglesia tanto le gusta presentar como amor cristiano.

Sin embargo, el hombre puede y debe usar esta frase del Hijo de Dios únicamente como rasero de sus propios defectos. Si mira a su alrededor y, al mismo tiempo, se observa a sí mismo con ojos bien abiertos, no tardará en darse cuenta de que justo esos defectos que más le molestan de sus semejantes están presentes en él mismo en gran medida y son motivo de gran enojo para otra gente.

Para que aprendáis a observar lo correcto, es mejor que al principio solo prestéis atención a vuestros semejantes. Difícilmente haya alguno que no tenga que criticar esto o aquello del prójimo y que no se exprese al respecto, ya sea abiertamente o a escondidas. Cuando esto pase, observad detenidamente a esa persona que repara en los defectos de otros o que hasta se indigna por ellos. No tendréis que esperar mucho para que, para vuestro asombro, descubráis que esos mismos defectos de los demás que el individuo en cuestión censuraba tan duramente están presentes en él en un grado mucho mayor.

Esta es una realidad que al principio os dejará atónitos, pero que siempre se manifiesta, sin excepción. Esto es algo que, sin temor a equivocaros, podéis tranquilamente tomar como fijo cuando juzguéis a los hombres en el futuro. Es un hecho que cuando una persona se enfada por este o aquel defecto de otra, esos defectos en particular están presentes en ella con una intensidad mucho mayor.

Acometed semejantes observaciones no más. Es algo que podéis hacer y con lo cual enseguida os daréis cuenta de la verdad, ya que vosotros mismos no estáis involucrados y, por ende, no trataréis de disimular nada de ninguna de las dos partes.

Tomad como ejemplo una persona que ha adquirido el mal hábito de andar casi siempre malhumorada, huraña y con cara de pocos amigos, o sea, el tipo de persona que uno prefiere evitar. Justo personas de ese tipo se arrogan el derecho de ser tratadas amigablemente y se ponen fuera de sí –las muchachas y mujeres llegan incluso a llorar– cuando por una vez reciben, con razón, tan solo una mirada de reproche. A un observador serio esto le resulta tan tragicómico que a uno se le olvida indignarse por ello.

Y así sucede en miles de casos diferentes. Os será fácil aprender lo que estas observaciones han de enseñaros. Pero cuando hayáis llegado a este punto, tened entonces el coraje de asumir que vosotros mismos no constituís una excepción, ya que en todos los demás habéis encontrado la prueba. Y de esa manera se os acabarán de abrir los ojos con respecto a vosotros mismos. Esto es sinónimo de un gran paso, puede que incluso el más grande de todos con miras a vuestro desarrollo. De esa manera, cortáis un nudo que hoy día retiene a toda la humanidad. Liberaos de él y después ayudad gozosamente a otros a hacer lo mismo.

Eso era lo que el Hijo de Dios quería decir con esas simples palabras. Esos son los valores educativos que Él ofreció con Sus sencillas frases. Los hombres, empero, no buscaron de verdad en ellas. Como siempre, quisieron verse a sí mismos por encima de lo dicho en esta frase y meramente aprender a ver a los demás con indulgencia. Ello halagaba su repulsiva vanidad. Toda la pobreza de su falso pensar sale a relucir por doquier en las interpretaciones hechas hasta ahora, como también lo hace el fariseísmo hipócrita y sin tapujos. Este se ha trasplantado a la cristiandad inalterado. Puesto que incluso los que se han hecho y se hacen llamar buscadores aceptan todo muy irreflexivamente, en su usual hábito de creer que con leer ya deben de haber entendido el significado, todo porque ellos mismos se hacen creer esto, según como mejor les parezca a ellos en ese momento. Eso no es buscar de verdad. Por eso es por lo que no pueden encontrar el verdadero tesoro. Y por eso es por lo que tampoco puede haber progreso alguno. La Palabra ha permanecido como algo muerto para esos que debían de hacerLa cobrar vida en su interior a fin de alcanzar los valores que lo transportan a uno a las alturas.

Y toda frase que el Hijo de Dios le dio a la humanidad contiene semejantes valores, los cuales no han sido encontrados porque la gente jamás ha buscado en dichas frases debidamente.

Mensaje del Grial de Abdrushin


Contenido

[Mensaje del Grial de Abdrushin]  [Resonancias del Mensaje del Grial] 

contacto