Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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34. ¡Está consumado!

¡Está consumado! La palabra de profundo contenido del Hijo de Dios fue acogida por la humanidad y presentada como conclusión de la obra de redención, como coronación de un sacrificio expiatorio, que Dios ha ofrecido en cambio a toda la culpa de los seres humanos terrenos.

Con estremecimiento de gratitud, los fieles cristianos dejan, por eso, actuar sobre ellos el eco de esas palabras, y la sensación del agradable estarse acogido se despliega ahí con un profundo suspiro.

Todavía, esa sensación no tiene, en eso, ningún fundamento legitimo, pero se origina solamente de una imaginación vacía. Más o menos oculta yace, en eso, en cada alma humana siempre una temerosa pregunta: ¡Cómo fue posible tamaño sacrificio de Dios! ¡La humanidad vale tanto para Él!

Y esa temerosa pregunta es justificada; ¡pues proviene de la intuición y debe ser una advertencia!

El espíritu se revuelta contra eso y quiere pronunciarse a través de la intuición. Por eso, la advertencia nunca permite aplacarse por palabras vacías, que yacen en la afirmación de que Dios es el amor y que el amor divino permanece incomprensible al ser humano.

Se pretende, con tales palabras, llenar lagunas donde hace falta un saber, y allá, donde es necesario que sea reprimido el saber, incluso el pensar, para que no lleve rápidamente a estremecer y a colapsar la construcción tan laboriosa y, sin embargo, tan deficiente de la interpretación de hasta agora de la Palabra de Dios.

Sin embargo, el tiempo para las frases vacías ha pasado. ¡El espíritu ahora tiene que despertar! Es obligado; pues no les resta otra elección, si no quiera ser destruido. ¡La Luz lo ordena, Dios lo quiere!

Quién se satisface con pretextos vacíos en cosas, que traen la salvación a los seres humanos, se presenta espiritualmente indolente ante las cuestiones más importantes de esta Creación, con eso, indiferente y perezoso ante las leyes de Dios que residen en esta Creación. ¡Por eso, él deberá ser condenado en el Juicio como un fruto podrido!

¡Está consumado! ¡Este fue el ultimo suspiro de Jesús, cuando él encerró su existencia terrena y con eso sus sufrimientos provocados por los seres humanos!

¡No para los seres humanos, como estos en su presunción irresponsable buscan iludirse, sino por los seres humanos! Fue la expresión de alivio por haber el sufrimiento llegado al fin, y con él la confirmación especial de la gravedad de aquello, que ya había sufrido.

Con eso, él no quiso acusar, porque él, como personificación del amor, jamás acusaría, sin embargo, las leyes de Dios actúan, pese a eso, de modo inabalable e inevitable por toda parte, por lo tanto, también aquí. Y precisamente aquí de modo doblemente grave; ¡pues ese gran sufrimiento sin odio recae, según la ley, diez veces más pesado por sobre los autores del sufrimiento!

¡El ser humano no debe olvidarse de que Dios también es la propia justicia en intangible perfección! ¡Quien dude de eso peca en contra Dios y blasfema en contra la perfección!

¡Dios es ley viva e inmutable de eternidad en eternidad!

¡Cómo puede ahí una criatura humana atreverse a dudar de eso por el deseo de que una expiación pueda ser acepta por Dios de alguien, que no introduzco tampoco, él mismo, la culpa en la Creación, que no es el propio causador!

¡Algo así ni siquiera terrenalmente es posible, tanto menos aún en el divino! ¡Quién entre vosotros, criaturas humanas, juzgaría probable que un juez terreno, totalmente consciente, sea capaz de mandar ejecutar, en el lugar de un asesino, una persona absolutamente inocente de la acción, y que deje, entonces, pasar sin castigo el verdadero asesino! ¡Nadie entre vosotros consideraría tal absurdo! ¡Con relación a Dios, sin embargo, permitís que las personas os cuenten tal cosa, sin oponeros a eso, aunque sea solamente interiormente!

¡Lo aceptáis incluso agradecidos y buscáis siempre sofocar la voz, como siendo algo injusto, que se manifiesta dentro de vosotros, para os estimular a reflexionar al respecto!

¡Os digo a vosotros que el efecto de la ley viva de Dios no pone atención para las falsas concepciones, a las cuales os buscáis entregarse contra vuestra propia convicción, al contrario, ella recae ahora pesadamente por sobre vosotros, y trae simultáneamente sus efectos también aún por la injuria del tal pensar errado! ¡Despertad, para que no sea demasiado tarde para vosotros! ¡Liberaos de concepciones que adormecen, las cuales jamás se dejarán armonizar con la justicia divina, en el contrario, puede ocurrir que desde esa soñolencia indolente resulte para vosotros el sueño de la muerte, que debe tener la muerte espiritual como consecuencia!

¡Habéis pensado hasta ahora que el divino debe dejarse escarnecer y perseguir impunemente, mientras vosotros, seres humanos terrenos, queréis reclamar para vosotros propios la verdadera justicia! ¡La grandiosidad de Dios debe consistir, según vosotros, en el hecho de que Él puede sufrir por vosotros y ofrecer a vosotros aún algo de bueno en cambio del mal que vosotros Le hacéis! Llamáis a eso divino, porque eso, según vuestras concepciones, solamente un Dios es capaz de realizar.

¡Por lo tanto, definís con eso el ser humano como siendo mucho más justo de lo que Dios! ¡En Dios queréis reconocer solamente todo cuanto es improbable, pero, también solamente allá, donde eso os sirva de la mejor forma! ¡Nunca diferente! ¡Pues al contrario pronto gritáis por el justo Dios, cuando algo amenace volverse contra vosotros!

¡Vosotros propios debéis, pues, reconocer lo infantil en tal concepción unilateral! ¡Rubor de vergüenza debe subir en vosotros, si solamente una vez hicieres la tentativa de reflexionar bien sobre eso!

¡Dios iría, pues, según vuestra opinión, cultivar y fortalecer lo que es vil y lo que es bajo, debido a Su indulgencia! Vosotros, oh tolos, asimilad la Verdad:

¡Dios, con relación a las criaturas, por lo tanto, también a vosotros, actúa en esta Creación exclusivamente a través de las leyes férreas, que en ella están firmemente ancladas desde el principio! Inflexibles son ellas, intangibles, y su actuar ocurre siempre con infalible seguridad. Es también irresistible y aplasta lo que busca anteponerse en su camino, en lugar de inserirse consciente en su vibrar.

¡Saber, sin embargo, es humildad! Pues, quién posee el verdadero saber nunca puede excluir la humildad. Son como una solo cosa. Con el verdadero saber surge, concomitantemente, la humildad como algo natural. ¡Donde no existe humildad, tampoco jamás existe verdadero saber! ¡Humildad, sin embargo, es libertad! ¡Solo en la humildad reside la legitima libertad de cada espíritu humano!

¡Tened eso aún como guía para el tiempo difícil! ¡Y nunca más olvidad que el amor de Dios no se deja separar de la justicia!

¡Así como Dios es amor, Él es también justicia viva! ¡Él es, pues, la ley! Asimilad finalmente ese hecho y colocadlo ahora para siempre como base en todo vuestro pensar. ¡Entonces, jamás perderéis el camino correcto hacia la convicción de la grandiosidad de Dios, y la reconoceréis, en vuestro ambiente, bien como en la observación de la vida cotidiana! ¡Por eso, sed espiritualmente vigilantes!

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