Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


20. Sumisión

“¡Hágase Tu voluntad!” ¡Personas que creen en Dios pronuncian estas palabras con sumisión! Ahí, sin embargo, vibra siempre una cierta melancolía en sus voces o está en los pensamientos, en las intuiciones. Tales palabras son empleadas casi que exclusivamente allá, donde un sufrimiento se alojó, que es inevitable. Allá, donde el ser humano reconoce que nada más podía hacer en contra.

Entonces, si él cree, habla en una inactiva sumisión: “¡Hágase Tu voluntad!”

Sin embargo, no es humildad, que lo hace hablar de esa forma, pero esas palabras deben proporcionarle tranquilidad a uno en relación a un hecho, donde él era impotente.

Éste es el origen de la sumisión, que el ser humano en tal caso exprime. Si a él le fuese concedida, sin embargo, la menor posibilidad de una alteración en eso, entonces, él no preguntaría por la voluntad de Dios, pero la sumisión sería pronto otra vez cambiada para la forma: ¡Hágase mi voluntad!

¡Así es el ser humano! — — —

“¡Señor, haz comigo como Tu lo quieras!” e idénticas canciones se oyen muchas veces durante los funerales. En el intimo, sin embargo, cada ser humano en luto lleva la inabalable voluntad: “¡Si yo pudiese cambiar esto, inmediatamente lo haría!”

La sumisión humana nunca es legitima. En lo más profundo de un alma humana está anclado lo contrario de eso. Una revuelta contra el destino, que lo alcanza, y es exactamente esa revuelta que lo hace sufrir, que lo “oprime” y curva.

El enfermizo en este caso es el empleo erróneo del sentido de estas palabras: “¡Hágase Tu voluntad!” Ellas no pertenecen al lugar, en que el ser humano y las iglesias las utilizan.

¡La voluntad de Dios reside en las leyes de esta Creación! Cuando, entonces, el ser humano dice: “¡Hágase Tu voluntad!”, eso corresponde a la afirmativa: “¡Quiero respetar y seguir Tus leyes en la Creación!” ¡Respetar quiere decir observar, observar, sin embargo, exige vivir en conformidad con ellas! ¡Sólo así el ser humano puede respetar la voluntad de Dios!

¡Sin embargo, si él quiera observarla, si él quiera vivir según ella, entonces, antes de todo, también tiene que conocerla!

¡Pero es exactamente éste el punto en que la humanidad terrena pecó de la peor manera! ¡La criatura humana hasta ahora jamás se importó con las leyes de Dios en la Creación! ¡Es decir, no se importó con la sagrada voluntad de Dios! Sin embargo, repite siempre y siempre de nuevo: “¡Hágase Tu voluntad!”

¡Ved cuan irreflexionadamente se presenta el ser humano terreno ante Dios! Cuan insensatamente busca utilizar las elevadas palabras de Cristo. ¡Gimiendo, no raramente retorciéndose en sufrimiento, sintiéndose derrotado, pero nunca en alegre promesa!

“Hágase tu voluntad” quiere decir en la realidad: “Quiero actuar en conformidad” o “¡Quiero Tu voluntad!” Análogamente podría ser dicho: “¡Quiero obedecer Tu voluntad!”

Pero quién obedece también hace algo. Aquél que obedece no queda inactivo, eso ya reside en la propia palabra. Quién obedece ejecuta algo.

Sin embargo, de la manera como el ser humano de hoy dice: “¡Hágase Tu voluntad!”, entonces él “propio no quiere hacer nada”, pero coloca en su intuir el sentido: “¡Yo me quedo inmóvil, hazlo Tu!”

Con eso, se siente agrandado, cree haberse dominado y haberse “absorbido” en la voluntad de Dios. El ser humano se tiene incluso superior a todos, juzga haber realizado un enorme progreso.

¡Todos eses seres humanos son, sin embargo, imprestables débiles, ociosos, entusiastas, fantasistas y fanáticos, pero no miembros útiles en la Creación! Hacen parte de aquellos, que por ocasión del Juicio tendrán que ser rechazados; ¡pues no quieren ser trabajadores en la viña del Señor! La humildad, de que se vanaglorian, nada más es de lo que indolencia. ¡Son criados perezosos!

¡El Señor exige vida, que se manifiesta en el movimiento! —

¡Sumisión! ¡Esta palabra no debe existir para los que creen en Dios! ¡Colocad en su lugar “voluntad alegre”! ¡Dios no quiere sumisión tosca de los seres humanos, pero, sí, actuación jubilosa!

Observad una vez correctamente a los así nombrados “sumisos a Dios”. ¡Se tratan de hipócritas, que llevan en si una gran mentira!

¡Qué sirve un mirar lleno de sumisión hacia el alto, cuando ese mirar al mismo tiempo ve el ambiente de modo astucioso, codicioso, presuntuoso, arrogante y malicioso! Tal actitud solamente lo torna doblemente culpado.

Los sumisos llevan la mentira en si; ¡pues sumisión jamás es compatible con “espíritu”! ¡Luego, tampoco con un espíritu humano! ¡Todo cuanto es “espíritu” tampoco puede tornar viva dentro de si la capacidad de verdadera sumisión! ¡Donde eso sea intentado, tendrá que permanecer artificial, por lo tanto, auto-ilusión o incluso hipocresía conciente! Pero nunca puede ser intuido verdaderamente, porque el espíritu humano, siendo espiritual, no alcanza eso. La presión, bajo la cual se encuentra el espíritu humano, no deja llegar a la conciencia la capacidad de una sumisión, él es demasiado fuerte para eso. Por consiguiente, el ser humano no la puede poner en practica.

¡La sumisión es una facultad que se encuentra solamente en el enteal! Se manifiesta legítimamente solamente en el animal. ¡El animal es sumiso a su dueño! ¡El espíritu, sin embargo, no conoce tal significado! Por eso, ella también permanece siempre antinatural para las criaturas humanas.

A los esclavos, la sumisión era enseñada con esfuerzo y rigor, porque eran igualados a los animales en la compra y venta, como propiedad personal. Pero la sumisión en esos esclavos jamás podía tornarse realmente legitima. Se trataba de resignación, fidelidad o amor, que se ocultaba bajo la sumisión y la evidenciaba, nunca, sin embargo, autentica sumisión. La esclavitud es antinatural entre los seres humanos.

¡La sumisión del enteal encuentra su gradación en el espiritual en la fidelidad conciente y voluntaria! ¡Lo que, por lo tanto, la sumisión significa en el enteal es, en el espiritual, la fidelidad!

¡Sumisión no es apropiada al ser humano; porque él es del espíritu! Prestad solamente más atención al propio idioma, él ya expresa en sus palabras lo correcto, trae en si el verdadero sentido. Dad a vosotros el imagen cierta.

“¡Sométete!”, ordena, por ejemplo, también el vencedor al vencido. En estas palabras reside el sentido: “¡Entrégate a mi, sin restricciones, por lo tanto, incondicionalmente, para que yo pueda disponer de ti, de acuerdo con mi criterio, también sobre vida y muerte!”

El vencedor, sin embargo, actúa en eso incorrectamente; pues el ser humano, aún en la victoria, tiene que orientarse rigorosamente de acuerdo con las leyes de Dios. En el contrario, con cada omisión ahí, él se torna culpado ante el Señor. ¡El efecto retroactivo lo alcanzará, entonces, seguramente! ¡Así es en la persona individual como también en pueblos enteros!

¡Y ahora ha llegado el tiempo en que todo, todo tiene que ser remido, lo que aconteció hasta aquí en el mundo! También todas las injusticias en la ultima guerra mundial. ¡Lo que ahí ha sido injusticia, lo que hoy pasa en la Tierra, no quedará una sola palabra sin ser expiada!

¡Esa expiación no está reservada a un futuro remoto, y, sí, ya al presente!

El rápido rescate de todos los efectos retroactivos no está, por acaso, en oposición a las leyes de la Creación, pero, sí, se encuentra de forma muy correcta en la propia ley.

¡El funcionamiento del engranaje es acelerado en el presente por la fuerza de la irradiación de la Ley encarnada, que fuerza los efectos finales, en cuanto aumenta previamente todo hasta la fructificación y la sobre madurez, a fin de que el falso en eso se decomponga por si propio y, feneciendo, se juzgue, en cuanto lo que es bueno se torne libre de la presión del falso de hasta ahora y pueda fortalecerse!

¡En tiempo próximo, esa irradiación aumentará tanto que, en muchos casos, un efecto retroactivo surgirá pronto, inmediatamente!

¡Ese es el poder, que a la brevedad asustará a los seres humanos, y que en el futuro habrán que temer! Pero solamente aquellos, que hayan actuado de forma errada, habrán que temer con razón. ¡Si ellos se juzgaban correctos ahí, o pretendían hacer los demás creer en eso, no los salvará del golpe del efecto retroactivo, que actúa en las leyes de Dios! Aun cuando los seres humanos hayan inventado otras leyes sobre la Tierra, bajo cuya protección muchos actúan de modo errado, injusto, en la ilusión de también estar ahí en el derecho, eso no les saca uno granosito de polvo de su culpa.

Las leyes de Dios, es decir, la voluntad de Dios, no se importan con las opiniones de esos seres humanos terrenos, que ellos asentaron en las leyes terrenas, aun cuando todo el mundo ahora las haya considerado como correctas. ¡Lo que no esté en acuerdo con las leyes de Dios será ahora alcanzado por el golpe de la espada! ¡Juzgando en el remate!

Pueden alegrarse ahora todos aquellos, quienes de acuerdo con las leyes de Dios sufrieron inocentemente bajo las criaturas humanas; pues ahora recibirán justicia, mientras sus antagonistas o jueces están entregues a la justicia divina.

Alegrados; ¡pues esa justicia divina está próxima! ¡Ella ya actúa en todos los países en la Tierra! ¡Observad las confusiones! ¡Son las consecuencias de la Voluntad de Dios que se acerca! ¡Es el inicio de la purificación!

¡Fue prometido que el pie del enviado de Dios no debe pisar en el polvo del pasado!

¡Por ese motivo, ya ahora se está agotando todo cuanto es errado entre los seres humanos, sea en la economía, en el Estado, en la política, en las iglesias, en las sectas, en los pueblos, en las familias y también en el ser humano individual! ¡Ahora todo, todo será arrastrado hacia delante de la Luz, para que se muestre y al mismo tiempo en ella se juzgue! Incluso aquello que hasta ahora pudo mantenerse escondido, tiene que mostrarse tal cual realmente es, tiene que actuar y así, por ultimo, desesperarse de si propio y de los demás, desintegrarse y pulverizarse. ¡Nada existe ahora en la Tierra, que fuese del agrado de Dios!

De ese modo todo hoy burbuja bajo la presión de la Luz ya en todos los países, en todos los lugares. ¡Cada miseria aumenta, hasta llegar al desespero y por fin quedando solamente desesperanza, con la conciencia de que los que querían salvar solamente tenían palabras huecas al lado de deseos egoístas, pero no podían llevar ningún auxilio! Guerreros del Grial pasan bramando por sobre todas las cabezas y baten con golpes cortantes donde una cabeza no quiera curvarse.

¡Sólo entonces surge suelo adecuado para otra vez implorar por el auxilio de Dios! Después de asesinato e incendio, hambre, epidemias y muerte, después del reconocimiento de la propia incapacidad.

¡En medio de la desesperación, sin embargo, auxiliares en el servicio del Grial iniciarán su misión! Empieza la gran edificación.

Ningún otro consigue llevar auxilio a los aliquebrados. ¡Ellos deben, entonces, tornarse libres de la opresión de las tinieblas! ¡Pero deberán quedar también libres dentro de si mismos! Tornarse libre dentro de si mismo, sin embargo, cada uno solamente lo consigue sólo. Pero, para tanto, necesita saber lo qué significa libertad, lo qué ella es.

¡Libre solamente es el ser humano que vive en las leyes de Dios! Así, y no diferente, él se encuentra sin presiones ni restricciones en esta Creación. Todo lo ayuda, entonces, en lugar de obstruirle el camino. Todo lo “sirve”, porque él lo utiliza de modo correcto.

Las leyes de Dios en la Creación son, en la realidad, solamente todo aquello, que cada ser humano necesita para una vida sana y alegre en la Creación. ¡Son para él, por decir así, nutrición para el bien estar! ¡Solamente quién conoce la voluntad de Dios y vive de acuerdo con ella es verdaderamente libre! Todos los demás tienen que atarse en muchos hilos de las leyes de esta Creación, toda vez que ellos mismos se enmarañan en ellos.

La Creación se originó en la voluntad de Dios, en Sus leyes. Actuando en conjunto, esos hilos de las leyes bajan cada vez más y fuerzan por toda parte movimiento hacia el desarrollo, ramifican en el desarrollo necesariamente por si propios también cada vez más, en cuanto al rededor de los hilos, en el movimiento continuo, se forman constantemente nuevas Creaciones. De este modo, las leyes dan simultáneamente el apoyo, posibilidad de existencia y progresiva ampliación de la Creación.

Nada existe sin esa voluntad de Dios, la cual, únicamente, genera movimiento. Todo en la Creación se orienta por ella.

¡Solamente el espíritu humano no se ajustó a esos hilos! Se enmarañó, y con eso a si mismo, porque quería seguir nuevos caminos según su voluntad y no le dio atención a los ya listos, existentes.

La existencia en la Tierra de la Voluntad de Dios trae ahora una alteración. Los hilos de todas las leyes divinas en la Creación serán cargados con fuerza aumentada, de manera que se estiren poderosamente. Debido a esa increíble tensión, ellos rebotan a su posición original. ¡Ahí, se desenreda todo el enmarañado y todos los nudos de una manera súbita e irresistible, que el acontecimiento simplemente destruí lo que en la Creación no es más capaz de ajustarse a la posición correcta!

¡Sea lo que sea, si vegetal o animal, montañas, ríos, países, Estados o ser humano, colapsará todo aquello, que no pueda mostrarse en el ultimo momento como legitimo y deseado por Dios!

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