El camino hacia la Luz y hacia la Verdad es considerado lleno de espinos y pedregoso, penoso y difícil, ya desde tiempos remotos.
El ser humano lo acepta simplemente como siendo de esa forma. Nadie medita por qué es así, cuál puede ser el verdadero motivo de eso. Y quién alguna vez se preocupe realmente con eso, seguramente hará una falsa imagen al respecto.
¡Lleno de espinas y de piedras, penoso y difícil es solamente un camino, que es dejado sin trato, que es poco transitado!
Éste es el motivo por lo cual él parece difícil a aquellos pocos que, después de mucho errar, lo eligen para seguir. También ahí es necesario que se tome siempre en consideración el acontecimiento natural, y no imaginaciones falsas y fantásticas, con las cuales a un cerebro humano le gusta complacerse al pensar de esa forma.
El camino hacia la Luz fue, desde el inicio, igualmente sólo luminoso y bello. ¡También hoy él todavía no es diferente para aquél espíritu humano, que lo recorre con espíritu liberto, libre de falsos conceptos, con los cuales muchos de buen agrado dejan cultivar y proliferar sus caminos espirituales!
¡Depende exclusivamente del ser humano! ¡Una persona, que todavía deja su espíritu ver libremente hacia la Luz, que con su intuición jamás dejó de ponderar aquello, que sus próximos le enseñan o relatan, ésa cuidó del camino que conduce a la Luz, lo conservo limpio para si! ¡No encontrará espinas, ni piedras, mientras lo recorra, pero, sí, suaves alfombras de flores bañadas de Luz que solamente encantan a los ojos, tornan ligeros sus pasos!
Cada ser humano tiene que cuidar del camino para sí propio, tiene que cuidar de él y ocuparse con él. ¡Quien no lo hace, para éste él se tornará, debido al descuido, repleto de espinos y piedras, solamente todavía difícil de recorrer, y muy frecuentemente también totalmente soterrado, de forma que, por fin, nunca más consigue descubrirlo, aún cuando lo busque!
¡Ponderar, con la propia intuición, lo que el ser humano escucha y lee! Eso es necesario para él, si quiere conservar su camino libre y bello. Ahí, al leer y oír algo, ya en el inicio intuirá inmediatamente si él lo oprime, tal vez lo confunda o le deje dormido, pareciendo a un sonido patrio.
¡Mientras tanto, sin embargo, nunca deberá olvidar qué verdadera grandeza y naturalidad también están siempre ancladas solamente en la simplicidad! Donde ésta falte, donde haya la necesidad de recurrir a designaciones de todo tipo, ahí faltará también la autenticidad. Los caminos, entonces, nunca son claros, tampoco pueden ser con mucho sol.
De esa forma, por ejemplo, todo ser humano de visión límpida, mientras lee o escucha todo lo que es místico u oculto, pronto intuirá fuertemente los puntos obscuros, como también con relación al dogma de las iglesias. Cosas vagas o palabras altisonantes deben encubrir, por toda la parte, la ignorancia que demasiado se evidencia. Se adula, entonces, de buen agrado las almas humanas, se entona una dulce canción a sus principales debilidades, en primer lugar a la presunción, a fin de que pasen con facilidad y de buena voluntad sobre todos los puntos podridos, dejen, desatentas, de reconocer las lagunas profundas y las imposibilidades, que, siempre de nuevo advirtiendo, se presentan a ellas.
Quién, sin embargo, está atento a la advertencia sutil de su espíritu no turbado, conserva libre para si el camino en dirección hacia la Luz y la Verdad.
¡Aún así, quién se deja engañar por estas cosas vagas y sofocantes, por conceder espacio ilimitado a los propios pensamientos fantásticos, éste permite cubrir en si el límpido camino con enmarañados de lianas, que impide y dificulta su libre camino, que también lo veda muchas veces por completo!
Las tentaciones, de poder ceder ilimitadamente lugar a las propias configuraciones fantásticas, son muy fuertes. ¡El número de personas que en ellas se mueven con placer no quiere llegar a un fin, porque ahí cada uno puede decir algo, puede sentirse importante en las inseguridades sombrías del caótico mundo de pensamientos!
Para los devotos de las iglesias no será, ni de lejos, tan difícil liberarse para llegar a la Verdad, cuanto para los adeptos de sectas y asociaciones ocultistas. ¡Necesitan solamente empeñarse en ese sentido con cierta seriedad, ponderar una vez calmamente, para reconocer inmediatamente las fallas, que fueron allí tejidas por el querer saber del intelecto, obscureciendo y perturbando el verdadero camino!
A un espíritu humano sincero no le cuesta gran esfuerzo distinguir rápidamente la verdad de los errores en todas las iglesias. ¡Por este motivo, para un ser humano verdaderamente examinador, la ligazón con las iglesias no es tan grande cuanto parece! Un simples y sincero querer ya basta para romper inmediatamente esas ligazones en la convicción propia despertando rápidamente.
La iglesia prende solamente espíritus humanos espiritualmente indolentes. Por ellos tampoco se debe lamentar, porque con eso ellos se muestran como los siervos perezosos de su Señor.
¡Observando calmamente, cada persona nota pronto que la actual iglesia no significa nada más sino una institución que visa el poder terrenal y la autoconservación, como lo demuestran las opiniones y los actos de sus empleados, a toda hora siempre de nuevo, en las instigaciones y hostilidades contra aquellos, que a ellos no se someten! Reconocer todo eso no es difícil. De esa forma también todas las vacuidades e imposibilidades, que están entretejidas en las acciones, aseveraciones y doctrinas. Para tanto, no es necesario en absoluto un espíritu perspicaz.
Por eso, una iglesia no puede traer tan grandes perjuicios para personas que piensan, como generalmente se supone. ¡Los vivos en el espíritu, ella no consigue prender!
¡Con todo esto, perjuicio sin igual, que mal puede ser nuevamente reparado, causan al espíritu humano las sectas y asociaciones ocultistas de todo tipo! ¡A pesar de que solamente buscan simular un saber propio, que nada tiene que ver con el verdadero saber! Adulan a los seres humanos de intelecto, como también a todos los que buscan. Y, de esa forma, logran éxito; pues también entre aquellos que buscan existe un gran número que, a pesar de la búsqueda por la Luz, cargan consigo todavía todas las vanidades de sus almas, de las cuales naturalmente se tornan rápidamente victimas.
¡Toda vez que justamente el ocultismo y también el misticismo ofrecen posibilidades ilimitadas de expansión a esas vanidades, ellos también son atraídos en esa dirección, de acuerdo con la ley de atracción de la igual especie! Los ocultistas ya notaron frecuentemente el efecto más externo, mínimo de esa ley, y buscan hacer provecho de él. ¡Su débil actividad en ese acontecimiento natural, ellos nombran de modo ostentoso de “magia”! ¡Suena bien y, además de eso, parece misterioso!
¡Aún así, la ley en sí, en su simplicidad, y, sin embargo, en la realidad de importancia incandescente de mundos y dominadora, ellos todavía no conocen en su grandeza! ¡Ignoran que con todo su querer saber son empujados de un lado hacia el otro por los puños de esa ley de la Creación como míseros muñecos desamparados!
La actuación de esas personas ata sus adeptos y partidarios a planos bajos, a los cuales ni tendrían necesidad de dar atención, si recorriesen serenamente su camino en toda la simplicidad y dignidad, que condicen al espíritu humano. De esa forma, sin embargo, serán retenidos, están en la mayor parte incluso perdidos a causa de eso; pues para el espíritu humano es necesario un enorme esfuerzo, a fin de liberarse nuevamente de los juguetes de todos los ocultistas, que encadenan los espíritus. ¡Actividades de tal especie desvían fuerzas espirituales de los caminos rectos, que conducen hacia las alturas! La fuerza para nuevamente liberarse de eso solamente raramente consiguen reunir, toda vez que espíritus fuertes, de cualquier manera, no permanecen entre los ocultistas, excepto para saciar su vanidad.
Donde, sin embargo, en los numerosos ramos de ocultismo realmente todavía pueda ser encontrado algun saber, se trata, entonces, solamente, y nunca de otra forma, de los ambientes más inferiores de la parte fina de la materia gruesa o también de la parte gruesa de la materia fina, por lo tanto, de las camadas de transición más cercanas, distinguidas con nombres altisonantes, a fin de aparentar alguna cosa, como corresponde a la presunción de todos los que caminan a los palpamientos.
En la realidad es casi nada. ¡O tal vez sí! Sólo que nada hacia la ascensión, pero, sí, para el atamiento de cada espíritu humano, que en su especie original solamente necesitaría pasar por sobre todo eso, altiva y libremente, sin ahí todavía detenerse. ¡De esta forma, sin embargo, dan un valor a las futilidades, que las transforman en una enredadera de lianas, que, a través de la actuación de los ocultistas, los secuaces de Lucifer utilizan, entonces, como trampas para centenas de millares! Quedan presos en ellas, como moscas en telas de araña.
¡Ved, pues, solamente sus libros! ¡Cuanta cosa en ellos ya se acumula de asquerosa auto-adulación de grandes y pequeños pretensos sabedores!
Hechos evidentes, ridículamente pequeños, son exagerados como se fuesen cosas elevadas, con una tenacidad y persistencia, que podrían ser utilizadas para cosas mejores. Hechos, que las bisabuelas interpretaban mucho más claramente de lo que eses descendientes, los cuales quieren, con tanto alarde, llamar la atención sobre si y su elevada sabiduría. Cuanto más absurda la historia, cuanto más incomprensible el modo de expresión en formas rebuscadas, tanto más bellos son considerados. Sensacionalismo a cualquier precio es muchas veces el supremo objetivo, como pasa con muchos periodistas, que ahora aparecen en masa, a los cuales nada más es sagrado, mucho menos aún la Verdad.
¡Es increíble, cuánto es lanzado sobre la humanidad! Y muchos se agarran a eso con demasiado placer. Pues es “interesante”, a veces incluso puede provocar escalofríos. El lector y el oyente puede, a continuación de tejer los pensamientos, ponerse, a si mismo, en una sensación de pavor, incluso aún representar un papel ahí; pues se siente cercado de las más lúgubres cosas, que antes jamás lo habían perturbado. ¡Debido a eso, él, de repente, es algo, al rededor de lo cual mucha cosa sucede a su causa!
Precisamente todo aquello, que el ser humano no comprende totalmente, pero que puede adornar con rica fantasía, las “posibilidades” seducen! De acuerdo con el propio criterio interpretan, entonces, mucho de lo que hasta ahora vivenciado, de lo que mucha cosa súbitamente representa un papel importante, al cual hasta ahora tampoco ha sido dada atención.
¡Adquiere contenido la vida, que hasta ahora había sido tan vacía! ¡Y con esto el ser humano, según su opinión, mucho ganó, despertó, se denomina espiritualmente conocedor!
¡Esos extraños seres humanos! Ni siquiera alcanzan pensar que en la realidad pudiese ser diferente. Nadan solamente todavía en el mundo de sus propios pensamientos, que a ellos les es tan confortable, porque se ha originado desde sus propios conceptos.
¡Este mundo, sin embargo, no es duradero! ¡Tiene que desintegrarse en las horas del Juicio! Entonces, sin embargo, todas esas almas estarán con frío, en indecible desespero, sin amparo, y juntas serán arrastradas hacia el remolino, que, por la presión de la Luz, tendrá que formarse súbitamente como a un tifón.
¡Con eso, todos solamente recibirán lo que criaron para sí! Inmenso es el perjuicio que causan en su vanidad. Los conceptos sagrados, que realmente ayudan a los seres humanos a acender, han sido por ellos retorcidos y deformados. De ellos existen solamente todavía las más maculadas imágenes sucedáneas, que muestran el cuño de la más tosca presunción humana. ¡Solamente ahí ya se prenuncia un Juicio terrible!
Pavorosas confusiones han sido provocadas. Observaciones superficiales de ramificaciones muy distantes del verdadero suceder en la Creación fueran establecidas como saber, las cuales deben servir para aclarar causas y el desenrollar, sin que los que de esa forma hablan poseen también verdadero saber al respecto de las leyes de esta Creación. ¡Ellos ni siquiera las presienten y solamente cosechan de su excitada fantasía!
¡Y de esta forma ellos distorsionan la sabiduría de Dios, que reposa en la Creación, maculan leyes sagradas, que no comprenden, además, tampoco conocen, y retienen millares de recorrer el camino sencillo y claro, que está exactamente determinado y también es útil para cada espíritu humano, y que los protege contra los peligros! ¡Al contrario, ellos propios provocan primero los innumerables peligros, que antes nunca existían, pero, si, sólo han sido formados por esa actuación lasciva!
¡El dia, sin embargo, está próximo, en que su vacío querer saber habrá que presentarse ante la Luz, en que habrán que confesar y sucumbir! ¡Ellos son los peores enemigos de todos los seres humanos en la Tierra que se esfuerzan para la Luz, que tampoco poseen siquiera un atributo, que a la hora de ponderar pudiese servir como excusa! ¡Inconcientemente son los más esforzados entre los cazadores de almas humanas para las tinieblas! Inconcientemente, porque la vanidad les turba la propia clareza. Ellos, por si, jamás alcanzarán la fuerza para salvarse; ¡pues se creen demasiado involucrados en las telas del querer saber mejor terrenal y de los errores, en que se soterraron!
¡En su arrogancia ilimitada, sin embargo, no sólo reducen al gran amor de Dios, pero quieren, ellos mismos, tornarse, en parte, incluso todavía seres humanos divinos!
No tardará mucho, y toda la humanidad habrá que reconocer qué ilimitada estupidez contiene precisamente ése pensamiento. ¡Él, por si sólo, ya demuestra que tales seres humanos no pueden tener idea alguna de las verdaderas leyes de Dios en la Creación tampoco de esta propia Creación!
¡Ellos mismos también edifican un trono para el espíritu humano, lo cual en la Creación tiene que servir solamente a la Luz! Buscan elevarlo al punto central, sí, al punto de partida.
Cuando hoy un ser humano, que sufre en aflicción corpórea y anímica, se dirige en oración ardiente a su Dios y desde allá es atendido, de modo que pueda restablecerse, entonces, estos pretenciosos presentan explicaciones unilaterales al respecto, que tienden a disminuir a Dios. ¡Hablan de auto-sugerencia que hubiera producido esa cura, de una fuerza latente en el cuerpo humano, en el espíritu humano, la cual le permite conseguir todo lo que quiera en el sentido correcto!
¡Con eso, es pronto cantado un himno de alabanza a la capacidad humana y maculada la santidad de la fe y de la convicción en el poder de Dios! ¡Maculada! Ese es el termo apropiado. Pues, con base en eso, muchos incluso pretenden afirmar que el propio Hijo de Dios, antaño, practicaba la sugerencia *(Transmisión de voluntad) y se estableció en auto-sugerencia *(Auto-persuación).
¡Hasta ese punto se atreve esa presunción humana de muchos ocultistas! ¡Se han tornado negadores de Dios y glorifican el espíritu humano!
¡Ni todos lo confiesan, porque no ven que sus doctrinas por ultimo sólo pueden afluir a ese punto! ¡Negación del poder inalcanzable de Dios son innegablemente los últimos frutos, que las doctrinas producen, si miremos hasta el fin!
Con habilidad luciferina retuercen los hechos en una imagen, que actúa muy convincente sobre el intelecto, muestra, sin embargo, a los que saben, el limite nítido donde la comprensión de tales ocultistas no más puede proseguir. ¡Esta presenta meramente el querer del intelecto, ningún vestigio, sin embargo, del saber espiritual puro! ¡La más gruesa auto-ilusión deja que los ocultistas se consideren discípulos de ciencias puras del espíritu! ¡Reside ahí casi una sutil ironía!
Con todo lo que dicen y hacen, comprueban solamente siempre de nuevo que poseen lo más pronunciado querer intelectivo, con especial destaque de todas sus debilidades, y que ellos quedaron muy distantes del saber espiritual, ante lo cual se encuentran completamente desamparados. No tienen noción alguna de la manera correcta de toda la actuación e conformidad con la ley en la Creación, aún menos comprenden la propia maravillosa Creación.
Tampoco en las curas milagrosas y en los milagros de Cristo jamás ha sido suspendida esa conformidad con la ley en la Creación. Esto ni podía ocurrir, toda vez que las leyes de Dios en la Creación son perfectas ya desde el inicio, y, por lo tanto, no pueden ser modificadas o suspendidas.
Fuerza divina acelera todos los efectos de las leyes y puede de este modo producir los milagros. El proceso en si está siempre en conformidad con las leyes de la Creación; puesto que de otra forma no sería posible ningún acontecimiento en la Creación, ni siquiera el más simple movimiento. ¡La elevada fuerza de origen divina, sin embargo, puede acelerar el efecto, en algunos casos, deflagrarlo inmediatamente! ¡Ahí se encuentra y surge el milagro para el espíritu humano!
Incluso Dios nunca actuará arbitrariamente, porque encierra en Si las leyes en la más pura forma, Él propio también es la ley. Por ese motivo, cada acción divina estará siempre de acuerdo con la ley. ¡Cada acto de voluntad de Dios se efectúa por ese motivo también siempre solamente en conformidad con esas leyes!
Supongamos que un enfermo pida con hervor por cura, en oración. Durante esa oración él se encuentra ampliamente abierto en espíritu para la realización de su pedido, en la humildad más pura. Consecuentemente el pedido se eleva, y en la irradiación de ese humilde pedido, por su parte, puede bajar la concesión hasta él. ¡Esa concesión es un querer proveniente desde la Luz! El querer reside en la propia Luz, siempre inalterado, a cualquier momento dispuesto a ayudar allá, donde encuentre el suelo adecuado. El pedido humilde es el suelo adecuado donde la fuerza pura de la Luz puede actuar. Se trata ahí, entonces, sí, de un merecimiento del espíritu humano también, porque éste se abrió a una posibilidad de auxilio, igualmente una consecuencia de cierto actuar o querer de ese espíritu humano, pero nunca también la causa de su propia cura. ¡No es tampoco aquella fuerza, que pudo auxiliarlo y lo auxilió!
¡El ser humano solamente puede abrirse para eso, pero nunca podrá curar a si propio por la auto-sugerencia! ¡Aquí el ocultista confunde, en su miopía, el abrirse para el auxilio con el propio auxilio! ¡Se trata ahí de una enorme culpa, con que él se sobrecargó de esa manera, y la cual tendrá que expiar pesadamente, porque, a través de eso, fue causada indecible desgracia a la humanidad!
Toda vez que el auxilio en la Luz está siempre a la disposición de los que se abren de modo correcto, en las pequeñas cosas incluso los envuelve constantemente, porque una parte para eso se encuentra en irradiaciones en esta misma Creación, correspondientemente debilitadas, los tan sabidos seres humanos llegaron, por ultimo, en sus observaciones presuntuosamente a la idea de que es el propio espíritu humano que pude criar ese auxilio para si.
¡Él puede conseguirlo, sí, pero apenas cuando abra de modo correcto a su espíritu, para dejarlo entrar! Nada más. ¡El propio auxilio, la fuerza, la irradiación para eso él no cría! ¡Ésta se encuentra únicamente en la Luz, en Dios, que se la envía para vosotros!
¡El ser humano, sin embargo, observa solamente el efecto, saca de ahí sus conclusiones, que hasta ahora, en muchos casos, fueron conclusiones ilusorias, oriundas de la presunción que lleva en si! ¡Podría realizar algo muy diferente con la sintonización correcta, es decir, con la apertura correcta y amplia de su espíritu! ¡Esto, sin embargo, él ha obstruido ante doctrinas de tantos ocultistas, a quienes les gustarían elevarse a seres humanos divinos! Porque, para ellos, las leyes primordiales de la Creación son hechos extraños.
¡Mil veces ramificadas y subdivididas, pero siempre siguiendo el impulso de la ley fundamental, irradiaciones de la Luz fortificante y con eso también curativa están entretejidas en la Creación posterior, esperando que la criatura las utilice! No se encuentran, sin embargo, en el espíritu humano, mucho menos aún en su propio cuerpo terreno, pero, sí, afuera de él. El espíritu humano tiene que buscar la ligazón y abrirse correctamente para la recepción, lo que ocurre mejor cuando se profundiza en una oración sincera.
Toda vez, pues, que el auxilio de la Luz está siempre a la disposición del espíritu humano, siempre cuando él quiera abrirse para tal, pasa que muchos encuentran pequeños auxilios por intermedio de un abrirse que ellos propios aprendieron. Donde eses auxilios ocurrieron, hubo antes un momento, que contenía la intuición de un espíritu humano, la cual correspondía realmente a las leyes en la Creación para la ligazón al auxilio. Esa intuición no necesita haber sido terrenamente conciente para el ser humano; pues ella es solamente un acontecimiento espiritual, que muchas veces no se torna perceptible al intelecto terreno. Para eso, basta la manifestación durante un momento. ¡Y ahí se ha iniciado el auxilio de la Luz, porque las respectivas leyes vigentes nunca serán derrumbadas! Ellas se cumplen, aunque a una persona eso suceda inconcientemente.
¡De eso, sin embargo, el ocultista nada ve, él cree, entonces, firmemente que lo consiguió de hecho solamente con su sugerencia, o con auto-sugerencia! Se ilude ahí; pues nunca tendrá el auxilio de allá, donde se torne necesaria una fuerza aún más intensa de lo que aquella, que siempre aun se encuentra a la disposición dentro de la Creación.
¡Puesto que, entonces, primero necesita partir desde arriba un acto especial de la voluntad de la Luz para reforzar la corriente de fuerza! ¡Y eso sólo puede ocurrir como consecuencia de una oración de verdadera fe, de una suplica proveniente de la convicción de la omnipotencia y del amor de Dios!
¡A veces también la sincera intercesión puede traer la realización del auxilio! Cuando una persona se enferma gravemente, ella está, entonces, en si también debilitada, apática. De esa forma no hay ninguna resistencia en ella, aun cuando antes no haya sido tan devota. ¡Ese estado de su espíritu permite la penetración de la fuerza de la Luz, la cual puede ser conducida por intermedio de intercesión sincera! Y así pasa, entonces, que también una persona, a veces, reciba auxilio por medio de intercesión.
Si, sin embargo, después de la cura, despierten en ella nuevamente resistencias contra la verdadera fe, entonces, crece con eso también su culpa. ¡En ese caso, hubiera sido mejor para ella si hubiese incluso fallecido, porque en la ocasión del fallecimiento, que irá pasar más tarde, habrá que caer más profundamente de lo que si tuviese ocurrido antes! Por estas razones, ni toda intercesión es justificada o buena. ¡Felizmente para el ser humano, muchas veces, la intercesión sincera no es atendida, para el bien del enfermo!
En el desconocimiento de los efectos de esas leyes simples de la Creación, ocultistas ambiciosos crearon para si una imagen incompleta y condujeron de esa forma millares de seres humanos hacia el laberinto, de lo cual será difícil escapar.
El esplendor de la expresión “fe pura”, “convicción pura”, quedó de esa forma envenenado y a los seres humanos fueron ofrecidos, como copia manchada, solamente los hechos mediocres del intelecto en la sugerencia y auto sugerencia.
¡El camino, que conduce al perfeccionamiento del espíritu humano, está vedado a los ocultistas por ellos mismos!
¡Se acerca, sin embargo, la hora, en que es puesto un fin a la baja actuación, en que, por ultimo, el conocimiento más elevado de la fuerza de la Luz hará de nuevo su ingreso para la elevación y salvación de muchos espíritus humanos!