Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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6. ¡Ve lo que a ti es útil!

¡Por qué vosotros, criaturas humanas, queréis espiritualmente siempre algo diferente de aquello, que os es realmente necesario y útil! Cual una grave epidemia esta extraña particularidad actúa devastadoramente entre todos aquellos quienes buscan.

De poco serviría si yo os quisiese preguntar a ese respecto; pues no podéis prestar cuenta al respecto, aunque si os esforzaseis en reflexionar dia y noche sobre eso.

Observaos solamente una vez con toda tranquilidad, examinad las preguntas, que se tornan vivas dentro de vosotros, seguid el curso de vuestros pensamientos, para dónde él conduce. A la brevedad, reconoceréis que en la mayor parte siempre se trata de tales regiones, que vosotros jamás iréis alcanzar, porque se sitúan arriba de vuestra origen, las cuales, por esa razón, incluso nunca podréis comprender. ¡Sin embargo, poder comprender es la condición fundamental para todo aquello, que os debe ser útil!

Tornad eso claro en todo vuestro pensar, vuestro actuar, y orientaos en acuerdo. Luego, también todo se tornará más fácil para vosotros. Ocupaos, por lo tanto, solamente con aquello, que podéis comprender realmente, que, por lo tanto, esté anclado en el ámbito de vuestra condición humana.

La región de vuestra posibilidad de que estáis concientes como un espíritu humano es, en la verdad, estrictamente limitada en dirección a las alturas luminosas, pero ni por eso pequeña. Daos lugar para toda la eternidad y, con eso, también a campos de acción correspondientemente grandes.

Sin limites para vosotros es solamente la posibilidad de vuestro desenvolvimiento, que se muestra en el creciente perfeccionamiento de vuestra actividad dentro de esos campos de acción. Por lo tanto, examinad muy bien lo que con eso os anuncio:

El progreso de vuestro perfeccionamiento en la actuación espiritual es totalmente ilimitado, para eso no hay fin. Os podréis tornar cada vez más fuertes en eso y con ese tornarse más fuerte también el campo de actuación se ampliará naturalmente siempre más, con lo que encontraréis paz, alegría, felicidad y bienaventuranza.

También al respecto de la bienaventuranza, todos los seres humanos han hecho hasta ahora una idea errada. Ella reside tan sólo en la radiante alegría del trabajo bendito, no acaso en la perezosa inactividad y en el desfrutar, o, como lo errado es cubierto de modo astuto con la expresión de una “dulce ociosidad”.

¡Por ese motivo, nombro el Paraíso humano muchas veces también de “luminoso reino de la alegre actuación”!

¡No de manera diferente puede el espíritu humano obtener la bienaventuranza, sino que en alegre actividad para la Luz! Tan sólo en eso le será, por fin, concedida la corona de la vida eterna, que garantiza al espíritu humano la certeza de poder colaborar eternamente en el circular de la Creación, sin peligro de caer en la descomposición, como piedra de construcción imprestable.

Los seres humanos, por lo tanto, a pesar de la posibilidad de un constante perfeccionamiento del espíritu a ellos concedido lleno gracia, no pueden exceder jamás el ámbito de su campo de existencia en la Creación, jamás derrumbar los limites en ella estrictamente fijados para la permisión de que puedan estar concientes como ser humano. En la simple condición de que no pueden reside para ellos la condición enteramente natural del no tener permisión, lo que siempre actúa por si mismo, pero, exactamente por eso, también se efectúa de modo insuperable.

Perfeccionamiento reside en las irradiaciones del espíritu que se tornan cada vez más luminosas, lo que se muestra correspondientemente en la aumentada intensidad de la actuación.

La luminosidad espiritual creciente, a su vez, se origina de la clarificación y purificación del alma, cuando ella, en la voluntad hacia el bien, se esfuerza hacia arriba. Aquí, una cosa se desenvuelve en severa consecuencia lógica siempre a partir de la otra.

Si, de modo exclusivo, os ocupéis seriamente con el bien, luego, todo lo demás transcurrirá por si mismo. Por lo tanto, ni es tan difícil así. Vosotros, sin embargo, en vuestro querer, avanzáis siempre mucho más allá y, así, tornáis lo más simple de antemano no sólo muy difícil, sino muchas veces incluso imposible.

¡Reflexionad que, en la perfección creciente, incluso el irradiar más fuerte de vuestro espíritu nunca puede cambiar su especie, pero, si, solamente su estado!

Por eso, pasos del ámbito del limite de la conciencia humana jamás son posibles, porque los limites son determinados por la especie y no por el estado. El estado, sin embargo, construye, dentro de ese grande ámbito de la especie, además limites parciales especialmente pequeños para si, que, con el cambio del estado, también pueden ser excedidos.

Son extensiones gigantescas, que se encuentran en ese ámbito, mundos, que para vosotros también espiritualmente se pierden de vista, en los cuales podéis permanecer por toda la eternidad y actuar sin fin.

¡Si os ocupéis de modo intensivo y también profundo con eso, luego seréis felices!

En mi Mensaje os di a saber exactamente con lo qué estáis ligados y lo qué está ligado a vosotros, cómo actuáis en eso a través del vuestro pensar y del vuestro actuar, lo qué tenéis que alcanzar con eso.

Sin embargo, en lugar de os dedicar a lo que os fue ofrecido con toda la seriedad en el sentido cierto y, con eso, llenar finalmente el lugar, que el ser humano individual tiene que ocupar en esta Creación, todo el vuestro pensar, vuestro preguntar y también vuestro desear va siempre de nuevo muy allá a regiones, que el espíritu humano nunca podrá alcanzar concientemente.

Por eso no le es posible comprender realmente algo de aquello. Todo el tejer, irradiar, anhelar, en suma, todo lo existir en esas regiones permanecerá eternamente incompresible al ser humano, muy distante. Por eso, no le puede traer provecho alguno, si quede cavilando a ese respecto. Solamente desperdicia el tiempo y también la fuerza, que le es ofrecida para su propio desenvolvimiento necesario, y, por fin, tiene que perecer como inútil.

¡Moveos finalmente una vez con toda la fuerza en aquella región, que el Criador os concedió, para que la llevéis hacia la más pura belleza, hagáis de ella un jardín de Dios, semejante al Paraíso, que se iguale a una oración de agradecimiento convertida forma, desde donde ella, jubilando, se eleva hasta los escalones del trueno de Dios, para, ante acción, alabar humildemente el Criador de todas las cosas por las ricas gracias!

Criaturas humanas, cuán pequeñas sois vosotros y, sin embargo, cuán desmedidamente pretenciosas y convencidas. Si al menos os quisieseis mover sólo un poco de manera cierta, para que, de modo límpido, vibraseis con armonía, con las leyes primordiales de la Creación, no actuaseis siempre solamente estorbando, como hasta ahora, debido a vuestra ignorancia, luego, por toda la parte, donde vosotros colocaseis la mano, brotaría la más rica bendición, no importando lo qué os esforzáis en emprender.

Tampoco podría ser diferente, y, con la misma inamovible seguridad, con que ya hace mucho estáis ahora resbalando para la decadencia, os veríais elevados por la misma fuerza, que os conduce a la riqueza del espíritu y a la despreocupación terrena.

Sin embargo, tenéis que conocer primero vuestra patria en la Creación y dentro de ella también todo cuanto os ayuda y favorece. Necesitáis saber cómo vosotros propios tenéis que caminar y actuar en ella, antes que pueda empezar el desabrochar.

Buscad primero os sintonizar una vez terrenalmente de modo cierto con las vibraciones de las leyes divinas, las cuales nunca podéis contornar, sin mucho perjudicar a vosotros propios y al vuestro ambiente, y apoyad en ellas también vuestras leyes, dejadlas originarse desde ellas, luego pronto tendréis la paz y la felicidad, que os favorece la edificación, que tanto anheléis; pues sin eso todo el esfuerzo es totalmente vano, y incluso la mayor capacidad del más aguzado intelecto será inútil y resulta malogro.

Depende de vosotros, únicamente de vosotros, de cada uno individualmente, y no, conforme de tan buen agrado os busquéis iludir, siempre de los demás. ¡Apenas lo experimentéis primeramente con vosotros, pero eso vosotros no lo queréis! Pues os suponéis muy superiores a eso o al inicio os parece así demasiado pequeño y secundario.

En la realidad, sin embargo, se trata solamente de indolencia de vuestro espíritu, que es capaz de os mantener alejados de eso, y a la cual todos vosotros ya os esclavizasteis hace milenios. Vuestro intelecto, que ató vuestras capacidades espirituales, no más os puede ayudar ahora, cuando se trate de curvarse a continuación ante la pura fuerza de Dios o perecer.

Tenéis que tornar el espíritu activo, despertarlo en vosotros, para reconocer la voluntad de Dios y oír lo qué Él exige de vosotros; pues únicamente a Él está sumiso el ser humano desde los primordios, y a nadie más, a Él tiene que prestar cuentas ahora de todo cuanto hizo en la parte de la Creación, que le fue prestada como patria.

Y el vuestro desdichado pendiente, de siempre tirar la mano a lo que está más alto, de anhelar lo que es desconocido, en lugar de os alegrar con vuestro ambiente, como uno de los vuestros peores males, se volverá, deponiendo, contra vosotros. El mal se originó desde la indolencia de vuestro espíritu, que no puede ser confundido con el intelecto; ¡pues intelecto no es espíritu!

También terrenalmente vosotros siempre os portasteis así. En lugar de, con toda la fuerza y alegría, tornareis vuestro ambiente más bello, perfeccionarlo y estimularlo para plena florescencia, queréis muchas veces salir de él, porque así os parece más cómodo y promete suceso más rápido. ¡Vosotros os queréis separar de él, para encontrar una mejoría deseada, ya que, en todo lo desconocido, simultáneamente también esperáis mejoría, embellecimiento!

¡Buscad primero una vez, aprovechar de modo cierto lo que os ha sido dado! En eso encontraréis milagro tras milagro.

Sin embargo, para aprovechar algo de modo cierto, también es necesario conocerlo primero profundamente. Y eso os hace falta en absoluto. Fuisteis siempre sobremanera indolentes para reconocer la voluntad de vuestro Dios, que se os torna visible de modo claro y nítido a partir de la Creación.

Necesito siempre de nuevo tocar en la vieja herida, que lleváis en vosotros, seres humanos, de la cual muchas veces ya arranqué todas las ataduras, las cuales, sin embargo, siempre de nuevo buscáis recolocar cuidadosamente. ¡La herida, que constituye el origen de todo el mal, bajo lo cual tenéis ahora que sufrir, hasta que os libréis de él o sucumbáis por completo, ella es y sigue siendo la voluntaria indolencia de vuestro espíritu!

Muchas entre esas criaturas humanas terrenas no más serán capaces de librarse del cerco mortífero del mal; pues tardaron demasiado para cobrar animo para tanto.

Es natural que la astucia del intelecto busque encubrir todo el sueño del espíritu, porque, con el despertar de vuestro espíritu, terminaría pronto también el dominio del intelecto.

Sólo la indolencia del espíritu no pone suficiente atención al que fue dado, no se da al trabajo de descubrir su belleza y de tornarlo constantemente más perfecto, pero, sí, piensa encontrar mejoría solamente en el cambio, busca la felicidad en todo, que a él le parezca desconocido.

En eso, el ser humano no se acuerda que el cambio condiciona antes el desarraigo, y coloca luego ese desarraigado en suelo extraño, con lo cual todavía nada sabe hacer y, por eso, comete muy fácilmente grandes errores, que resultan consecuencias graves, inimaginables. ¡Quién pone sus esperanzas en modificaciones, no sabe lo qué hacer con aquello, que fue dado, a ese le hace falta la voluntad sincera, así como la capacitación, él se encuentra de antemano en el terreno vacilante de un aventurero!

Reconoceos primeramente a vosotros propios de modo cierto y aprovechad aquello, que Dios os ofrece para utilización, utilizadlo de una manera, que también sea capaz de desabrochar, luego la Tierra y la planicie entera de la Creación, que es dada al espíritu humano para actuación, irá y habrá que tornarse un paraíso, donde habita solamente alegría, paz; ¡pues la ley de la Creación trabajará, luego, para vosotros con la misma certeza con que tiene que actuar ahora en contra vuestro actuar, y ella es inamovible, más fuerte de lo que la voluntad de los seres humanos, porque reposa en la irradiación de la Luz primordial!

¡No más está lejos la hora en que los seres humanos ya tendrán que reconocer que no será absolutamente difícil vivir de manera diversa de lo que hasta ahora, convivir en paz con el prójimo!

El ser humano se tornará apto a ver, porque ahora le será sacada por Dios toda la posibilidad de su falso actuar y pensar de hasta ahora.

Luego habrá que reconocer, avergonzado, cómo se portó de manera ridícula en la correría de su actividad, sin importancia para la verdadera vida, y como él fue peligroso para toda parte de la Creación, que por gracia le ha sido confiada para utilización y para su alegría.

En el futuro, vivirá solamente para la alegría de sus prójimos, así como también éstos en relación a él y no tendrá, con envidia, codicia siempre solamente por aquello, que todavía no posee. ¡Despertará la facultad de desenvolver la belleza de su propio ambiente hasta la más maravillosa florescencia, de moldurarlo totalmente en acuerdo a su especie, apenas lo coloque en la gran vibración de las sencillas leyes primordiales de la Creación rica en bendiciones, las cuales yo pude enseñarle con el Mensaje a través del amor de Dios, que, de esta vez, ayuda castigando para salvar aquellos, quienes todavía son de buena voluntad y humildes en espíritu!

Si queráis construir, luego clarificad primeramente vuestro espíritu y tornadlo fuerte y puro. ¡Clarificadlo, es decir, dejadlo alcanzar la madurez! La Creación ya se encuentra en la época de la cosecha, con ella, el ser humano como criatura.

Él, sin embargo, quedó hacia tras, debido a su obstinado querer errado, él mismo se puso a la parte de todo el vibrar deseado por la Luz y tiene que ser lanzado hacia fuera del circular de la Creación, ahora ya reforzado, más animado, porque él, en su inmadurez, no puede mantenerse en él.

La voz del pueblo habla muy correctamente del espíritu clarificado. Un espíritu madurado o clarificado puede ser muy fácilmente reconocido; pues él se encuentra en la Luz y evita todas las tinieblas. Él también provocará paz en su alrededor debido a su modo de ser.

Ahí no más habrá ningún silbido rabioso, sino apenas serena objetividad en el gran impulso de actuación alegre, o severidad imparcial, que con afabilidad ilumina, elucidando, las debilidades de aquellos, quienes además no pueden estar fortalecidos en el espíritu, pero que todavía están sujetos a la fermentación, que debe provocar purificación y clarificación, o... ruina.

Solamente las tinieblas pueden silbar rabiosamente, jamás la Luz, que siempre muestra serena pureza y reflexión llena de paz en la fuerza conciente del elevado saber.

Por consiguiente, dondequiera que en el ser humano todavía pueda silbar la rabia, allá todavía hay debilidades para que sean extirpadas, un tal espíritu también además puede sucumbir a los ataques de las tinieblas o servirles de instrumento. Él no es “clarificado”, todavía no está suficiente purificado.

Así os pasa con todas las debilidades, que tenéis en vosotros y de las cuales aparentemente no os podéis librar, o sólo bajo grandes dificultades. En la realidad no sería difícil, apenas fueseis capaces de finalmente lidiar de forma sensata con aquello, que Dios os dio, de aplicar de modo cierto aquello, que ya tenéis en manos e os inserir a las vibraciones de las leyes, cuyo conocimiento ya pudisteis obtener a través de mi Mensaje. Luego es muy fácil, en lo más verdadero sentido.

Dejad de ocuparos predominantemente con preguntas, que exceden la región que os ha sido designada y aprended primero a reconocer profundamente todo aquello, que se halla dentro de vosotros propios y a vuestro alrededor, luego la ascensión vendrá por si sólo; pues seréis elevados naturalmente por los efectos de vuestro actuar.

Sed simple en el pensar y en actuar; ¡pues en la simplicidad reside grandeza y también fuerza!

Con eso no retrocederéis, pero, sí, progresaréis y añadiréis una construcción sólida a una nueva existencia, en la cual cada ser humano puede orientarse, por no más estar confuso y enredado, pero, sí, en todos los sentidos apreciable, luminoso y claro, en fin: ¡sano! ¡Natural!

Desenvolveos como seres humanos interiormente correctos, verdaderos, y, con eso, tendréis inmediatamente la intima ligazón con la Creación entera, que os favorecerá en todo cuanto necesitéis y en todo lo que necesitáis para la ascensión. ¡En ningún otro camino podéis lograr eso!

Luego, afluirá para vosotros en rica abundancia todo cuanto necesitéis y que os proporcionará alegría y traerá paz, de ninguna manera antes, aunque os esforcéis sobremanera por eso; ¡pues ahora ha llegado el tiempo, en que el ser humano en la Tierra tiene que abrirse a la Palabra de Dios, lo que equivale a adaptarse a las existentes y favorables leyes de la sagrada voluntad de Dios, que conservan la Creación!

Para toda la humanidad no hay otro camino — ¡tampoco otro auxilio! Ella tiene que reconocer y someterse o sucumbir; ¡pues el Juicio está ahí! ¡Ningún ser humano será a continuación capaz de os aconsejar y os auxiliar en el sufrimiento venidero, sino apenas y únicamente Dios!

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