El sistema de clases sociales, constantemente hostilizado, y el espíritu de castas tienen su origen en la simple intuición del efecto de una de las leyes de la Creación: ¡la de la atracción de igual especie!
¡Ha sido uno de los mayores errores de la humanidad la de haber dado muy poca o casi ninguna atención a ese actuar y, por eso, ha dejado surgir numerosos errores, que tienen que conducir a una gran confusión y finalmente a un colapso total!
Intuida ha sido la ley por todos los seres humanos, aquello, sin embargo, que está encima del saber puramente grueso-material, no atado firme y directamente con la posibilidad de apoyo terreno, es considerado por ellos de modo demasiado superficial y secundario. ¡Con eso, tampoco nunca ha sido reconocido lo más importante para la base de una vida terrena ascendente armónicamente, aún menos inserido en la materia gruesa por medio de la asimilación correcta, por lo tanto, en la vida cotidiana terrena! Y tiene que ser inserido en la vida de esta Tierra, porque en caso contrario, jamás podrá surgir armonía, mientras también solamente una única de las leyes primordiales de la Creación permanezca incomprendida por los seres humanos y, con eso, quede muy torcida o excluida en la vida de la materia gruesa.
Todos los pueblos antiguos ya habían adoptado divisiones de las diferentes categorías sociales o clases culturales, porque inconcientemente habían reconocido la necesidad, aún mucho mejor que hoy.
¡Mirad, pues alrededor! Donde se juntan solamente algunas personas, bajo cualquier pretexto, ahí también la ley se efectiva muy rápida y seguramente en una forma, cuya configuración demuestra siempre el libre querer de esos espíritus humanos, porque la voluntad espiritual es capaz de imprimir su sello en todas las formas, poco importando si esa voluntad se manifiesta plenamente conciente o de modo inconciente. Así, la forma también presentará siempre, visible en sí, la madurez o la inmadurez del espíritu.
Dejad una vez que cinco personas o bien solamente tres reúnanse bajo cualquier pretexto, sea para un trabajo o un entretenimiento, rápidamente la ley de la atracción de la igual especie formará dos grupos entre ellas, aún que solamente en la conversación o en el intercambio de sus opiniones. Tal hecho, en constante repetición ya hace millones de años, debe presuponer un motivo, que es más profundo de lo que evidenciar solamente una actuación habitual.
Sin embargo, también desde ese hecho tan evidente se ha sacado solamente conclusiones totalmente superficiales y, en relación a la seriedad, imprudentes, demasiado limitadas, por haber sido formadas por el intelecto, que siempre sólo puede comprender las ultimas, groseras manifestaciones de los verdaderos efectos, pero nunca es capaz de seguir hasta el extramaterial, por él propio tener su origen solamente en la materia gruesa. Y es precisamente en el extramaterial que se encuentra el origen de toda la fuerza y de todas las vibraciones, que atraviesan constantemente las especies de la Creación.
¡Por lo tanto, en todo lo que con base en esa observación ha sido moldado en forma por el intelecto aquí en la Tierra, hace falta la verdadera vida, la movilidad! Se ha tornado errado e insalubre por la rigidez del sistema grueso-material, que ha surgido en cada institución y ha comprimido todo lo que es vivo en formas muertas.
Al ser humano le pasa, entonces, como a una planta, que es arrancada de su suelo original y no más puede desarrollarse en el nuevo suelo que a ella le es ofrecido, porque éste no más corresponde a su especie. Hay que languidecer, mientras que en suelo adecuado habría florecido plenamente y podría haber producido ricos frutos, solamente para el provecho de su ambiente en la Creación y de si misma para la más pura alegría y para constante trasformación de la fuerza.
En este gran error reposa siempre el germen hacia la ruina.
Con relación a la expresión espíritu de castas, no es necesario que se apunte a un determinado pueblo; ¡pues todos los pueblos lo poseyeron! Él tiene que desarrollarse allí, donde existen seres humanos, sin embargo, siempre surgirá de modo errado mientras las leyes en la Creación permanezcan desconocidas, como hasta hoy.
Y ese modo errado había que provocar envidia y odio, un impulso para romper algo existente. Ese impulso inconciente se ha incrementado de acuerdo con la ley hasta tornarse una hola siniestra, la cual, como florescencia en el cierre del circulo de los acontecimientos, produzco caída, por ni haber sido posible de otro modo.
En eso se muestra como fruto lo falso existente en la actual estructuración del convivir humano en la Tierra, muestra todos los puntos donde las leyes primordiales de la Creación no han sido observadas o donde han sido concientemente contorcidas. Había que alcanzar esos efectos, porque la Luz ahora penetrante impulsa también todo el errado hasta el grado máximo, a fin de que, entonces, en la supermadurez, colapsando por si misma, ceda el terreno para la nueva edificación de acuerdo con la voluntad de Dios, la cual ya desde el inicio ha sido anclada en las leyes de esta Creación, no pudiendo ser torcida o cubierta sin consecuencias funestas.
Es la cosecha de toda la sembradura, que desde la actuación de los seres humanos ha sido esparcida en su querer. La cosecha de todo lo que es cierto, así como de todo lo que es errado, poco importando si ese errado se haya originado antaño desde la maldad o solamente desde la ignorancia de las leyes divinas en la Creación. ¡Alcanza su florescencia por la fuerza aumentada de la Luz y tiene que presentar abiertamente sus frutos, que habrán de ser aceptos por los causadores y adeptos, también por los seguidores ahora en este Juicio Final, como recompensa y castigo en el refluir de la reciprocidad!
¡Las funestas enemistades y cisiones de los numerosos partidos no son consecuencia de una estructuración estatal errada, sino exclusivamente la continuación de la división errada de clases, que, en su rigidez y torcimiento, jamás podría conducir a armonías en la humanidad de esta Tierra!
Añadid a ello todavía la ley primordial de la Creación del movimiento necesario, entonces, reconoceréis que la clase media, cómoda y sosegada, había que sufrir el mayor perjuicio con ello. — ¡Era solamente el efecto de la necesaria ley primordial del movimiento!
La comodidad camina de manos dadas con la presunción y con la indolencia del espíritu: ambas tullen el movimiento espiritual de la misma forma que la fama y el poder, lo que lleva muy fácilmente hacia la arrogancia, como tantas veces pudo ser constatado en las clases superiores. Todo eso tulle, retarda el movimiento espiritual, mientras que unilateralmente favorece el trabajo del intelecto.
¡Trabajo del intelecto, sin embargo, no es al mismo tiempo movimiento espiritual! Reside ahí una gran diferencia.
Sin embargo, la envidia y el odio de las clases inferiores penetran mucho más profundamente. Alcanzan en su ardor la intuición y, con eso, el espíritu. ¡De esa forma, aumentan el movimiento espiritual, aún allá, donde eses seres humanos pertenecen físicamente a los indolentes!
¡Sin embargo, como ese movimiento, alcanzando hasta el estado febril, infringe tanto la ley primordial de la Creación aún bien como el movimiento demasiado lento, la desarmonía había que irrumpir por fin, como olas agitadas del mar, correspondiendo precisamente al efecto impulsador y natural de la ley primordial! ¡No podría ocurrir de forma diferente!
Hablo aquí, a propósito, de la clase social superior, de la media, y de la inferior, porque la división era fundamentalmente así. Y en eso ha consistido lo errado. ¡Esas clases, en si necesarias, no deben actuar encima o debajo de la otra, sino una al lado de la otra, cada clase de pleno valor por si, como una especie, que es indispensable y que debe madurar en la Creación bajo la plena florescencia y fructificación, a fin de realizar cosas grandes, máximas, en el suelo de su bien determinada especie, lo cual únicamente es capacitado para él y que ofrece las fuerzas!
¡Contemplad cada una de las razas en la Tierra, oh creaturas humanas! Desde ellas, mucho podréis aprender. ¡En uno misma, cada raza puede ennoblecerse, madurarse, volverse grande y fuerte, mientras por la mezcla de dos razas serán reproducidas solamente las fallas, las debilidades y los defectos de ambas las razas, que se mezclaron, y, en los frutos, con solamente pocas excepciones, resultan desmedidos aumentos de todos los defectos, raramente algo de bueno!
Tened eso como advertencia de la Creación, os orientéis correspondientemente en vuestra vida cotidiana de materia grosera en la Tierra. Tenéis aquí en la Tierra una vestimenta de materia grosera, el cuerpo terreno, a lo cual tenéis que dar atención; ¡pues en eso reside aquí en la Tierra la reproducción de la raza! Nunca lo olvidad. Jamás podréis contornar impunemente esas leyes.
Sin embargo, vosotros todos en conjunto dependéis de la Tierra. Cada uno tiene un derecho de aquí actuar y desarrollarse. ¡No solamente un derecho, sino también sagrado deber! Sin embargo, no uno abajo del otro, pero uno al lado del otro. Prestad una vez atención a los sonidos. Cada sonido es completamente autónomo, permanece autónomo y no se deja mezclar. Y solamente cuando se encuentra en el lugar cierto, al lado de sonidos de tonalidades distintas, resultará la armonía, que suena melodiosamente. Desplazad los sonidos e intentad disponerlos de manera distinta, luego, disonancia hay siempre que ser la consecuencia, la cual, en el efecto, puede intensificarse hasta producir sensación de dolor física y, al final, incluso lo insoportable.
¡Aprended en eso y comprended! ¡Sin embargo, no empezad todo nuevamente por el lado errado, ya en el principio!
¡Todo cuanto intentasteis hasta ahora ha sido en contra la armonía de las leyes divinas en la Creación, por eso, no podíais esperar otra cosa sino aquellos frutos, que ahora os resultarán y que maduran hacia vuestro encuentro! Lanzadlos hacia el fuego y empezad nuevamente a sembrar. Solamente a partir de la base puede ocurrir renovación.
Actuad en acuerdo; pues no sois capaces de torcer una sola de las leyes primordiales de la Creación, sin consecuentemente tener que cosechar gran perjuicio. ¡Aprended las leyes y luego construid en acuerdo a ellas, entonces, también tendréis paz, alegría y felicidad!
¡Si, ahí, sea considerado que por fin todo, pero todo mismo, solo ha sido erigido por sobre dinero, por sobre poder y valores terrenos, entonces, la calamidad actual no es nada sorprendente y el colapso está condicionado de acuerdo con las leyes de la Creación!
Y como ha ocurrido con algo aislado, así también ocurre con todo lo demás que no se base en las leyes divinas, las cuales son tan fácilmente reconocibles en las leyes primordiales de la Creación.
Ahora todo ha que ser impulsado hacia el rescate final. Atizada por la Luz, que penetra en las tinieblas de esta Tierra, habría que seguir, por ejemplo, la guerra en gran escala, como consecuencia de los continuados preparativos belicosos con los pensamientos en la guerra. El estimulo para eso ha sido dado solamente por el pensar humano, querer humano, precaución humana, miedo humano. Con eso, el ser humano ha puesto las formas en la Creación, las cuales, impelidas por la Luz reforzada, han crecido vigorosamente hasta la florescencia y fructificación, por lo tanto, hasta la acción, hubieron que crecer, como todo, lo que en la Creación ahora aún existe en formas, no importando de qué especie sean.
Ellas tienen que crecer, serán erguidas y fortalecidas por la Luz para seguir existiendo, si correspondan a las leyes de esa fuerza de Luz, o quedarán solamente reforzadas, para, al medrar, rómpanse en esa fuerza de Luz y, de ese modo, juzguen a si propias, si no correspondan a las leyes de esa fuerza de Luz y, por eso, no puedan obtener conexión con la misma. Con eso, todo lo que es errado se extingue por si mismo, al alcanzar ahora a la efectuación de modo visible a todos, también aquello, que aún le gustaría ocultarse. ¡De aquí hacia delante, nada podrá abstenerse bajo la luz del dia, tiene que mostrar sus frutos en la acción! Para que sea reconocido exactamente como aquello, que realmente es. Y todo por si propio.
Ahí ya no más ayuda un oponerse, tampoco las sutilezas del intelecto, que hasta ahora muchas veces pudieron tener éxito en la oscuridad y en la penumbra de este grande caos. ¡Hay que haber Luz por toda la parte! De acuerdo con las leyes fundamentales y naturales de esta Creación, ahora muy fortalecidas. ¡El ser humano con su querer nada más representa en este engranaje gigantesco, el cual, nuevamente penetrado por la fuerza de Dios, acelera sus efectos, para, al avanzar, realizar purificación y renovarse en eso!
No habléis, ahí, en sugerencias de masas de algunos lideres; pues estas no existen en tal sentido. El proceso es enteramente diferente. Por un líder solo puede ser provocada, por sus esfuerzos, la homogeneidad de los pensamientos. ¡Fuerza impulsadora para la exaltación hacia la acción, traen únicamente los efectos seguidamente espontáneos de las leyes primordiales de la Creación! Los seres humanos, sin embargo, en la determinación de las concepciones, veen todo por el lado errado, como si la fuerza partiese del ser humano individual o del ser humano en general. ¡Sin embargo, es lo contrario! ¡Toda y cualquier fuerza solo viene desde arriba!
Así, también no podría dejar de ocurrir que surgiesen luchas partidarias de las más repugnantes formas y aumentasen hasta el propio colapso, porque los partidos, en la ignorancia de las leyes primordiales de la Creación, también se encuentran sobre bases erradas, y por esa razón jamás pueden ser armonizados. Como florescencia de todas las hiervas dañinas en la organización partidaria, proliferan periódicos, que envenenan con instigante falta de conciencia también aquella parte de esta humanidad, que inofensivamente desea trillar su camino. ¡Los periódicos buscan excederse unos a los otros de la manera más desenfrenada, porque tienen que mostrar ahora, en la fuerza que fluye de la Luz, todo su vacío, todos sus esfuerzos errados que ocultan! ¡Y los muestran! ¡Imprimen en si propios aquél cuño de que son merecedores y que no podrán más alterar, tampoco apagar, cuando llegue la hora del esclarecimiento para los seres humanos en la propia vivencia, en el propio reconocimiento!
Entonces, no habrá ningún retorno, donde han avanzado demasiado y, de este modo, ellos mismos han tornado imposible un regreso. Así también aquí sobrevendrán, debido a la propia culpa, la caída y la autodestrucción. Cuando, sin embargo, entonces, todos los partidos se hayan extinguido por la aceleración aumentada de la acción, en acuerdo con las leyes sagradas de esta Creación, entonces, como consecuencia siguiente, se extinguirá también la mayoría de los periódicos, por no haber más lo que ofrecer a sus lectores, cuando juntamente con la envidia, el odio y la enemistad se hubieren rompido sus bases, pues solamente en ese pantano pudieron alcanzar una florescencia de tal especie. En suelo bueno les es sacada la posibilidad de existencia.
¡Todo tiene que tornarse nuevo! Incluso las iglesias no quedarán popadas en aquello, que hasta ahora ha sido errado en ellas. De acuerdo con la ley de la Creación, también todo sigue ahora su camino y no más puede ser detenido por nada: aquello, que no esté en perfecta consonancia con las leyes de Dios, que están ancladas firmemente, no en libros, sino en la Creación, habrá que manifestarse. ¡En conformidad con la especie de la sembradura, maduran ahora los frutos para la cosecha en el cierre del circulo de los acontecimientos de todo cuanto ha sido entretejido en la Creación por el actuar y por el querer de los seres humanos, y eso equivale al Juicio, muchas veces prometido, antes del inicio de una nueva era y más agradable a Dios!
¡Tienen gusto amargo los frutos, los cuales el actuar de los seres humanos ha cultivado en la Creación y que la humanidad ahora tendrá que comer, aún que se envenene y perezca a causa de eso! Durante mucho tiempo ella se opuso a cualquier reconocimiento, por no estar éste en acuerdo con su conceptuación de hasta entonces.
Sin embargo, primero todo tiene que tornarse nuevo, antes que la ascensión pueda sobrevenir, como las promesas ya hace mucho anuncian y conforme el propio Hijo de Dios ya ha declarado antaño. Eso significa que también todo ha sido errado.
Sin embargo, mentalmente indolente cada ser humano aún sigue a pasar por esa realidad, incluso aquellos, quienes tienen esa anunciación frecuentemente en la boca. ¡Ellos saben de ella, sin embargo, no dan atención a ella con la seriedad que sería necesaria para la propia salvación!
Lamentablemente, todo es considerado e interpretado siempre de tal modo, que corresponda a los deseos egocéntricos o también comodistas de cada uno. Y aquello, que a él no le agrade, o que no comprende con facilidad, eso él rechaza en la mayoría de las veces o ni siquiera da atención, porque así le es más cómodo en el momento.
Aún no es lo suficiente, que el fallar de todas las iglesias durante la guerra mundial tuvo que mostrar tan claramente cuán poco sus enseñanzas estaban realmente vivas dentro de los adeptos. Ellas permanecieron como palabras totalmente huecas y solamente una forma superficial, en lugar de ahí validarse. ¡El fallar, sin embargo, no era culpa de los adeptos, pero de las interpretaciones de hasta ahora de la Palabra, a las cuales falta todo el calor vital de una convicción! Por eso, tampoco son capaces de despertar convicción.
¡Solamente donde la convicción vive, la Palabra se torna acción y da a los seres humanos realmente un apoyo firme! El tiempo de la guerra y de las consecuencias, sin embargo, era para todos los dogmas, solamente la maduración hasta la floración. ¡Los frutos deben mostrarse ahora, los cuales dejarán reconocer precisamente la especie de la verdadera sembradura! Con el aumento de la aflicción, se llenarán las iglesias y los tiemblos, todas las casas de Dios, indiferente de cual confesión, con sus adeptos y seguidores, que allá esperan encontrar ayuda en aquella forma, en la cual les ha sido enseñado. Con eso, todos los seres humanos sabrán, en el propio vivenciar, lo qué en las enseñanzas de hasta ahora era verdadero y lo qué de errado aún estaba contenido en ellas. Habrá que validarse todo el legitimo, así como el todo el falso, a fin de que se presente de forma clara ante cada uno y todo el errado colapsará velozmente en el despertar por la vivencia, para nunca más poder resurgir. ¡Solamente en la vivencia el ser humano aprende a discernir! Mientras le falta a él la convicción del vivenciar, permanecerá en creencia ciega, inactiva, que no le trae provecho alguno a su espíritu, pero, sí, lo hace caer dormido y lo paraliza.
Id, oh seres humanos, y vivenciad, ya que voluntariamente, por medio del desplazamiento del vuestro espíritu, no más podéis llegar al reconocimiento de la Verdad divina, porque vosotros mismos manteneos continuamente cerradas las entradas para eso.
También vuestra expresión, utilizada de buen gusto en su falsa concepción de hasta ahora, se perderá muy rápidamente, si aún queráis seguir a consolaros según vuestro sentido con palabras como: “¡Ante Dios, todos los seres humanos son iguales!”
¡Esta expresión en si es cierta, pero errada en su interpretación de hasta ahora! También aquí las leyes divinas de la Creación ni siquiera admiten una interpretación tan cómoda.
De hecho, es cierto que ante Dios los seres humanos son iguales, sin considerar aquello, lo que ya dejaron hacia tras. Sin embargo, ubicarse ante Dios, es decir, llegar hasta los escalones de Su trueno, solo es posible a pocos seres humanos. En ese facto grave, sin embargo, el ser humano terreno no piensa, en su costumbre superficial, pero busca convencerse de que en el espíritu reina una igualdad incondicional ante Dios. A la indicación ahí expresa: “ante Dios”, ellos buscan no dar mayor atención. Tranquilamente el ser humano pasa por eso y se apega solamente a la expresión “igualdad” de la frase.
Sin llevar en consideración, sin embargo, que en ese ser igual ante Dios está también una indicación relativa a la nulidad de las dignidades terrenas ante todas as leyes divinas, las cuales, en la hora del traspase de un espíritu humano de su involucro de materia gruesa hacia el mundo de materia fina, no hacen distinción alguna, poco importando si ese ser humano en la Tierra haya sido mendigo o rey, sacerdote o papa, él es ante Dios un espíritu humano y nada más, quien tiene que responder personalmente por cada uno de sus pensamientos, palabras y acciones, luego, hay en estas palabras incluso un sentido más elevado.
Ante Dios significa ubicarse ante los escalones del trueno de Dios, por lo tanto, en el reino espiritual, en el Paraíso, que está debajo de los escalones del trueno. Eso es lo más significativo de esa frase, a lo cual el ser humano, sin embargo, no pone atención. Lo más difícil, porque un espíritu humano en la Creación solamente llega ante Dios, cuando se haya libertado de todo cuanto a él le pesaba de culpa y de errado en esta Creación. ¡Todo, incluso el último granosito de polvo! ¡Antes de eso, él no puede “estar ante Dios”!
A pesar de eso, jamás verá Dios; pues no es capaz de eso. También es inmenso aún el abismo que lo separa del lugar que se denomina “a los pies de Su trueno”. Jamás será transpuesto por un espíritu humano. Por eso, el ser humano tiene que contentarse con aquél, que posee. ¡Eso ya es inmensurablemente demasiado, y mal es realmente aprovechado por él en la mínima parte!
¡Sin embargo, los espíritus humanos aquí en la Tierra y también todos en la Creación no son de igual valor ante Dios! ¡Tal concepción es un error nefasto! Primeramente el ser humano debe, en su madurez y pureza, llegar a tal punto, que pueda subsistir o estar ante Dios, luego, a él le es permitido decir que puede ser considerado igual a los demás que se encuentran simultáneamente ante Dios. Aquello que él ha dejado hacia tras ya no tendrá importancia, porque no podrá ubicarse ante Dios antes de todo haber estado extinto, todo anulado, lo que antes en él aún estaba errado, no importando tratarse en eso solamente de conceptos o acciones. Estará remido y rescatado, apenas se ubique ante los escalones del trueno; pues antes no llegará hacia allá. Ni con astucia, ni bajo fuerza; pues que las leyes de la Creación no lo permiten.
¡Sin embargo, ubicándose una vez allá, luego, incluso en el caso de los mayores errores anteriores, será absolutamente igual, como si jamás hubiera habido algo errado en él! ¡Así debe vigorar simultáneamente también aquí en la Tierra, de acuerdo con la voluntad de Dios, sin embargo, los seres humanos no dan atención a eso en las leyes que ellos propios elaboraran para si, no se apoyan en eso en la voluntad de Dios, pero, sí, esperan del propio Dios siempre más de lo que ellos están dispuestos a dar de si a sus semejantes! Cristo ya hubiera dicho eso antaño de forma suficientemente clara en su parábola del servo infiel. —
¡Las palabras huecas, de hasta el momento, se transforman de aquí para adelante evidentes bajo la fuerza de la Luz! Y con eso sobrevendrá por si la expulsión de todo lo que hasta el momento ha sido enfermo y la cura. ¡También lo que es errado será despierto para la vida y tendrá que mostrar sus frutos a toda la humanidad! ¡Para que ella, en eso, alcance reconocer! ¡La ira del Dios omnipotente hará el mal destrozarse por si mismo! ¡Sin embargo, solamente por la inobservancia de las leyes divinas pudieron madurar tales excrecencias y malos frutos, los cuales tenéis que cosechar hoy por toda la parte, para ahora degustarlos, en eso os libertáis de ellos u os arruináis en ellos!
Cuando esos males hubiéranse removido por si mismos, luego, los seres humanos reconocerán, poco a poco, cómo en la realidad han sufrido con ese veneno. Solamente entonces respirarán libertos en el aire fresco, generado por tormentas purificadores de la más grave especie.
Hoy, sin embargo, no ha todavía llegado a este punto. ¡En todas las partes todavía reina el miedo! La humanidad, sin embargo, todavía no quiere admitirlo, pero aún así actúa impelida por ese miedo; ¡pues ya se manifiesta el odio! ¡El verdadero punto de partida del odio, sin embargo, es el miedo! Lo que es atacado por odio, también es temido en todos los casos. Así es la costumbre de los seres humanos terrenos.
Solamente desde el miedo originase el verdadero odio. Jamás desde la rabia, tampoco desde la indignación, que, a su vez, genera la ira sagrada. El odio tampoco puede surgir desde el desprecio, tampoco del asco.
Y como el miedo ya comienza en el odio, luego, el fin no más está lejos; ¡pues ese miedo surge ahora en los seres humanos terrenos ante la presión de la Luz, de la cual no pueden escapar con las viejas y habituales sutilezas del intelecto que, por la primera vez desde milenios, falla, visto ser impotente contra la voluntad viva y omnipotente de Dios! —
Es, alcanzando la humanidad entera, todo lo ocurrir, que yo os explico a vosotros. Por lo tanto, no penséis, de modo humano, que todo ya esté resuelto dentro de días, semanas o meses. ¡Es una lucha, que ya se extiende por años, pero cuyo el fin, como siendo la victoria incondicional de la Luz, se encuentra entretejido en las leyes primordiales de la Creación!
¡Seres humanos, despertad en la vivencia, a fin de que no tengáis de perecer en eso! Pues en breve deberá surgir una humanidad, que vibrará concientemente en las leyes primordiales de la Creación, para que el infortunio, como consecuencia de la vida errada, permanezca alijado y para que solamente paz, alegría puedan reinar en este plano terrestre. ¡Para vuestra salvación, para el honor de Dios!