Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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Contenido


25. El sexo frágil

Si queráis reconocer todo cuanto está errado en las acepciones, costumbres y hábitos de hasta ahora de esos seres humanos terrenos, no os costará mucho esfuerzo, pues nada tenéis que hacer sino agarrar cualquier expresión y examinarla profundamente. Será errada, sí, ella debe estar errada, porque ya la base de todo el pensar de esos seres humanos terrenos está completamente torcida.

En base errada, sin embargo, nunca se puede desenvolver el pensar cierto, al contrario, en acuerdo a la base, debe igualmente estar errado.

Tomemos hoy, pues, la denominación comúnmente difundida para la femineidad terrena, como siendo el “sexo frágil”. Por supuesto no habrá una persona entre los oyentes que todavía no haya oído esa expresión. Es usada cariñosamente, como también de forma mordaz, benevolentemente y también de modo irónico, pero es acepta siempre sin reflexión como existente, y es conservada impensadamente o entonces sin examen.

En la realidad, sin embargo, en la Tierra la femineidad es igualmente tan fuerte cuanto la masculinidad, sólo que de otra manera.

En mis disertaciones ya aclaré muchas veces que el concepto propiamente dicho con relación a la femineidad y a la masculinidad parte de la especie de actuación en la Creación, que, por lo tanto, la especie de la actividad es básica para eso y solamente determina la forma, que deja reconocer la criatura humana en la Tierra como femenina o masculina.

La diferencia se muestra inmediatamente, cuando los gérmenes de los espíritus humanos dejan su plan de origen. Aquellos que se inclinan para la actividad positiva, por lo tanto más gruesa, adquieren formas masculinas, mientras que alrededor de aquellos quienes quieren actuar de forma pasiva, por lo tanto más delicada, se constituyen formas femeninas. Son dos especies diferentes de actuación, sin embargo igualmente fuertes; de una especie más débil ahí no se puede hablar en absoluto.

¡Esas dos especies dan también la interpretación de la propia Cruz viva, que en si es perfecta! La barra vertical de la Cruz es la vida positiva, por lo tanto, activa; la barra horizontal, igualmente fuerte y de igual largura, es la vida negativa, por lo tanto, pasiva. ¡La Cruz viva trae ambas en si!

La Cruz de la Creación, partiendo de la cual y alrededor de la cual la Creación entera se desenvuelve, dice y muestra lo mismo. La barra vertical es la actuación positiva, activa, y la barra horizontal, la actuación negativa, pasiva.

Los ancianos, en la esfera divina, que son simultáneamente los guardianes del Santo Grial, en la parte divina del Supremo Templo del Grial, muestran en sus irradiaciones, igualmente, ambas las vigas, por lo tanto la Cruz isósceles. En ellos, sin embargo, no es la propia Cruz viva que constituye su irradiación, pero deja reconocer que esos ancianos son espíritus completos en su especie, trayendo integralmente ambos en si, el activo y el pasivo, en armonioso actuar.

En la Creación, sin embargo, el activo es separado del pasivo en sus efectos. Cada espíritu trae en si o solamente el activo o solamente el pasivo, como después se repite también con las semillas espirituales.

Éstas actúan, o pasiva o activamente, una al lado de la otra y, sin embargo, anhelan permanentemente una por la otra, pues que ambas las especies solamente pueden realizar algo completo en la actuación conjunta. Completo, sin embargo, solamente cuando ambas las especies actúen igualmente fuertes y anhelen por un blanco: ¡en dirección a la Luz!

Para que puedan hacer eso, no necesitaban vivir juntas en matrimonio terreno, no necesitan en absoluto estar estrechamente ligadas en la materia gruesa, ni incluso necesitan conocerse personalmente. Apenas el blanco debe ser uno sólo: ¡en dirección a la Luz!

Menciono eso expresamente para que no se saquen, por acaso, conclusiones erradas de mi disertación, pues matrimonios y aproximaciones físicas en la materia gruesa son una cosa totalmente a parte, que no están condicionadas a el anhelar por la Luz, pero, siendo puras tampoco estorban.

Sin embargo, esta disertación se destina, antes de todo, a la expresión errónea: el sexo frágil. Ahí yo no debo desviarme demasiado, pero os quiero mostrar, por qué motivo pudo surgir antaño la expresión y cómo pudo mantenerse continuamente.

Eso en el fondo no es tan difícil. También vosotros podríais reconocerlo fácilmente, si os quisieseis esforzar y examinar todo, focalizando nítidamente lo que vuestro prójimo dice.

Sabéis que toda la femineidad en la Tierra tiene que mantener despierta la nostalgia de la Luz, como guardiana de la llama de la nostalgia de la Luz, que conserva y conduce hacia arriba.

Para esa finalidad se desenvuelve en ella también la capacidad de intuición más delicada, porque en su impulso para la actividad más delicada no se desligó de ella tanto espíritu-enteal como en la masculinidad, que se inclina para la actividad más gruesa.

Luego, cada mujer es receptora y mediadora de irradiaciones que la masculinidad no más puede recibir. La femineidad ahí se encuentra medio escalón arriba, más vuelta hacia la Luz de lo que cualquier hombre. Bajo la condición, naturalmente, que ella se ubique de manera cierta y no desperdicie sus capacidades o incluso las emparede.

Que la mujer dispone a causa de eso de sensibilidades que el hombre no más trae en si, y tampoco puede traer, por la especie de su actividad, pues que ellas, en caso contrario, lo impedirían de muchas cosas gruesas que, sin embargo, son necesarias, eso el hombre intuyó de modo inconciente. Él, en la verdad, no percibe eso de manera nítida, o entonces solamente muy raramente, pero siente de modo intuitivo en eso un tesoro que quiere ser protegido. Se siente impulsado a proteger en la materia gruesa ese tesoro invisible, porque terrenalmente, es decir, grueso-materialmente, él se siente como el más fuerte.

Hay solamente pocos hombres que no intuyen eso. Tales, sin embargo, son, en cualquier caso, embrutecidos y no pueden ser considerados como hombres en el verdadero sentido.

La necesidad tácita, porque apenas inconcientemente intuida, de proteger llevó el hombre, con el tiempo, a ver erradamente en la femineidad el sexo más frágil, que necesita de su protección. Esa denominación, por lo tanto, no se origina acaso de mala voluntad o de juzgamiento despreciativo, sino solamente de la ignorancia de la verdadera causa de sus propias intuiciones.

Con el progresivo embotamiento en las maneras erradas del pensar de los seres humanos terrenos y la limitación, cada vez más fuerte, de su capacidad de comprensión para las cosas que se hallan fuera de la materia más grosera, naturalmente se estableció también aquí una interpretación cada vez más interiorizada de aquella denominación.

En la realidad, el hombre no es el sexo más fuerte, sino apenas el más grosero, es decir, más grueso-material y, luego, más denso; la femineidad, sin embargo, no es el sexo más frágil, pero sí el más delicado, menos denso, hecho que nada tiene que ver con debilidades.

El hombre es, debido a su mayor actividad material, más condensado en la materia gruesa, lo que, sin embargo, no es un error, pues de eso necesita para la ejecución de su efecto en la Creación, a fin de que se fije más firmemente en el suelo terrestre y pueda actuar más directamente en la densa materia grosera y sobre ella. Así él estará más firmemente ligado a la Tierra y más acostumbrado a ella.

La tendencia de la mujer, sin embargo, se dirige más hacia arriba, hacia lo que es más delgado, más delicado, menos denso. En eso ella es lo que completa el espiritual humano, firmando, irguiendo... naturalmente sólo cuando ella se halla en su lugar, que el Creador a ella le destinó.

Por la conservación de una bien determinada especie de enteal más elevado en su cuerpo, éste no es tan fuertemente condensado, porque el cuerpo de materia gruesa sigue prepasando por ese enteal, que lo mantiene menos denso.

Pero eso, a su vez, no es una falla tampoco una debilidad, al contrario, una necesidad para la recepción y la transmisión de irradiaciones, cuyo auxilio el hombre, en su actividad, no puede dispensar y que él, sin embargo, no es capaz de recibir directamente, debido a su especie grosera.

Todo eso se extiende naturalmente, también, de la manera más sencilla para las cosas de la materia más gruesa. Tomemos, pues, un nacimiento. El hombre, ya por esa razón, no podría ofrecer en absoluto la posibilidad de que un alma pueda acercarse de él, con el objetivo de una encarnación en la Tierra, aunque existiesen en su cuerpo los órganos para eso.

A él le hace falta el puente hacia el alma, que es propiciada por aquel delicado enteal que la femineidad todavía trae en si, y que tuvo que desprenderse automáticamente de la masculinidad, debido a su voluntad activa.

Por esa razón, aunque existiendo órganos para ello, podría desenvolverse siempre solamente el comienzo de un cuerpo terreno, nada más, por entonces hacer falta la cooperación de la nueva alma, la cual no pudo acercarse, si no exista aquel puente más delicado del enteal. Incluso de algunas mujeres puede, sí, acercarse, a veces, un alma, pero luego no se firma, si ese puente se haya tornado defectuoso, por tener la mujer adquirido propiedades masculinas, las cuales desalojaron los delicados dotes enteales de la femineidad. Las almas vuelven a desligarse, antes que el nacimiento terreno pueda ocurrir.

Todo eso alcanza mucho más lejos de lo que podéis imaginar. También la salud terrena de vuestros hijos es condicionada, dificultada o favorecida por la integridad y pureza de ese puente enteal más elevado que la madre ofrece.

No son solamente los órganos la causa para la falta de hijos o que muchos nacimientos no ocurran así como deberían ocurrir en curso normal. La causa principal en las dificultades, enfermedades y debilidades se halla muchas veces apenas en la imperfección de los puentes de que las almas necesitan para una peregrinación segura y fuerte de sus caminos terrestres.

Cuántas veces una mujer adquirió por broma estúpida o por vanidad condenable propiedades masculinas, que hubieron que debilitar o alejar totalmente la parte enteal más elevada, que le hubiera sido dada como distinción. Las consecuencias de eso son tan múltiples en especie y forma de sus configuraciones, que muchas veces los seres humanos meditan largamente sobre cómo son posibles tantas cosas.

Aún peor, sin embargo, de lo que en esos acontecimientos de materia gruesa, que se tornan inmediatamente visibles, son los daños en los planes de la parte fina de la materia grosera, provocados por tal fallar de la femineidad y que después se muestran también en la Tierra, aunque sólo después de largos tiempos.

¡De eso, mucho aún podréis oír, cuando un dia yo pase para esos sectores, y os sobrevendrá un horror ante la liviana culpa de la femineidad, que además fue favorecida por los hombres y fortalecida en actividad pecaminosa, porque ella les fue mucho bienvenida!

Durante decenios todavía os enrojeceréis ante eso, porque esta época de decadencia se conservará en vuestra memoria por bastante tiempo aún, como una carga repugnante.

Estos son, por ahora, fenómenos todavía misteriosos para la humanidad, cuyos velos todavía levantaré en una época en que los seres humanos estén madurados para poder comprenderlos, pues también yo actúo en eso incondicionalmente en acuerdo a la ley. La humanidad puede saber todo a través de mi, pero siempre hablaré solamente cuando ella se haya tornado apta para la recepción, a través de la maduración interior. Ese proceso se efectúa de modo enteramente automático, como algo que se prende o enciende. Por eso la humanidad sabrá por mi también solamente tanto cuanto sea capaz de asimilar, no más.

De eso, sin embargo, no necesitáis estar siempre concientes, pues yo intuyo el despertar interior y el movimiento del espíritu, que es muy diferente de la conciencia diurna del raciocinio. Y eso es que desencadena mi Palabra.

Por eso también os doy hoy, muchas veces, aparentemente ya mucho más de lo que podéis asimilar en la realidad de modo conciente. Vuestro espíritu, sin embargo, a lo cual yo hablo, lo asimila sin que sepáis de eso terrenalmente. Así, parece como si yo diese ya ahora mucho para tiempos venideros, mientras que vuestro espíritu, sin embargo, ya lo asimiló.

Sólo que la comprensión de la conciencia diurna os advendrá más tarde, tal vez solamente en decenios, de modo que apenas entonces sabréis aplicar eso terrenalmente con entera comprensión.

Apenas caminéis espiritualmente de manera vigorosa junto conmigo, os podréis revelar la Creación entera. ¡Depende siempre solamente de vosotros, seres humanos! ¡Por eso, permaneced vigilantes y activos en el espíritu, para que yo de nada os necesite privar!

¡Doy de buen agrado y alegremente, sin embargo soy atado a la ley, porque yo mismo soy, vivo, la Ley divina y también la Palabra, que el Todo-Poderoso a vosotros envía! ¡Permitido me es os dar en la medida de vuestra capacidad de recepción, y no más! Mantened eso en la memoria. Aprovechad, por eso, el tiempo, mientras yo esté con vosotros en la Tierra, a fin de que nada perdáis; pues nadie sino yo puede darla a vosotros. ¡Si yo no más esté con vosotros en la Tierra, luego también las revelaciones para esta humanidad terrena tendrán un fin para todos los tiempos!

¡Guardad mi Palabra y utilizadla, ella os puede dar todo!

AMÉM.

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