Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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23. Dulce hogar

Son millares los entrelazamientos en que las criaturas humanas se enredan con aparente bienestar. Solamente aquellas que sienten en si la ley de Dios del movimiento espiritual, y se esfuerzan para el despertar, intuyen las ligazones de modo extremadamente doloroso, porque éstas hieren apenas cuando aquél quien se halla así enredado intenta liberarse de ellas.

¡Y, sin embargo, ese liberarse es la única cosa que puede traer salvación de la caída en el sueño de la muerte espiritual!

Hoy seguramente no comprenderéis estas mis palabras en toda su incisiva verdad, porque la humanidad se amarró demasiado en eso y mal puede además tener una posibilidad de libre visión de ello, o una comprensión total para tanto.

Por esa razón los lazos serán ahora cortados por la mano ejecutora de la justicia de Dios, destruidos, aunque haya que ser muy doloroso para las criaturas humanas, tormentoso, si de otra manera no sea posible. ¡Solamente después del corte y de la caída de los lazos y de las amarras seréis capaces de comprender derecho mis palabras, en un horroroso reprospecto al respecto de vuestro errado pensar de hasta ahora!

Sin embargo, quiero destacar de la multiplicidad algunos pequeños ejemplos, que tal vez os puedan dar una idea, cuando ya traigáis el Mensaje dentro de vosotros; pues sin eso cualquier posibilidad de comprender, aunque lo mínimo, sería para vosotros totalmente imposible. A través del Mensaje también os es posible ahora comprender correctamente toda la vida en la Tierra, con todo lo que en eso sucede o se refiere a vosotros.

Mirad, pues, junto conmigo para la actual vida humana:

Está cierto si los niños son conducidos a través de su niñez fielmente protegidos y guardados, si para la juventud en crecimiento es dada, a través de correspondiente instrucción, la herramienta para los caminos a través de la vida terrena.

Sin embargo, en seguida debe restar para cada ser humano individual la posibilidad, e incluso ser dada, de progresar por si propio, desde el principio. ¡No debe, desde el principio, todo le ser tornado cómodo! Y ofrecer una tal posibilidad, debe ser tarea de los gobernantes.

¡En el tornar cómodo, o facilitar, está el mayor peligro como incentivo para la pereza espiritual! Y eso siempre ocurrió hasta ahora en el bienintencionado concepto de familia.

Ya es veneno para un espíritu humano si, cuando niño, es educado en la creencia de que tiene derecho a la posesión de los bienes terrenos que los padres adquirieron.

Yo ahora hablo de los daños del punto de vista puramente espiritual, que es el esencial en todas las actividades de un ser humano. Incluso en el futuro debe quedar siempre conciente de eso, si él y sus relaciones ambientales deban realmente ser sanadas.

Sin embargo, también del punto de vista terreno una transformación en eso cambiaria mucha cosa inmediatamente y eliminaría muchos males. Admitamos, por ejemplo, que un niño, legalmente hasta una bien determinada edad, apenas tuviese derecho a usufructuar la protección y los cuidados de los padres, con una correspondiente instrucción; después, sin embargo, dependería solamente de la libre voluntad de los padres de cómo quisiesen disponer de sus posesiones personales.

¡Cuán distintos se tornarían tantos niños, sólo a causa de eso! Mucho más esfuerzo propio resultaría de ahí, mucho más seriedad para la vida terrena, mucho más empeño. Y, no por ultimo, resultaría también más amor para con los padres, lo cual no podría permanecer tan unilateral como tantas veces hoy se presenta.

Los sacrificios de los padres amorosos reciben también con eso un valor mucho más elevado, pues que luego ocurren de hecho solamente por amor espontáneo, mientras que tales sacrificios, hoy, frecuentemente siquiera son valorizados por los hijos; al contrario, solamente aguardados y exigidos como algo muy natural, sin que sean capaces de provocar verdadera alegría.

La alteración en eso, sin más ni menos, ya contribuiría para alcanzar personas más valiosas, con mayor autoconciencia, de espíritu más fuerte y con aumentada energía.

Pero también crímenes serían evitados frecuentemente, si no existiese derecho alguno de posesión en fortuna personal de otro.

Para los hijos sería más apropiado conquistar el amor de sus padres, en lugar de se que se prevalezcan de la filiación y también de sus derechos, filiación esa que de cualquier manera tiene un sentido completamente diferente de lo que hoy es supuesto, una vez que los hijos deben ser gratos a sus padres porque les hayan dado la oportunidad de la encarnación terrena, aunque ahí los rescates y los beneficios sean mutuos como se pasa en todos los efectos de las leyes de Dios.

En la realidad esos hijos son, pues, todos ellos, espíritus extraños a sus padres, personalidades autónomas, que apenas debido a su igual especie o cualquier ligazón anterior pudieron ser atraídos para la encarnación, como vosotros sabéis del Mensaje.

Los padres terrenos ofrecen protección y ayuda para la época que el espíritu necesita, a fin de conducir de manera plena y auto-responsable su nuevo cuerpo terreno; en seguida, sin embargo, el ser humano terreno tiene que quedar absolutamente independiente, del contrario jamás logrará fortalecerse como seria útil para él, en el grande vibrar de las leyes de Dios. Él debe luchar y tener obstáculos para, venciéndolos, subir espiritualmente, rumbo a las alturas.

Una alteración en la idea de hasta ahora del derecho de un hijo en las posesiones de los padres tendría, sin embargo, mucho más efectos además de lo que los ya mencionados, bajo la condición que direcciones gubernamentales constructivas se encuadren correspondientemente en su actuación para el pueblo y, abriendo camino, ayuden tanto los padres como los hijos en ese sentido.

También el concepto de adquisición de cada uno, con eso, tiene que desenvolverse de modo distinto. Hoy muchas personas buscan aumentar siempre más sus posesiones, sólo para proporcionar a los hijos una vida más fácil, las dejando para ellos como herencia. Todo el pensar es orientado sólo en ese sentido y se torna el motivo del acumulo egoísta de bienes terrenos.

Aunque eso no cayese totalmente, visto que uno u otro, a pesar de todo, además elegiría ese sentido como base de toda su actividad de vida, habría así también muchos otros que darían a sus actividades terrenas un blanco más elevado y más amplio para bendición de muchos.

Entonces caerán los calculados matrimonios inmorales, bien como la fraude de triste caza a los dotes. Tantos males caerán así por si mismo, y algo saludable ocupará sus lugares; ¡honestidad de intima intuición sobresaldrá, y los matrimonios se tornarán legítimos! De antemano se alcanzará a un matrimonio con mucho más seriedad.

¡Para la juventud adolescente debe ser ofrecida la oportunidad de no solamente poder, sino tener que desenvolver sus fuerzas espirituales en el sentido del Mensaje, a fin de adquirir lo necesario para su vida! Únicamente eso seria lo cierto, pues entonces, pero sólo entonces, ella progresaría espiritualmente, porque tendría que moverse espiritualmente.

En lugar de eso, sin embargo, para tanto hijos precisamente ese camino, para ellos necesario a la sanidad espiritual, es demasiado facilitado por sus padres u otros miembros de la familia, y les es tornado tan cómodo cuanto posible. A eso, entonces, se llama concepto de familia y amor o, también, deber familiar.

No quiero enumerar los daños que a través de eso surgen, aunque con la mejor buena voluntad, pues incluso cada ser humano bueno necesita, aquí y allí, para fortalecimiento, impulsos exteriores y obligaciones. Voluntariamente, apenas raras veces se colocaría en una situación donde fuese obligado a esforzarse para emplear todas las fuerzas espirituales, a fin de que se torne señor de la situación y la resuelva favorablemente. En la mayoría de los casos, si tuviese una escoja, optaría por el camino más cómodo, a fin de que tuviese todo fácilmente, lo que, sin embargo, espiritualmente, no le trae provecho alguno.

El auto respecto, la confianza en si propio, sin embargo, aumentará, si con esfuerzo y dedicación él mismo se realice terrenalmente, y si todo eso sea una consecuencia de su trabajo.

Evaluará entonces mucho más acertadamente las posesiones, dará valor al trabajo y también a cada mínima alegría; valorizará también, correspondientemente, cada favor de otro, y podrá alegrarse mucho más vivazmente de lo que una persona a quien mucho es lanzado en el regazo sin el mínimo esfuerzo propio y que solamente busca rellenar el tiempo con distracciones.

Para una acertada capacidad de progresar, uno debe buscar proporcionar los medios, si realmente se desea ayudar. No se debe simplemente dar a alguien, sin determinadas obligaciones, aquellos frutos que un otro logró con sus esfuerzos.

Naturalmente, los padres siempre pueden dar todo de regalo a sus hijos, si quieran, o pueden por falso amor sacrificarles la finalidad y el tiempo de toda su vida terrena, pueden tornarse sus esclavos, pues en eso les queda el libre albedrío, pero una vez que ninguna ley terrena ahí los obligue a algo, tendrán que arcar, en la reciprocidad de la voluntad de Dios, con la plena responsabilidad de eso, completamente solos, por su propia negligencia en la Creación y, en parte también, por el daño espiritual que así alcanza los hijos.

Los seres humanos no se encuentran aquí en la Tierra en primer lugar para los hijos, sino para si mismos, a fin de que ellos puedan madurar espiritualmente y fortalecerse. Por falso amor, sin embargo, esto no más fue observado. ¡Solamente los animales todavía viven ahí dentro de la ley!

Examinad, pues, severamente las costumbres familiares:

Dos personas quieren unirse en matrimonio, quieren constituir un hogar propio, a fin de que, juntas, caminen a través de la existencia terrena y, para esa finalidad, establecen el noviado.

El noviado es, por lo tanto, el primer paso para el matrimonio. Él representa el mutuo compromiso de unión, para que, basado en aquel compromiso, pueda iniciarse el serio preparo del hogar.

Un noviado nada más es de lo que la base terrena para la formación de un nuevo hogar y el inicio para la adquisición de todo aquello que es necesario para eso terrenalmente.

Ahí, sin embargo, pronto empiezan nuevamente falsos hábitos.

En la realidad, ese noviado se refiere, pues, exclusivamente a aquellas dos personas quienes, conjuntamente, quieren constituir un hogar. Que las familias o los padres compartan en la adquisición de todo aquello que es necesario terrenalmente para eso es una cosa totalmente a parte, que debería permanecer puramente externa, a fin de que esté cierto. Pueden regalar, si quieran, o pueden ayudar de alguna forma. Eso todo permanece cosa externa y no ata, no forma ningún hilo de destino.

Pero el noviado debía ser también incondicionalmente el ultimo, el más extremo límite de toda y cualquier ligazón familiar. ¡Igual que un fruto maduro que cae del árbol, si el árbol y el fruto quieren cumplir la finalidad de la existencia, sin que se perjudiquen mutuamente, igual un ser humano, tras su maduración, tiene que separarse de la familia, de los padres, pues también éstos tienen, como él mismo, además incumbencias propias!

Las familias, sin embargo, consideran eso de modo diferente, incluso el último momento, que es cuando dos personas se encuentran y se comprometen. Muy frecuentemente se arrogan ahí derechos aparentes, que ni siquiera poseen.

Tan sólo por la fuerza de Dios les es dado cada hijo, que, además, desearon, pues del contrario no podrían haberlo recibido. ¡Es solamente realización de un deseo, que se manifiesta por la unión intima de dos personas!

No tienen derecho alguno al hijo, lo cual les es solamente prestado; ¡nunca, sin embargo, les pertenece! ¡También les es quitado, sin que puedan retenerlo o sin que sean antes consultados a ese respecto! Desde ahí ven, pues, muy nítidamente, que no les son otorgados derechos sobre eso por la Luz, el origen de toda la vida.

Que hasta la época de la madurez también asuman obligaciones es completamente natural y una compensación por la realización de su deseo, pues no habrían recibido hijo alguno, si no hubiesen provocado la oportunidad para ello, lo que corresponde a un pedido en las leyes primordiales de esta Creación. Y en cambio de esas obligaciones ellos tienen, como compensación, alegría, si cumplan derecho esos deberes.

Después de la época de la madurez, sin embargo, tienen que dejar que cada persona siga sus propios caminos, los cuales no son los suyos.

En los noviados y matrimonios las dos personas, de cualquier manera, se separan de las familias, a fin de que, ellas mismas, se unan en un hogar propio. En lugar de eso, sin embargo, ambas las familias juzgan que a través de ese noviado y matrimonio también fueron ligadas conjuntamente, como se hiciesen parte, a pesar de que, observado de modo muy objetivo, eso siquiera sea el caso y ya la idea resulta extrañeza.

Un noviado de dos personas no trae para una familia, ampliando su circulo, una hija y, a la otra, un hijo; al contrario, ambas las personas, individualmente, se unen completamente solas, sin tener la intención de cada una cargar consigo su respectiva familia.

Si las personas adivinasen de qué modo nocivo esas extrañas opiniones y hábitos tienen que efectuarse, tal vez por si mismas dejasen eso; no saben, sin embargo, cuánta desgracia es así causada.

Los falsos hábitos no se procesan sin ligazones en la parte fina de la materia gruesa. Hilos se entrelazan de esa forma alrededor de la pareja en vía de constituir un hogar propio, y esos hijos estorban, enredan y con el tiempo dan cada vez más nudos, provocando, frecuentemente, cosas desagradables, para cuya origen las personas no encuentran explicación, sin embargo hayan sido ellas mismas quienes colocaron la base para tanto, con sus hábitos frecuentemente ridículos e inoportunos, a los cuales siempre hace falta la verdadera y profunda seriedad.

Puede ser dicho, sin exagero, que hace falta siempre, pues quien comprende realmente la seriedad de la unión de dos personas, seriedad con relación al noviado y al matrimonio, ése alejará para lejos de si los usuales hábitos familiares, prefiriendo, en lugar de eso, horas serenas de intima introspección, que, mucho más seguramente, conducen a una feliz convivencia, de lo que todas las malas costumbres exteriores, pues de buen costumbre eso no puede ser denominado.

Tras el noviado, cuando las condiciones lo permiten y sea posible, es arreglado a la pareja un hogar que, de antemano, nada más deja a desear, que por lo tanto, ya desde el inicio tiene que excluir, o por lo menos por mucho tiempo, una ascensión alegre, pues pensaron en todo, y nada más hace falta.

¡Queda así quitada de la pareja cualquier posibilidad de participar en la decoración de su hogar con dedicación y ahínco, ante la adquisición propia, de alegrarse con el hecho de que juntos se esfuerzan, como una de las metas terrenas, para un lento perfeccionamiento del propio hogar, a fin de entonces, con orgullo y amor, dar valor a cada una de las piezas individuales adquiridas, en las cuales se ligan recordaciones de tantas palabras cariñosas, de tantos esfuerzos y luchas, que, con alegría, vencieron bravamente, hombro a hombro y, también, de tanta felicidad llena de paz!

De antemano ya se quita la alegría de tantos y sólo se tiene en vista tornar todo tan cómodo cuanto posible. Las dos personas, sin embargo, permanecerán en ese hogar siempre extrañas, mientras no hayan ahí objetos que ellas propias pudieron adquirir.

No necesito hablar sobre eso mucho más, pues vosotros propios con el tiempo reconoceréis lo errado y, antes de todo, también lo nocivo en eso, tanto espiritual como terrenalmente, queráis o no, pues también en eso, finalmente, todo tiene que tornarse nuevo y cierto, así como está suficientemente claro en las leyes de Dios.

¡De ahí a las personas y a las jóvenes parejas la posibilidad de un progreso ascensional propio, únicamente eso les producirá alegría duradera, pues que les aumenta el auto respecto y también la auto confianza, despertando con eso la intuición de auto responsabilidad, y así actuáis cierto! De esa forma dais más de lo que cuando les queréis quitar todas las preocupaciones de la vida o cuando buscáis facilitarles tanto cuanto posible, con lo que solamente podéis debilitarlos, impidiéndolos del indispensable fortalecimiento.

Con eso os tornáis enemigos de ellos; no, sin embargo, los verdaderos amigos que queréis ver. Con demasiados favores y facilidades robáis de ellos más de lo que hoy, con mis palabras, tal vez podáis suponer.

Muchas criaturas humanas serán dolorosamente alcanzadas por eso, sin embargo las arranco de ese modo de la valla común, mientras las liberto del falso y nocivo concepto de familia, paralizador del espíritu, que por intermedio de suposiciones totalmente erradas poco a poco se formó.

También en eso, finalmente, todo tiene que tornarse nuevo, pues focos de perturbaciones de tales especies serán imposibles en esta Creación, tras la purificación.

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