Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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22. Concepto de familia

¡Dulce hogar! En esas palabras se halla un sonido que indica claramente cómo debe ser un hogar, que el ser humano constituye aquí en la Tierra.

La expresión ya es bien cierta, como todo lo que la palabra da a los seres humanos, sin embargo, también aquí el ser humano torció el sentido claro y lo arrastró consigo en la decadencia, en el lodazal.

Se despojó así de un apoyo tras otro, que le podían dar confianza en la existencia terrena, y todo cuanto había de puro en el origen fue fuertemente turbado por las conceptuaciones erradas de las criaturas humanas y muchas veces incluso criminosamente transformado en un charco, que evolucionó en una valla común de las almas.

De eso hace parte también el concepto de familia en su forma de hasta ahora, que tan frecuentemente es alabado y destacado como algo noble e integro, de elevado valor, como algo que proporciona al ser humano grande apoyo, que lo fortalece y beneficia, lo tornando un respetable ciudadano terreno, que, seguro y protegido, está capacitado para la lucha por la existencia, como hoy a los seres humanos les gustan denominar cada vida terrena.

Pero como sois tontos, oh seres humanos; como es estrecha y limitada vuestra visión sobre todo, principalmente sobre aquello que se refiere a vosotros y a vuestra peregrinación a través de las Creaciones.

¡Precisamente el concepto de familia tomado por vosotros en tan alta estima es una de aquellas trampas que, con grande precisión, exige numerosas victimas y también las consigue, pues muchas personas son, sin la menor consideración, lanzadas para dentro a través de las leyes no formuladas de los hábitos humanos y detenidas en ellas por millares de brazos, hasta que, atrofiándose anímicamente de modo lamentable, se engranan indefensas en la masa inerte que las arrastra hacia las profundidades de borrada impersonalidad!

Y raro: precisamente todas aquellas personas quienes, con tenaz energía, buscan agarrarse a tales formas falsas, además imaginan que con eso sean aprobadas por el juez de Dios como siendo especialmente valiosas. ¡Yo, sin embargo, os digo, deben ser consideradas como los peores elementos nocivos que impiden el desenvolvimiento y el fortalecimiento de muchos espíritus humanos, en lugar de favorecer!

¡Abrid ampliamente, pues, por fin, los portales de vuestra intuición, para que vosotros propios podáis reconocer, ahora, lo errado que se anidó en todas las cosas y costumbres que el ser humano formó para si, pues él los formó, sí, bajo el dominio del raciocinio torcido, orientado por Lucifer!

Quiero intentar dar una imagen que os pueda llevar más cercanos de la comprensión. Ella está íntimamente ligada al grande y automático circular de la Creación, que, impulsado por la ley del movimiento, debe mantener todo sano, porque solamente en el movimiento cierto pueden permanecer el vigor y la fuerza.

Consideramos, pues, como debe ser en la Tierra, y no como es ahora. Luego, todo el espiritual en la Tierra se asemejaría a un liquido límpido que se halla en constante movimiento circular y así permanece, a fin de que no abulte o incluso endurezca.

Pensad también en un riachuelo alegremente murmurante. Como es deliciosa su agua, como es refrescante y vivificante, ofreciendo frescor a todos los sedientos y con ello trayendo alegrías y proporcionando bendiciones en el trayecto que sigue.

Si, sin embargo, de esa agua, aquí y allá, una pequeña parte se separa, al saltar de modo independiente hacia el lado, luego aquella parte que se separó queda, en la mayoría de los casos, pronto detenida e inerte, cual pequeña poza, que, en su separación, pierde rápidamente el frescor y la limpidez, exhalando malo olor, porque, sin movimiento, poco a poco se deteriora, debiendo tornarse mala y podrida.

Precisamente así es con el vibrar espiritual de los seres humanos terrenos. Mientras éste circule armoniosamente, en acuerdo a la ley del movimiento, sin impedimentos o apuro, se desenvolverá también, con bendición, alcanzando una fuerza impensada, trayendo de esa forma continuamente ascensión, porque es favorecido al mismo tiempo por todas las especies de vibraciones de la Creación entera, mientras nada se le oponga, sino todo se liga alegremente, fortaleciendo de modo auxiliador la actuación.

Así fue el vibrar antaño, hace largos, largos tiempos, y con desenvoltura saludable y naturalidad cada espíritu humano ascendía siempre más hacia arriba, se desenvolviendo alegremente en el reconocimiento. Agradecido, absorbía todas las irradiaciones que le podían ser enviadas auxiliadoramente desde la Luz, y así fluía una corriente refrescante de fuerzas espirituales de agua viva hacia bajo, hasta la Tierra, y desde ella, en forma de agradecida adoración y como aflujo del continuo vivenciar lleno de paz, volvía nuevamente hacia arriba, hacia la fuente de conservación.

La consecuencia, por toda parte, fue un prosperar maravilloso y, como un jubiloso cántico y alabanza, en el alegre y desobstruido circular del movimiento armonioso, sonaban, por la Creación entera, acordes majestuosos de pureza no turbada.

Así fue antaño, hasta que se inició la torsión de los reconocimientos, a través de la formación de falsos conceptos básicos, resultado de la vanidad de los seres humanos, trayendo con eso desordenes en el maravilloso entrelazamiento de todas las irradiaciones de la Creación, que en sus constantes intensificaciones tendrán que forzar por fin el descalabro de todo aquello que se ligó estrechamente a ellos.

A tales desordenes pertenece, entre muchas otras cosas, también el actual rígido concepto de familia en su forma errada, de increíble expansión.

Necesitáis imaginar eso apenas figuradamente. En el vibrar y circular armonioso del espíritu en ascensión, que irradiaba refrescantemente alrededor de la Tierra, prepasándola luminosamente y en bendición, en conjunto con la entealidad, y la elevando consigo en la fuerte nostalgia de la Luz, se formaron repentinamente interrupciones, debido a pequeñas condensaciones que circulaban conjuntamente apenas de modo indolente. Tal como en una sopa que está enfriando, donde la gordura se separa al coagular. Es para vosotros tal vez más comprensible aún, si yo compare el proceso a la sangre enferma que, abultándose aquí y allá, puede apenas aún con pereza fluir por el cuerpo, impidiendo así el perpulsar indispensable y conservador.

En esa imagen reconocéis mejor el fundamental y serio significado del pulsar espiritual en la Creación, lo cual encuentra en la sangre del cuerpo terreno, como una pequeña copia su expresión más gruesa. Para vosotros es más claramente comprensible de lo que el imagen de la sopa y del riachuelo murmurante.

Como comparación adicional también puede además servir la de que en una maquina bien lubrificada sean lanzados granos de arena molestos.

Apenas el concepto de familia, en si natural, se desenvuelve enfermo y erradamente, él tiene que actuar de modo obstructivo y rebajador en el indispensable vibrar de la ley del movimiento alegre en dirección a las alturas, pues el actual concepto de cohesión familiar tiene como fundamento solamente la educación y la conservación de ventajas materiales y también comodidades, nada más.

Así se originaron, poco a poco, los aglomerados familiares que sobrecargan y paralizan todo el vibrar espiritual, y que en sus extrañas especies siquiera pueden ser denominados diferentemente, pues aquellos que a eso pertenecen se atan mutuamente, se cuelgan uno al otro, formando así un peso que los mantienen abajo y los arrastra cada vez más hacia el fondo.

Se tornan dependientes unos de los otros y pierden gradualmente la individualidad especifica, lo que los caracteriza como espirituales y por esa razón también los compromete en eso.

Con eso alejan descuidadamente el mandamiento de la voluntad de Dios destinado a ellos y se tornan una especie de alma colectiva, algo que, debido a su constitución, nunca podrán ser en la realidad.

Cada uno se entromete en el camino del otro, queriendo muchas veces incluso determinar, y así amarra hilos indestructibles y atadores, que los engrillan unos a los otros, oprimiéndolos.

Dificultan el individuo, en el despertar de su espíritu, a desligarse de eso y seguir sólo su camino, en lo cual puede desenvolverse y lo cual también le está trazado por el destino. Así, se le torna imposible liberarse de su karma, para la ascensión de su espíritu, deseada por Dios.

¡Apenas cuando él solamente quiera dar el primer paso en el camino hacia la libertad de su espíritu, lo cual será el cierto sólo para él y su manera de ser, no, sin embargo, simultáneamente para todos aquellos quienes se denominan miembros de la familia, inmediatamente se levantan gritarías, advertencias, pedidos, recriminaciones, o incluso amenazas de todos aquellos que así buscan pujar de vuelta ese “ingrato”, hacia el dominio de su amor familiar o de sus concepciones!

Lo que no se hace en ese sentido, lo que no se argumenta, principalmente cuando se trata de las cosas más valiosas que un ser humano posee, como la fuerza de resolución de su libre voluntad, en el sentido espiritual, que le fue dada por Dios y también necesaria, por lo que únicamente él, y nadie más, será levado a la responsabilidad por la ley de la reciprocidad.

¡Es de la voluntad de Dios que el ser humano se desenvuelva, transformándose incondicionalmente en una personalidad propia, con la más pronunciada conciencia de responsabilidad para con su pensar, su querer y su actuar! Las posibilidades, sin embargo, para el desenvolvimiento de la personalidad propia, para el fortalecimiento de una capacidad autónoma de decisión y, sobre todo, también lo necesario temperie del espíritu y la conservación de su movilidad para un continuo estado de vigilancia, lo que solamente puede surgir como una consecuencia del estado de independencia, eso sucumbe totalmente en el tullido concepto de familia. Él embota, ahoga el brotar y el alegre florecer de lo más precioso en el ser humano, que, además, lo caracteriza ante las otras criaturas de materia gruesa como ser humano, la personalidad propia, para lo que el origen espiritual lo capacita y destina.

Ella no puede alcanzar el desenvolvimiento, pues si el concepto de familia sea de manera deformada, presentando solamente exigencias e derechos en la realidad inexistentes, entonces muchas veces se transforma en un inaudito tormento, rompe la paz y destruye cualquier felicidad. La consecuencia es que, por fin, toda la fuerza para la ascensión se disipa.

Llamad solamente aquellas personas que ya tuvieron que sufrir con eso, atrofiándose anímicamente; ¡serán masas difícilmente calculables!

Y cuando, a través del concepto de familia, el amor de los seres humanos terrenos, o el sentimiento que los seres humanos denominan amor, sopla benevolentemente, luego no es mucho mejor, pues ahí se busca siempre tornar todo lo más cómodo posible al individuo, le salvando justamente aquello que obligaría sus fuerzas espirituales al desabroche... por amor, cuidados o deber familiar.

¡Y tales personas, a las cuales cada camino es allanado, frecuentemente son envidiadas y, por eso, tal vez incluso odiadas! En la realidad, sin embargo, son apenas dignas de lastimas, pues el amor así erradamente dirigido o las costumbres de un concepto de familia erradamente empleados, nunca son de considerarse como beneficio, al contrario, actúan como un rastrero veneno que, con infalible confianza, no permite que desabrochen las fuerzas de esas personas, solamente debilitando así sus espíritus.

Es sacada de los seres humanos la temporal presión, prevista en la evolución natural, la cual provoca el desabrochar de todas las fuerzas espirituales, ofreciendo exactamente con eso el mejor y más seguro auxilio para un desenvolvimiento espiritual, como gracia del omnisciente Creador, auxilio ese que contiene grande bendición para la conservación y para todos los progresos.

El concepto de familia, conocido y valorizado hoy por todos, es, en su significado más amplio, como un peligroso sedativo para cada espíritu humano, que lo fatiga y paraliza. Asegura e impide la necesaria ascensión del espíritu, porque a los miembros individuales es alejado del camino precisamente todo aquello que les puede auxiliar, a fin de que se fortalezcan. Son criadas y cultivadas plantas de invernadero, espiritualmente fatigadas, pero no espíritus fuertes.

Son millares las especies de hábitos perjudiciales y estorbadores que el concepto de familia erradamente empleado resulta como consecuencias malas. Debéis aprender a reconocerlas muy rápida y fácilmente, cuando os habéis tornado capaces de considerar todo desde el punto de vista cierto, que habrá que traer vida y movimiento para la masa hasta ahora inerte de los aglomerados familiares paralizantes, que se revuelven, de modo represivo y obstructivo, en el circular automático de la Creación deseado por Dios y en el movimiento sano del espíritu, paralizando y envenenando todo el radiante vigor, mientras se prenden, concomitantemente, con millares de garras, alrededor de espíritus humanos que se esfuerzan hacia el alto, a fin de que éstos no se les escapen ni traigan, en la rutina cotidiana, cualquier inquietud que tuviese que perturbarlos en su vanidosa presunción.

Veréis con espanto como vosotros propios todavía os encontráis agarrados en muchos de esos hilos, cual una mosca en la telaraña de una araña mortífera.

¡Si apenas os mováis, si os intentéis liberar de eso para alcanzar vuestra autonomía espiritual deseada por Dios, una vez que también tendréis que asumir solos la responsabilidad, veréis entonces con horror de qué manera amplia ya el intento de vuestro movimiento súbitamente se hace valer, y sólo en eso podréis entonces reconocer cuán múltiples son esos hilos, en los cuales los hábitos errados os envolverán inexorablemente!

Miedo entonces caerá por sobre vosotros con ese reconocimiento, que solamente podéis encontrar en el vivenciar. Pero el vivenciar lo tendréis rápidamente, irrumpirá alrededor de vosotros, apenas pronto vuestro ambiente vea que tomáis en serio la transformación de vuestro pensar y sentir, que vuestro espíritu quiere despertar y recorrer sus propios caminos que le están previstos para el desenvolvimiento, así como, además al mismo tiempo, para la liberación y redención, como efecto recíproco de decisiones anteriores.

¡Quedaréis sorprendidos, sí, asustados, cuando veáis que de buen agrado estarían dispuestos a os perdonar cualquier error más grosero, todo, incluso el peor, menos, sin embargo, los esfuerzos para que os tornéis libres espiritualmente y tenéis en eso convicciones propias! ¡Aunque si tampoco queráis hablar a tal respecto, si dejéis los demás en paz, veréis que nada de eso es capaz de alterar algo, porque ellos no os dejan en paz!

Si, sin embargo, observéis y examinéis con toda la calma, luego eso solamente habrá que os fortalecer en el reconocimiento de todo lo errado que los seres humanos traen en si, pues lo muestran muy claramente en la manera como se presentan en el cuidado súbitamente despierto de os detener. Un cuidado que sólo desabrocha debido a la inquietud de lo no-rutinero y que viene del impulso de seguir en la habitual tibieza y de que en ella no sean molestados.

Es el miedo de aquello, de que se vean repentinamente colocados ante una Verdad, que es completamente distinta de aquello en que hasta entonces se acunaban en indolente vanidad.

Yo aclararé en la próxima disertación, cómo debéis proceder en eso, si queráis vibrar armónicamente, por lo tanto auxiliando, en la Ley de la Creación.

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