Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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Contenido


9. La nostalgia salvadora

Una gran nostalgia prepasa todos los seres humanos terrenos, que todavía no están enteramente perdidos en si: ¡la nostalgia por liberación de su espíritu!

Sobre cómo deberá procesarse la liberación, nadie hace una idea clara. Todos tienen solamente anhelo por ello, que, de modo sorprendente, se intensifica cada vez más.

Y extraño: la nostalgia se manifiesta de tan múltiplas maneras. Cansancio invade algunas almas, otras sienten una tristeza, que no pueden comprender, muchos se ven tomados de una inquietud, que los deja aprensivos, por otro lado, hay también aquellos, quienes llevan en si el presentimiento de una gran intuición de felicidad, sin que conozcan un motivo para tal.

Un elevado numero de ellos, sin embargo, caminan como que aturdidos, se tornan fácilmente susceptibles, desconfiados, irritados, y en muchas noches agitadas les surge por delante el espectro de una inferioridad, cuya ridícula inexpresividad los convierte desorientados, lo que, por su vez, los instiga a la codicia por influencia y por poder, a fin de llenar esa laguna que se abre cada vez más visiblemente.

¡Mientras más esa especie de seres humanos se ve hundir espiritualmente, sin posibilidad de salvación, tanto más convulsivamente se agarran a las apariencias! Todo su pensar puede anhelar solamente además a la exterioridad vacía, que es expresada en palabras bombásticas, a fin de, en delirio extenuante de placeres o fiestas, anestesiar por algunos momentos el sentimiento de la propia inferioridad, que cada vez más fuerte se manifiesta.

En eso, los placeres ni siempre deben ser buscados solamente en el modo físico, pero existen también placeres del erróneo deseo de dominar, en la satisfacción de la avidez por el poder o de la vanidad, que puede manifestarse bajo múltiples maneras, desde la brutalidad descontrolada, obstinada, hasta los más ridículos jugueteos, que son considerados inofensivos, pero que, en la realidad, no permanecen inofensivos, cuando obstáculos buscan colocarse en el camino de tales jugueteos.

Como es notorio, todo lo pueril contiene en si crueldad encierra en si crueldad, apenas se trate de forzar satisfacciones.

Por fin, en todos esos que hunden, que están perdidos cuando sienten su incapacidad, irrumpe, luego, injustificadamente una rabia llena de odio contra aquellos seres humanos, quienes todavía llevan en si algo de valor y muestran una capacidad verdadera.

La envidia no les permite que se unan por lo tanto a tales seres humanos de modo pacifico, a fin de utilizar las capacidades de éstos benéficamente, excepto que antes se sometan a la esclavitud total.

Sin embargo, tampoco eso dejaría en paz a los así fustigados íntimamente, porque, a juzgar por los propios errores, no confían en la palabra del otro y, además, incluso recelan también sucumbir rápidamente delante la capacidad de él.

Temen que la capacidad de otro, en el transcurrir del tiempo, no pueda ser ocultada indefinidamente y surja claramente a la luz del dia, con lo que su propia incapacidad se evidenciará tanto más nítidamente. Eso es lo que la vanidad menos puede soportar. Ya el pensamiento en eso despierta una revuelta, que sólo puede tramar destrucción.

De esa manera, el odio lleno de envidia de los que están hundiendo espiritualmente crece hasta los más extremos excesos: hasta la furia incalculable e injusta de la completa irreflexión: ¡el destino de los tiranos!

Sin embargo, en el rol de esa clase de tiranos no debéis imaginar solamente dirigentes de grandes pueblos; ¡pues con eso no señalo para determinadas personas, ni deberá surgir Nero ante vosotros, tampoco la peor ignominia de la así nombrada cristiandad en la época de las inquisiciones, hostiles a Dios, instituidas por las iglesias, pero, sí, debéis solamente observar y aprender en el presente, a fin de que os tornéis seres humanos espiritualmente libres, como vuestro Creador los desea tenerlos!

Yo quiero, con eso, abrir vuestro ojos espirituales; ¡pues el Creador os habla en esta época a través de cada acontecimiento, tan claramente como nunca, a fin de que maduréis con eso en el espíritu!

¡Podéis encontrar tiranos en toda parte, en las profesiones, en la sociedad y en las familias! Existen, ahora, mucho más de lo que nunca; ¡pues todos los seres humanos se encuentran en el Juicio! Debido a eso, todo se desenvuelve también más rápidamente y de manera más fuerte de lo que hasta ahora ocurrió.

Observad para la época y también para las señales, que yo os indico con mis explicaciones. ¡Eso os traerá gran provecho, si dejéis que todo alcance la vivencia dentro de vosotros!

Con la descripción yo os reproduje la situación de la humanidad actual, así, como ella es hoy, sin que ella misma lo sepa.

Ella ya está dividida en dos grupos definidos. Un grupo se compone de los que fueron mencionados primero, cuyas almas, prepasadas por nostalgia, aguardan inconcientemente algo, que ellas mismas todavía no pueden definir, una vez que la época para tanto todavía llegará.

El segundo grupo se compone de los que fueran mencionados por ultimo, que caminan hacia la ruina, la cual ellos mismos tienen que preparar para si según la sacrosanta voluntad de Dios. Pertenecen a ese grupo también además todos aquellos que, por pereza o libre voluntad, se hermanaron a los que hunden.

¡Este evento ya constituye la división de toda la humanidad terrena en cabrones y ovejas, como antaño ha sido prometido!

¡La gran realización básica para el Juicio ya está concluida, y los seres humanos nada de eso lo presienten! Viven en el torbellino de sus imaginaciones, soñando con la grandeza e importancia de su existencia,... ¡hacia el encuentro del fin, que los despertará a la brevedad para la realidad, con ello para la responsabilidad por cada pensamiento, cada palabra y cada acción!

Todo eso es inimaginable para los seres humanos, porque ellos suponen todo en escala muy menor de lo que realmente se realiza, y, sin embargo, buscan se dar mucho más valor de lo que en la realidad tienen.

Sería completamente inútil dar una amplia imagen del futuro. ¡Solamente os trae provecho si sepáis de aquello, que se procesa ahora, si reconozcáis el presente y de él cojáis ricos frutos para el futuro!

¡Sed vigilantes, observad y examinad, sin que vosotros mismos sucumbáis en ello! Y para eso os doy las explicaciones; pues concientes debéis poder vivenciar todas las transformaciones. Quién lo descuide de eso no presiente a qué lucro para si él, con él, ha renunciado.

¡Asimilad mis palabras y mirad al vuestro alrededor! Caerá entonces como que una venda de vuestros ojos.

El origen de todo aquello, que hoy mencioné, que deja la separación surgir cada vez más nítida bajo la luz del dia, no es conocido de los seres humanos, a pesar de que hayan que vivenciar los propios acontecimientos en si. ¡Está también totalmente excluido que, de algun modo, puedan defenderse de las consecuencias o que puedan alterar algo en ello, a menos que ellos propios se cambien! Únicamente eso les podría dar alivio, al contrario nada en el mundo.

Todos están sujetos a ese fenómeno, sea ofreciendo resistencia, sea de modo solícito, y también vosotros, cada uno individualmente. Estáis entregues incondicionalmente a ello. Todo eso, sin embargo, es el inicio, que con espantosa velocidad se intensifica rumbo al fin. Rumbo al fin, que para muchos sólo podrá ser y será un fin con los mayores horrores, para pocos un fin, que trae la liberación espiritual de lazos, que durante milenios los oprimían como desgracia por ellos mismos forzada, que hoy tienen que soportar.

La causa, sin embargo, de la nostalgia salvadora así como del desenvolvimiento hasta el limite exacto del inicio de la autodestrucción, es la misma fuerza: ¡la presión de la Luz proveniente desde la Luz primordial, la Sagrada Voluntad emanada de Dios!

Ella se halla tan intensificada en la grande era de la transición de la humanidad, que ahora perfluye los mundos, purificando y forzando todo nuevamente a la vibración uniforme de las leyes harmoniosas de la Creación e incluye ahora también esta Tierra además como ultima obra, la manteniendo implacablemente ceñida, desencadenando en el remate final aquello, que en ella ya ocurrió, con eso, aniquilando o también elevando, extinguiendo, aquello que no más quiere vibrar en sus leyes inmutables, vivificando aquello que busca adaptarse de buena voluntad.

¡Lo que vosotros, con base en esas explicaciones, veréis ahora, para con eso madurar, son los primeros efectos terrenalmente visibles de la extraordinaria presión de la Luz, jamás existente en la Tierra!

A la brevedad y en secuencia cada vez más acelerada se seguirán los demás efectos, irresistiblemente, hasta que finalmente también vuestra Tierra esté purificada de todo cuanto es errado y de todo cuanto no quiso encuadrarse en las leyes de Dios, para dar preferencia al propio querer y pensar.

Mientras tanto, os puede ser útil saber solamente aquello, que vosotros mismos sois capaces de observar y, por ese motivo, llamo vuestra atención para los acontecimientos actuales, ya fundamentales para el final del Juicio; ¡pues separan todos los seres humanos en aquellos que hunden y en aquellos, que podrán ser salvos!

Innumerables son las señales que anuncian el comienzo del Juicio Final, sin embargo, los seres humanos pasan con apuro por ellos, bajo la suposición o auto-ilusión de que todo eso ya ocurrió muchas veces.

Olvidan, sin embargo, confrontar las contingencias bajo las cuales eso o aquello ya ocurrió anteriormente. Existen ahí enormes diferencias, que no deberán pasar desapercibidas si se pretenda juzgar con acierto.

Antes de todo, el ser humano tampoco debe ser tan miedoso, cobarde o superficial, para que pase indiferente ante el actual, absolutamente sorprendente volumen de los acontecimientos, aunque se trate de catástrofes de la naturaleza o económicas, homicidios y suicidios, confusiones políticas, de la lucha por el poder terreno entre Estados e iglesias, y todo lo demás.

Jamás se ha dado todo eso simultáneamente en tan gran cantidad, como se pasa hoy. Sólo eso ya debería dar, a cada uno que medite, el indicio de desencadenamientos más acelerados, que se hinchan visiblemente, debería despertar el presentimiento de un colosal remate de circulo universal, a través de un poder superior al de la voluntad y de la capacidad humana, y de una retribución ligada a eso.

Lo errado irá desaparecer en ello, solamente lo bien permanece. ¡Lo bien o lo errado en ello, pero no medido según el sentido humano, pero sí solamente según el sentido de Dios!

¡Los seres humanos permanecen en la ignorancia de todo por su propia voluntad! Por miedo, por superficialidad y liviandad, o también por presunción. No en ultimo lugar, en eso, se encuentra la pereza espiritual. Incluso muchos entre los que buscan la Luz no logran libertarse enteramente de ella. ¡En mi ultima disertación ya me referí a la pereza espiritual, que incluso alcanza tal punto, que tampoco los intelectualmente sagaces quieren realmente “pensar” sobre cosas, que no sean enfocadas en sus ambiciosos objetivos terrenos!

Los seres humanos no quieren comprender y solamente reconocerán todo, cuando el reconocimiento no más tenga ninguna utilidad para ellos. Todas las apelaciones partidas desde la Luz para el despertar son, por eso, en vano.

Irreflexionadamente, en todo lo que les sea nuevo, los seres humanos hacen referencia a la advertencia sobre falsos profetas en la época de la estada en la Tierra del legitimo gran Salvador proveniente desde la Luz, que simultáneamente desencadena el Juicio.

Irreflexionadamente, hablan de todo ello y se nota ahí el vacío y la inmadurez de las almas, el desvalor de un tal espíritu humano para el desenvolvimiento progresivo, visto que su pereza desperdiciará cualquier posibilidad de ascensión y tan solamente obstruirá el camino para nuevas revelaciones, de manera que el amor proveniente desde la Luz no podrá encontrar ninguna entrada hacia la salvación.

Quién de los seres humanos se da cuenta de que bajo los falsos profetas no puede ser entendido solamente, de modo unilateral, el concepto de portadores de nuevas revelaciones, pero, sí, que se refiere a cada uno de aquellos, que afirma poder realizar aunque sea solamente una parte de aquella obra, que aguarda la fuerza del prometido enviado de la Luz.

Tampoco son entendidos con eso solamente aquellos, quienes afirman pretender ser el Salvador renacido, lo que, ya por si, denota claramente la propia ignorancia sobre la misión del prometido Hijo del Hombre, pero, sí, son englobados en eso mucho más.

Sin embargo, para poder juzgar al respecto, hay que preceder un otro saber: ¡el saber de la verdadera misión del prometido Hijo del Hombre en la Tierra!

Aquí ya se detiene todo, si vosotros lo ponderéis. ¡No existe ser humano alguno en la Tierra que tenga un efectivo saber sobre eso! Ya desde hace siglos se habla de hecho mucho sobre eso, sin embargo, no existe un saber verdadero al respecto. Con palabras bíblicas, por ellos mismos no comprendidas, es dada a cada interpelante una respuesta, que nada aclara y nuevamente solamente acentúa el palpar inconsistente de todos los seres humanos supuestamente sabedores, para que se torne claramente visible.

¡Un falso profeta es, en la verdad, aquel ser humano, que se atreve a afirmar poder realizar algo de aquello, que es reservado al prometido enviado de Dios!

Y de ellos existen muchos actualmente, por tratarse de actuación terrena, no solamente de enseñanza; ¡pues el prometido será el único verdadero salvador de la humanidad en sus aflicciones del alma y aflicciones terrenas!

Reconocer a los falsos profetas en la hora cierta no será demasiado difícil para los seres humanos, pues que ellos tendrán que vivenciarlo en si mismos, para alcanzar el reconocimiento, porque, antes, ni creerían en palabras.

Toda obra de aquellos seres humanos, quienes, como falsos profetas, prometieron algo a los seres humanos, que no les puedan dar, colapsará ahora por ser inconsistente o ni siquiera alcanzará a erguirse, en lo que la humanidad tiene que reconocer, aunque en amarga vivencia, que confió en falsas promesas, que creyó en una capacidad simulada, que no existió.

Estos son, pues, los falsos profetas propiamente dichos, a los cuales la profecía se refiere, porque aquellos, que en ellos creen, deberán pasar por vivencias amargas con dolorosa decepción.

Aquellos, sin embargo, quienes se presentan como Jesús renacido, tampoco pueden ser considerados falsos profetas, pero, sí, son mentirosos, que no tienen noción alguna de la misión del Hijo del Hombre, aún menos la capacidad para poder iniciar aunque sea la mínima parte de ella. Ni siquiera saben que Jesús y el Hijo del Hombre no son una única persona, pero, sí, dos personas distintas, expreso en lenguaje humana, aunque ellos sean un sólo en aquel sentido, como Jesús decía de si: ¡Yo y el Padre somos uno!

¡Es extraño que también muchos cristianos no quieran comprender eso, a pesar de que hablen siempre, de modo natural y acertadamente, del Dios trino, lo Cual es tres y, sin embargo, uno sólo! Y Jesús, que es una parte de esa trinidad, ellos separan, sin hesitar, como existiendo y actuando por si sólo, aislado como Salvador en persona. ¡En eso, además, tampoco están errados, pero no lo comprenden! Ellos también no meditan al respecto, porque son demasiado indolentes en el espíritu.

Sin embargo, sigamos todavía un poco más adelante. ¡El ser humano, que, rechazando, señala para los falsos profetas, también debe saber que los falsos profetas que surgen constituyen justamente una de las muchas señales, que anuncian el aparecimiento del verdadero enviado!

¡Sí, luego el verdadero investigador debería al menos mantenerse atento, para que no pierda lo cierto! ¡Eso no le debe dar sosiego y debe estimularlo para lo más severo examen de todo lo que es ofrecido, para que pueda tornarse, sin tardanza, un auxiliar para aquél que viene, y no acaso, en lugar de eso, un obstáculo en su camino! ¡O incluso un aburrimiento!

¡Él, el ser humano terreno, tiene que se esforzar para reconocerlo! Esta es una de las tareas condicionadas por Dios para él, para que, de esta vez, se muestre digno de la Sagrada Palabra. En eso, sin embargo, también el ser humano, que se dice buscador, actúa de modo demasiado liviano, si uno contemple y observe los buscadores. ¡Sin embargo, la causa de él no es únicamente la liviandad, o mejor dicho, la habitual superficialidad debido a la indolencia del espíritu, pero, sí, precisamente entre los buscadores habla en primer lugar la vanidad, la presunción!

¡Tal debilidad, por si sólo, lanzará en la ruina la mayor parte de todos los seres humanos que se dicen buscadores de la Luz! Y no merecen lástima; pues son hipócritas, visto que no emplean aquella sinceridad, que cabe a la Palabra de Dios y que solamente quieren vanagloriarse en el anhelo vanidoso, que carece totalmente de humildad.

¡Y únicamente la humildad abre el portal hacia el reconocimiento de todo aquello, que emana desde la Luz!

Sin embargo, pasemos también por sobre ese hecho, resta, entonces, todavía un punto que a muchos parece totalmente intraspasable: ¡de qué manera los buscadores imaginan ese prometido en su vida terrena y en su “venida”! Bajo la expresión “venida” se entiende en ese caso el “evidenciarse”; pues seguramente está claro a cada ser humano que él no caerá del cielo ya como hombre hecho, de materia gruesa, tampoco que él no aparecerá como niño.

¡En verdad, no imaginan absolutamente nada! ¡Sin embargo, desde el principio, estipulan condiciones muy estrechamente delimitadas con sus esperanzas o pretensiones no expresas!

¡En primer lugar ya está el deseo de que él surja de sus respectivos círculos! De otro modo tampoco lo logran imaginar, porque juzgan poseer un derecho preferencial para tal, visto que han creído en su venida, antes de los demás.

Él tendrá, naturalmente, que interesarse por ellos, eso es su obligación; pues para tanto viene como auxiliador en la aflicción, él, tal vez, incluso debiese dejarse guiar por ellos; ¡pues es extraño en la Tierra y necesita de los consejos cuidadosos, que le ofrecen con sus experiencias terrenas ya cogidas! De esa forma, le construirían con placer un futuro, que él hubiera de les agradecer. Y, retroactivamente, la bendición, luego, tampoco les faltaría.

En suma, todo el pensar, todo el querer es puramente terreno, en el ámbito de su pequeño pensar terrenal, de sus conceptos terrenos, mezclado con muchos deseos ocultos.

¡No reflexionan que él, al iniciar, ya deba haber acumulado sus propias experiencias, y completamente sin ser conocido hasta entonces, a fin de que fuese excluida totalmente cualquier influencia, pero, sí, para que los seres humanos se muestren de tal forma como realmente son, en todas sus debilidades, sus defectos, y en todos los males! Incluso, en relación a él mismo.

Que todo eso sólo pueda ocurrir en el ambiente de la vida cotidiana, de la manera más natural y simples y en la más real experiencia vivencial, tan lejos el raciocinar humano no alcanza. ¡En la más infundada superficialidad y verdadera indiferencia se nutre la expectativa de acontecimientos especiales, no terrenales, extraordinarios! Incluso de manera bastante llamativa.

¿Por qué? Nadie se da cuenta al respecto. Tampoco, nadie piensa que precisamente a las cosas llamativas inmediatamente se colocaría en oposición todo aquello, que juzga poseer aquí algun poder e influencia, sin considerar que cosas llamativas jamás podrían obtener oportunidad para reconocimientos profundos.

No es verdad que aquél que viene desde la Luz pueda escrutar fácilmente o tal vez incluso comprender el pensar restricto y el malquerer de los seres humanos terrenos; pues el mal es extraño e incomprensible a la Luz. Muchas veces, incluso los padres no comprenden los propios hijos, que son de la misma especie que ellos, mientras que la Luz permanece de especie completamente extraña a todo lo que es humano.

Solamente con gran esfuerzo en el propio vivenciar y sufrir puede advenir al enviado desde la Luz el conocimiento de todos los males de la Tierra y, antes de todo, de todo malquerer, nunca, sin embargo, una comprensión de eso, pues que el mal de forma alguna puede ser comprendido, porque no hay ninguna justificativa para su existencia en la Creación.

Por lo tanto, una larga estada en la Tierra para conocer todo el mal humano y también todo el pensar de los seres humanos tiene que ya haber precedido esa “venida”, porque con la venida ya hay que iniciarse el Juicio y en seguida el auxilio. Y auxilio sólo podrá prestar alguien, quien conozca exactamente las debilidades y las fuerzas.

Todo eso es muy simple y cada ser humano podría, habría que decirlo a si mismo, no fuese demasiado indolente espiritualmente para ello, y demasiado indiferente a ese respecto. Y él es indiferente, porque como buscador habla, sí, al respecto, pero en su intimo no busca co-vivenciar.

Hace falta toda y cualquier ligazón de la intuición interior con las palabras y, con él, todo apoyo verdadero. ¡Él busca! Esa es la única cosa en él, que no puede ser considerada como mentira. En la expresión “buscar” también ya reside la respuesta, que él nada encontró.

¡Una vez, sin embargo, que fue prometido por la Luz que todo aquél, quien busque sinceramente y con humildad, también encontrará en acuerdo a la ley, entonces, eso demuestra que los buscadores, que hoy así se nombran, no son verdaderos buscadores, que a todos ellos hace falta lo principal para eso, la humildad!

¡Ésta, realmente, no se encuentra entre aquellos, quienes hoy se nombran buscadores, y mucho menos precisamente allá, donde se hable de humildad! Los seres humanos ni más siquiera saben lo qué es humildad en el espíritu, porque conservan el espíritu encerrado dentro de si por su intelecto, lo cual solamente conoce presunción y vanidad y mofa de la humildad.

Pero basta con eso. Ha llegado el tiempo en que toda la presunción colapsará en si miserablemente en sufrimiento lastimoso, de tal forma, que el ser humano por si mismo tiene que llegar a la humildad o tumbará, para nunca más poder erguirse. ¡Únicamente el vivenciar todavía es auxilio para la humanidad, que no quiere oír!

Los buscadores o los que esperan por la realización se han enfundado tanto en los propios pensamientos, que ni más siquiera prestan atención a otra cosa y, de antemano, enfrentan con desconfianza todo lo que no reside en el ámbito de sus deseos, teniendo el rechazo ya en la punta de la lengua. ¡Ellos nunca alcanzarán el reconocimiento, sin que pasen por la más grave aflicción!

¡Miles de cosas, de antemano, están en contra eso, nada, en favor! ¡Muchos presuponen, impreteriblemente, una semejanza de la vida en la actualidad con la época del Hijo de Dios, Jesús, hace dos mil años! ¡Esperan una peregrinación llena de renuncias a través de los países, sin pensar sobre lo qué hoy las autoridades dirían a tal respecto!

Tampoco una persona, hoy, puede retraerse sosegadamente como antaño, para alcanzar, en el aislamiento, la concentración para el despertar. ¡Eso tendría sus grandes dificultades, que en parte ni siquiera serían traspasables!

Incluso traspasando todas las dificultades, no sería posible, sin despertar la sospecha de enfermedad o de desequilibrio mental. Sin hablar de la avidez nociva e inescrupulosa por el sensacionalismo de muchos periódicos, que, frecuentemente, en la falta de cualquier moral y del más elementar sentimiento de justicia, son capaces de practicar los mayores absurdos.

¡Incluso aquello, que antaño todavía se sabía respetar y que se consideraba un derecho personal de todo el ser humano, que todavía se juzgaba lógico y natural en tales temas, muchos hoy encontrarían en eso solamente razones para justificativas de sospecha, por puro miedo de todo lo pensar diferente, o atribuirían solamente intenciones fraudulentas a la voluntad más honesta, porque todo el pensar del tiempo actual está envenenado!

¡Constituye, sin embargo, una certidumbre irrefutable, que solamente puede pensar mal de su prójimo, aquél quien lleva en si mismo la maldad! Sobre ello, ser humano alguno puede argumentar. ¡Solamente un perjurio irá suponer o esperar quiebra de palabra de otro, sólo un mentiroso, una mentira, un traidor, la traición! ¡Y así es con todo, es ley irrefutable!

Es mucho peor hoy de lo que en aquella época, cuando Jesús peregrinaba aquí en la Tierra, y hoy nada de eso dejaría repetirse. Para ahora, por lo tanto, todo hay que ocurrir de modo totalmente diferente, eso es evidente.

No obstante, los seres humanos no quieren imaginar un enviado de Dios vestido de smoking o en un automóvil, mientras deberían, pues, saber que tampoco Jesús se presentó con vestes sacerdotales, pero, sí, anduvo bien vestido, en acuerdo a las costumbres de aquél tiempo y también vivió según aquella época. Todo lo que en eso es esperado por los seres humanos, se encuentra por sobre base débil y nada de eso se realizará, porque Dios, en las realizaciones, no se orienta según los deseos humanos.

Los seres humanos, sin embargo, están demasiado lejos de todo el acontecer divino y piensan de modo demasiado mezquino y terrenal para que, en sus concepciones, todavía puedan acercarse de las realizaciones venideras. Se encuentran alejados de la Verdad, así como siempre lo fue. ¡La mayor parte, sin embargo, de cualquier forma, no tiene absolutamente tiempo tampoco voluntad para ocuparse de eso! Como siempre, cuando para la humanidad era necesario asimilar algo de la Luz o tener que hacer algo para su propia salvación.

¡En primer lugar, para ellos, viene el terrenal, y para todo lo demás, en la correría cada vez más creciente, no sobra tiempo alguno! Y si alguna vez haya una hora de calma, entonces, esos seres humanos, tan inútilmente extenuados, quieren, como compensación, solamente distracciones o deporte, nada más.

¡Yo os digo, oh seres humanos, descuidasteis de lo principal para vosotros, y vuestra separación ya está concluida para el Juicio! Vosotros propios os separasteis bajo la presión aumentada de la Luz, que todo desencadena en la sacrosanta voluntad de Dios. ¡Sin detenerse, todo camina ahora hacia el fin! El fin, sin embargo, solamente para la pequeña parte constituye una nueva vida en la gracia resplandeciente del amor de vuestro Creador, para todos los demás, sin embargo, la eterna condenación y caída hacia la descomposición. Tampoco os resta más tiempo para la habitual ponderación demorada, que hasta ahora jamás hizo nacer una resolución. Vosotros sois demasiado indolentes para la verdadera vida, y, para la vuelta, os hace falta, con la humildad, todo.

AMÉM.

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