Resonancias del Mensaje del Grial 2

de Abdrushin


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Contenido


2. La herida

¡Es necesario que se hable una vez de la herida que debilita constantemente los portadores de la Cruz de la Verdad! Ya hace mucho tiempo pensáis y caviláis a ese respecto y no la reconocisteis.

¡Esto no dice respecto solamente a la Montaña, sino también a los valles! ¡No quiero tener seres humanos como los devotos de las iglesias, quienes, escuchando cómodamente, absorben la Palabra, para que se deleiten dulcemente con ella, para apreciarla, pero sí, quiero seres humanos, quienes sean capaces de, en alegre actuar, edificarla dentro de si, para que se torne un burgo firme, un templo puro de Dios!

¡Exijo vivacidad de cada uno, a quien es permitido recibir mi Palabra, si es que le deba traer provecho!

Si vosotros fueseis así, luego no más presentaríais la herida, que constantemente os debilita. Ya hace mucho estaríais curados de ella. ¡Así, sin embargo, ella todavía os oprime y actúa de modo paralizador por sobre todos los movimientos del espíritu!

Quiero decir a vosotros lo qué es: ¡os hace falta, a pesar de todo el saber, a pesar de la mejor buena voluntad, además la convicción arrebatadora del ultimo reconocimiento en el grande acontecimiento de la Luz, al cual queréis servir!

Ésta es la herida aparentemente todavía incurable, que Lucifer causó a la humanidad, la argolla, que además continua a mantener firmemente atados ella y vosotros con fuerza férrea a las tinieblas, la herida abierta, que no se quiere cerrar para una resistencia firme contra todo el mal, sino que ofrece siempre de nuevo un punto débil, donde las tinieblas pueden dar golpes, que son capaces de actuar obstruyendo o incluso destruyendo sobre lo luminoso deseado por vosotros.

¿Comprendéis de lo qué se trata? ¡Os hace falta convicción de la omnipotencia de Dios, la cual está con vosotros, si actuéis en el servicio del Grial! ¡Y por la falta de esa convicción, tullís los efectos, que se deberían manifestar victoriosamente a través de vosotros en todo vuestro actuar, incluso en vuestro pensar!

¡Dondequiera que seáis rechazados, donde al vuestro actuar y querer no brille la victoria incondicional, sois vosotros únicamente los culpados, pues allá os faltó la fuerza de la convicción, con la cual habéis que vencer!

¡Vosotros servís a Dios con vuestro querer, vuestro actuar, y Dios está con vosotros, si estés firmes en la voluntad de Él y no interpongáis vuestro querer!

¡Y si todos los poderes de esta Tierra se reúnan contra vosotros, nada podrán lograr, mientras vosotros sigáis y ejecutáis la voluntad de Dios, lo que ella os determina! Cuando aparentemente determinaciones terrenas quieran contraponerse, no teméis; ¡pues si iniciéis con confianza vuestro trabajo, sin desvíos, sin miedos y sin dudas, luego los impedimentos se disolverán en nada y os advendrá el suceso que anheláis, en todo el caso! Asimilad lo que está contenido en estas palabras, ellas se cumplirán.

¡Tampoco olvidéis que la omnisciencia os guía, la cual permanece muy arriba de todo el saber humano, guía con visión amplia hacia los albos ciertos y reconoce cada efecto final de todo que está en andamiento!

Tantos de vosotros, personalmente, ya muchas veces vivenciaron cosas terrenalmente increíbles. ¡Como hasta ahora ya se evidenció en cosas pequeñas, las cuales, sin embargo, eran mayores de lo que imagináis, igual también ocurre con las cosas más difíciles, aparentemente insuperables! Dondequiera que un poder humano quiera contraponerse a vosotros de modo impeditivo, ahí entonces acordad: ¡con vosotros está la omnipotencia, que es mucho mayor de lo que cualquier poder, y a la cual nada en la Creación entera se puede contraponer de modo obstructivo!

¡El ser humano contra Dios! ¡Cómo puede ahí restar una pregunta sobre el resultado y el fin!

La conciencia de la convicción firme, sin embargo, todavía os falta. De eso os impide vuestro intelecto torcido, con lo cual Lucifer os engrilló. ¡Únicamente el intelecto no os deja luchar en el sentido cierto, no os deja ser verdaderos combatientes en favor de la sagrada voluntad de Dios aquí en la Tierra!

¡Apenas determinaciones y concepciones humanas se opongan a vosotros, ya retrocedéis desanimados en la falsa convicción de que no seriéis capaces de superarlas y os tornáis débiles en eso, no os animáis para la lucha!

Pero todo Estado, que realmente esté dispuesto a construir, favorecerá mi Mensaje y el movimiento de éste, nunca oprimirá; pues él eleva los seres humanos y la cultura.

¡Avanzad con paso firme, sin miedo, en la sagrada convicción de fe inamovible en la omnipotencia de Dios, que está con vosotros, y todo lo que esté ante vosotros, que quiera obstruir, se disolverá por si e incluso os ayudará favoreciendo para alcanzar lo suceso!

Cuando habéis llegado a tal punto dentro de vosotros, solamente entonces os podréis tornar los verdaderos auxiliadores para la humanidad, a fin de guiarla hacia el alto, rumbo a la Luz con la Palabra.

¡Combatientes de la Luz, sin embargo, debéis ser vosotros todos, desde el primero hasta el ultimo portador de la sagrada Cruz! ¡Sin embargo, no hay un único entre vosotros, ninguno siquiera en el pleno sentido y en la fuerza, como podría estar y también ya habría que estar! ¡Tan devastadoramente el atamiento del intelecto os ha corroído desde la época terrena de Jesús!

¡No os debéis tornar combatientes, quienes tiran bombas y granadas y matan seres humanos, jamás debéis traer destrucción a vuestros semejantes, pero, sí, debéis golpear con la espada de la convicción, tras la cual se halla la omnipotencia de Dios, a Quien ninguna resistencia puede oponerse! ¡Lo que os di y siempre de nuevo os doy es la victoria incondicional!

Todo lo podéis superar aquí en la Tierra, si queráis, y si actuáis en la convicción. Sois invencibles, cada palabra se tornará acción también con vosotros, apenas pronunciada de manera cierta, es decir, con la conciencia de aquella elevada fuerza, que actúa con vosotros.

¡Todo os di en ese sentido, solamente vosotros no lo utilizáis, porque todavía sangráis por la herida, que os debilita y no os deja tornar combatientes!

Oh desalentados, a los cuales ya fueron dadas cosas tan indeciblemente grandes, yo os conozco y sé que nuevamente no sabéis utilizarlas, aunque finalmente las habéis comprendido, porque luego buscáis nueva e inmediatamente comprimirlas en una estrechez.

¡Cómo eran grandes, antaño, los seres humanos simples, quienes se decidieron a seguir la Palabra de Cristo, oírla sedientos, sin disminuirlas en el cavilar desperdiciador de tiempo y energía del intelecto torcido! Tomad aún hoy como ejemplo aquellos, a los cuales no pudo ser dada directamente la elevada fuerza, que ha sido dada a vosotros, aquellos, quienes no pudieron ser educados penosamente para un nuevo ser, como se pasó con vosotros.

Yo lo facilité para vosotros, por esa razón lo tomáis también tan livianamente y no os concientizáis de la enorme seriedad que está ligada a cada palabra.

Ahora, sin embargo, el tiempo urge, que avanza irresistiblemente en su desenrollar. Si vosotros ahora no asimiléis finalmente también la esencia de la Palabra, luego la espada, que cada uno de vosotros recibió con eso en las manos, herirá a vosotros propios, si no queráis os tornar aptos a usarla. ¡Ella se moverá sin vuestro querer! Dirigidla bien, al contrario ella os herirá. Permanecer inactivos, no podéis, eso la fuerza, que ahora envié para la Creación, no permite.

Y es ley sagrada en el Grial, que será vencido, derrotado, herido, aquél quien vacila por un momento siquiera en su convicción y en su actuar, que no se domine a proseguir con inabalable serenidad y con la mirada vuelta hacia Dios. Ya muchas veces llamé la atención para la ley, por constituir siempre la condición fundamental, en la cual se origina el suceso y la victoria.

¡No os acomodéis al pensar que la omnipotencia ya actuará a través de vosotros, donde ella debe!

¡La omnipotencia fluye! En eso tenéis toda la razón. Ella trabaja también sin vosotros y conduce todo hasta el final determinado por Dios, en el tiempo exacto, sin un único segundo de retraso. ¡Sin embargo, destrozos habrían que cubrir ese camino, que no son necesarios! Por eso, cada trayecto deberá, antes, ser allanado por vosotros. Vosotros sois convocados para cooperar en la edificación sobre la Tierra, y además salvar seres humanos, que habrían que perderse sin vuestra ayuda, visto que no despertarían por si propios.

Vosotros debéis ayudar a preparar todos los caminos terrenos, para que los auxilios puedan ser dados a tiempo, así, como es necesario para la humanidad terrena. En eso, no se trata siempre de la Palabra y su divulgación, sino también de necesidades puramente terrenas de una construcción.

¡Sea lo que sea que el convocado haga en ese sentido, en todo tiene que se llegar con la inamovible convicción de una victoria incondicional, del más completo suceso!

La fuerza de la Luz empuja los obstáculos hacia el lado, apenas vosotros sigáis inamoviblemente el camino que os será indicado. ¡Si vosotros propios no retrocedáis asustados ante los aparentes impedimentos, esos jamás lograrán hacer valerse!

¡A través de vuestra seguridad interior de la convicción, la omnipotencia de Dios puede fluir y forzar la victoria para vosotros por toda parte, en todo, lo que emprendéis en el servicio para el Grial!

Así es el proceso. Con vuestra actuación habréis que proporcionar los canales, que dirigen el avanzo de esa omnipotencia para determinados puntos. Y eso sólo puede ocurrir a través de la nítida seguridad de la más pura convicción. ¡Luego vivenciaréis un milagro tras otro, uno siempre mayor de lo que el otro!

¡Sin embargo, no caigáis ahí en la liviandad, tampoco en la superficialidad o incluso en la arrogancia para con los seres humanos, pero sí permaneced siempre espiritual y terrenalmente vigilantes! ¡Comenzad solamente primero seriamente con eso, y pronto vuestra seguridad en eso aumentará, se tornará invencible, de modo que los seres humanos reconocerán, estupefactos y admirados, que Dios de modo nítidamente visible está con vosotros!

Siempre de nuevo, sin embargo, busquéis introducir el antiguo pensar habitual, que para vosotros, convocados, tiene que permanecer como pasado; pues sois sacados del antiguo y equipados con capacidades y fuerzas sobreterrenas. ¡Dejadla finalmente actuar, esta fuerza!

Actuad con convicción firme, de que la omnipotencia de Dios está con vosotros, y todas las preocupaciones quedarán lejos de vosotros. ¡En cuanto ellas os alcancen, es porque vosotros propios las apoyasteis con vuestro desaliento!

Quién muestra desaliento, ése no comprendió la grandeza del acontecimiento. Ése no sabe de las gracias de que participa a cada nueva hora, ése tampoco jamás podrá tornarse un verdadero combatiente de Dios aquí en la Tierra.

¿Sabéis, ahora, lo qué es un combatiente de Dios? No debéis mantener discusiones desnecesarias tampoco efectuar acciones brutales, pero sí ejecutar vuestro trabajo en la más límpida confianza en la omnipotencia de vuestro Dios. Poco importando la especie del trabajo. ¡Él será, en el servicio del Santo Grial, siempre solamente constructivo, nunca destructivo, traerá solamente bendiciones, jamás sufrimiento!

Vuestras conducciones son de especie tan extraordinaria, que jamás podrán ser comprendidas por el intelecto humano terrenal. ¡Por ese motivo, vuestro espíritu tiene que subordinase a la conducción! ¡Más vida, mayor entusiasmo tenéis que dejar surgir en vosotros, y en todo seréis fácilmente bien sucedidos!

Sin embargo, nadie debe tornarse él propio presuntuoso; ¡pues únicamente la intervención de la Luz os traerá victoria! ¡Si confiéis ilimitadamente en la Luz! Quien quiera intrometerse como el victorioso, ese provoca pronto una paralización en todo, cría dificultades y la victoria le será negada.

¡Transmitid finalmente, a los que buscan, de aquello que siempre os di en rica abundancia! ¡Para que, fluyendo, sea capaz de iniciar el indispensable movimiento circular, que lo deja pasar, cual una avalancha, a través de las almas y de los mundos! Tened con ellos aquella paciencia, que encontrasteis en mi, os esforcéis en comprender vuestros prójimos, como yo tuve que esforzarme en relación a vosotros, a fin de os abrir un camino hacia los jardines luminosos de Dios, el cual también vosotros, como todos los demás, ya habíais perdido completamente siguiendo, en lugar de él, caminos errados.

¡Vosotros debéis ser ahora los donadores, los que guían hacia arriba, hacia fuera de toda aflicción! Sin embargo no lo lograréis si mantengáis los puentes izados. ¡Daos a los seres humanos, como yo me di a vosotros! ¡Luego, seréis verdaderos combatientes de Dios aquí en la Tierra! ¡Solo entonces cumpliréis vuestra misión!

¡Una alegre aclamación ya despertó muchos espíritus, una sonrisa ya tranquilizó muchos dolores, y una mirada comprensiva ya inspiró autoconfianza en muchas almas débiles!

¡Como fuisteis tan pobres hasta ahora en vuestra riqueza espiritual, porque no quisisteis utilizarla, para que otros pudiesen alegrarse y deleitarse con ella! ¡Únicamente la alegría de otros actúa vivificando y refrescando de forma nueva sobre el espíritu! ¡Vosotros sois los recibidores, cuando, con animo alegre, tornáis felices los que anhelan espiritualmente, cuando estimuléis los temerosos y fortalecéis los débiles! ¡Para eso os di todo y os exhorté, para que multiplicaseis las dádivas que os fueron legadas!

¡Sé que en muchos entre vosotros solamente todavía hacia falta esta palabra, para sacar los últimos velos del palpar de vuestro querer, para que ahora todo pueda tornarse acción concientemente objetiva, que aguardaba un despertar dentro de vosotros!

¡Sed, ahora, combatientes y donadores! ¡Ha llegado la hora!

¡Dejad que la vida resurja en vosotros a partir de esta hora! ¡Eliminad cualquier desanimo de vuestras almas y actuad en la fuerza del Señor!

Cerrad la herida, que hasta esta hora siempre además tenéis en vosotros, para que podáis rechazar finalmente todas las dudas del intelecto. ¡Si no lo logréis en el más corto lapso de tiempo, será demasiado tarde para vosotros!

¡Por eso, que arda dolorosamente vuestra herida, que todavía tenéis en vosotros! ¡Que a través del dolor ella os torne finalmente aptos para la sagrada lucha terrena, para que ahora el espíritu en vosotros pueda, en fin, resucitar flameando!

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