Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


57. ¡Hágase la Luz!

¡Hágase la Luz! ¡Cuán distante todavía se halla el ser humano de la comprensión de esa grande sentencia de la Creación! Distante incluso además de la voluntad cierta de aprender a comprender ese acontecimiento. Y aún así, se ocupa siempre de nuevo con eso hace milenios. Pero, en acuerdo a su manera. No con humildad él quiere aceptar una centella de comprensión oriunda de la Verdad, recibirla con pureza, pero, sí, solamente sofismar todo, él propio, de modo intelectivo.

Cada tesis, que establece a tal respecto, él quiere imprescindiblemente poder fundamentar según la especie y la necesidad de su cerebro terreno. Eso está absolutamente cierto en lo que dice respecto a las cosas terrenas y a todo, que hace parte de la materia gruesa, a que también pertenece el cerebro, del cual proviene el intelecto; pues el intelecto otra cosa no es que no la comprensión grueso-material. Por esa razón, también los seres humanos, que se someten solamente al intelecto, y que solamente quieren que sea considerado justo y cierto aquello, que puede ser incondicionalmente comprobado de modo intelectivo, son todos muy estrechamente limitados y están indisolublemente ligados a la materia gruesa. ¡Con eso, sin embargo, ellos están también distanciados al máximo del verdadero saber y del saber en general, a pesar de que precisamente ellos se juzguen sabios!

En esa mezquines se halla hoy la ciencia entera ante de nosotros, si la contemplemos bien. Restringiéndose a si propia, oprimiendo con fuerza y recusando medrosamente todo, que no puede comprimir también en sus limites estrechos de la comprensión tan presa a la Tierra. ¡Recusando realmente con miedo, porque tales cientistas, a pesar de la rigidez, no pueden negar que existe más de lo que solamente aquello, que ellos son capaces de catalogar en el registro del cerebro grueso-material, lo que, por lo tanto, con eso también además pertenece incondicionalmente al plan de materia gruesa, a las ultimas ramificaciones en la extremidad inferior de esta grande Creación!

En su miedo, algunos de ellos se convierten maldosos y incluso peligrosos en relación a todos aquellos, quienes no quieren dejarse envolver en esa rigidez, pero que esperan más del espíritu humano y por ese motivo no investigan solamente con el intelecto preso a la Tierra, pero, sí con el espíritu, yendo más allá de los acontecimientos grueso-materiales, así, como es digno de un espíritu humano todavía sano, y como continua siendo su deber en esta Creación.

Los seres humanos de intelecto quieren, a cualquier precio, subyugar espíritus vigilantes. Así ha sido durante milenios. Y las tinieblas, que cada vez más rápidamente se diseminaron, principalmente por intermedio de los seres humanos de intelecto, como consecuencia de tal restricción grueso-material, formaron con el transcurrir del tiempo el suelo para la posibilidad de desenvolvimiento del poder del intelecto.

Lo que no podía ser comprobado intelectualmente fue hostilizado, siempre que posible hecho ridículo, para que no encontrase acogida y no pudiese inquietar los seres humanos de intelecto.

¡Preventivamente, se buscó difundir como sabiduría que todo aquello pertenece solamente a una teoría insostenible, que no puede ser averiguado y confirmado por el intelecto!

¡Ese principio, así establecido por los seres humanos de intelecto, ha sido su orgullo y también su arma y su escudo durante milenios, incluso su trueno, que ahora habrá que venir a colapsar ya en el inicio del despertar espiritual! El despertar espiritual muestra que esa tesis ha sido completamente errada y que fue torcida con atrevimiento ilimitado, solamente para proteger con eso la estrechez presa a la Tierra, para conservar el espíritu humano en sueño inactivo.

Nadie vio que precisamente en esa afirmación simultáneamente también fue dada la prueba de cuán distante el trabajo del intelecto se debe situar del verdadero saber.

¡Romped el limite estrecho, que os fue trazado solamente por sagacidad, para que vosotros no os volvéis capaces de crecer para más allá de la arrogante erudición terrena del intelecto humano! Aprenderéis deprisa a intuir que precisamente todo aquello, que se deja comprobar por el intelecto, pertenece a la teoría; ¡pues solamente la teoría construida terrenalmente puede ser comprobada como construcción, el verdadero saber, nunca!

Por consiguiente, también aquí es precisamente el contrario de lo que hasta ahora fue afirmado. ¡También en eso, todo tiene que volverse nuevo, conforme el Señor prometió a los seres humanos! —

¡Lo que se deja comprobar por el intelecto es todo teoría terrena, nada más! Y sobre eso se apoya la erudición de hoy, así ella se muestra ante nosotros. ¡Eso, sin embargo, nada tiene que ver con ciencia, es decir, con el verdadero saber! Hay eruditos, que según las leyes primordiales de la Creación, es decir, según la realidad, pertenecen a los más restrictos entre los espíritus humanos, aunque tengan grande proyección terrena y sean muy respetados por los seres humanos. Ejercen, en la propia Creación, solamente un papel ridículo. Para los espíritus humanos de esta Tierra, sin embargo, alguno entre ellos puede volverse muy peligroso, porque él los conduce por caminos falsos y estrechos, en los cuales el espíritu nunca es capaz de desenvolverse. Él los mantiene oprimidos, busca constreñirlos dentro de su propia erudición, que en el fondo no pasa de estrechez terrena del intelecto, envuelta en futilidades.

Despertad, ampliaos, cread espacio para el vuelo hacia las alturas, oh espíritus humanos, que no fuisteis criados para permanecer solamente en la materia gruesa, la cual debéis aprovechar, pero no considerar como patria.

En la época actual, tan errada, un campesino, a veces, es espiritualmente más despierto y, con eso, más valioso en la Creación de lo que un erudito, en lo cual la intuición se perdió completamente. Tiene, sí, un sentido profundo, cuando se habla en trabajo árido del intelecto, o en erudición árida. Cuántas veces el ser humano más sencillo, con una expresión de la intuición, encuentra infaliblemente lo cierto. ¡La expresión “árido” significa aquí “sin vida”, por consiguiente, muerto! No hay vida en eso. Y esa expresión lleva verdad en si.

Por ese motivo, el ser humano nunca podrá comprender con el intelecto el alto concepto de la sentencia sagrada: “¡Hágase la Luz!” ¡A pesar de eso, o tal vez precisamente por eso, el “Hágase” no lo deja en paz en su pensar! Siempre y siempre de nuevo él busca formar una imagen de eso para, de esa manera, llegar al cómo. Si, sin embargo, sabe del cómo, entonces surge en él pronto también la pregunta: ¿Por qué?

¡Él quiere finalmente también saber además por qué Dios, en fin, hizo surgir la Creación! Así es el ser humano en su especie. Sin embargo, a él propio le gustaría escrutar todo. ¡Escrutar, sin embargo, él nunca lo podrá! Pues para el escrutar necesitaría utilizar la actividad de su propio espíritu. Para eso, sin embargo, ese ni podría alcanzar la actividad con el claro trabajo del intelecto actualmente reinante, por estar, debido a eso, demasiado restricto y atado al que es exclusivamente de materia gruesa, mientras el principio de la Creación se halla infinitamente distante encima de la materia gruesa, como perteneciendo a una especie completamente diferente.

El ser humano en su estado actual no tendría, debido a eso, ni siquiera la probabilidad de solamente un presentir de eso, aunque interiormente fuese capacitado para eso. Pero eso él tampoco lo es. ¡El espíritu humano de modo alguno puede escrutar acontecimientos en tal altura, porque se situan muy arriba del punto, donde el espiritu humano puede “saber” algo, por lo tanto, donde es capaz de recibir algo concientemente!

De un querer escrutar, por lo tanto, nunca se puede hablar en ese caso. Por ese motivo, tampoco hay razón de que el ser humano quiera ocuparse con eso. Puede solamente recibir en imágenes, apenas esté dispuesto a recibir con verdadera humildad un saber al respecto de eso. Sin embargo, “saber al respecto de eso” no constituye, naturalmente, el propio saber, que él nunca podrá obtener.

Si quiera, por lo tanto, en el anhelo sincero, sin embargo humilde, saber algo al respecto, luego él podrá imaginarlo figuradamente. Quiero describir a él el acontecimiento, tal como é les capaz de recibirlo. Para desenrollarlo en toda su grandeza ante el espíritu humano, para hacerlo surgir, aunque solamente figuradamente, para eso no son suficientes aquellas maneras de exprimirse, que fueron dadas al espíritu humano para comprender. —

Ya expliqué en mi disertación “La vida” cómo, en virtud del acto de la voluntad de Dios, que está colocado en las palabras “¡Hágase la Luz!”, las irradiaciones se proyectaron para más allá del limite del divino, y, en seguida, en dirección hacia bajo, resfriando siempre más, hubieron que actuar, con lo que, en la energía o en la presión cada vez menor debido al resfriamiento, diversas entealidades poco a poco pudieron alcanzar la conciencia propia, primeramente en la intuición, y en seguida, también poco a poco, fortaleciéndose en la actuación hacia fuera. Pero digo mejor que la presión no disminuye por el resfriamiento, pero, sí, que el resfriamiento ocurre debido a y en la presión, que disminuye.

Que, en eso, cada acontecimiento aislado, cada cambio mínimo en el resfriamiento comprende entonces vastedades y distancias inmensas, que al espíritu humano, por su vez, no pueden volverse comprensibles y entendibles, no necesito mencionar aquí de manera especial.

Me contenté, en aquella disertación, en decir simplemente que las irradiaciones, debido al acto de voluntad, fueron impulsadas hacia más allá del limite del divino. Sobre el propio acto de voluntad, yo no hablé, allí, pormenorizadamente.

Hoy quiero proseguir con eso y explicar por qué las irradiaciones habían que transponer el limite de la región divina; pues en el desenvolvimiento de la Creación todo ocurre solamente porque no puede ser de otra forma, por lo tanto, incondicionalmente en acuerdo a la ley. —

El Santo Grial fue desde la eternidad el polo final de la irradiación inmediata de Dios. Un recipiente, en lo cual la irradiación se concentraba como siendo el ultimo, extremo punto, para, refluyendo, volverse siempre otra vez nueva. En su alrededor, los portales hacia fuera firmemente cerrados, quedaba el divino Burgo del Grial, de manera que nada podía pasar hacia fuera y no era dada cualquier otra posibilidad de nuevo resfriamiento. Todo fue cuidado y guardado por los “ancianos”, es decir, por los eternamente inmutables, que pueden llevar una existencia conciente en el extremo limite de la región de irradiación divina. —

Ahora el ser humano tiene que reflexionar, antes de todo, que, en el plan divino, voluntad y acción son siempre una sólo cosa, si es que desees seguirme correctamente en mi descripción. A cada palabra se sigue inmediatamente la acción, o, más precisamente, cada palabra en sí ya es la propia acción, porque la palabra divina posee fuerza criadora, por lo tanto, se forma inmediatamente en acción. Igual también en la grande sentencia: “¡Hágase la Luz!”

¡Luz es solamente el propio Dios! Y desde Su irradiación natural resulta el circulo de la región divina, inmensurable para el sentido humano, cuyo anclaje extremo es y fue desde toda la eternidad el Burgo del Grial. Si Dios entonces quisiese que más allá del limite de la irradiación inmediata divina también se hiciese Luz, luego no podía tratarse ahí de una simple expansión arbitraria de irradiaciones, sino había que ser colocada Luz en el punto extremo del limite de la irradiación inmediata de la perfección divina, con el objetivo de, a partir de allá, prepasar irradiando lo que hasta entonces no había sido iluminado.

Por consiguiente, Dios no solamente pronunció las palabras “¡Hágase la Luz!” según las nociones humanas, pero ¡eso fue simultáneamente un acontecimiento de la acción! ¡Fue el grandioso acontecimiento del envío o del nacimiento hacia fuera de los limites del divino de una parte de Imanuel! El colocar hacia afuera de una parte de Luz de la Luz primordial, con el objetivo que iluminase y aclarase de forma autónoma más allá de la irradiación inmediata de Dios. El principio de la grande génesis de la Creación no ha sido otra cosa si no el simultaneo inicio de la consecuencia del envío de Imanuel.

Imanuel es, por lo tanto, el origen y el polo de partida de la Creación, debido a su envío de la propia Luz viva. Él es la Voluntad de Dios que lleva en sí de manera viva la sentencia “¡Hágase la Luz!”, que él mismo lo es. La Voluntad de Dios, la Cruz viva de la Creación, alrededor de la cual la Creación pudo, tuvo que formarse. ¡Por eso, él también es la Verdad, así como la ley de la Creación, que a través de él, a partir de él pudo formarse!

Él es el puente saliendo desde el divino, el camino hacia la Verdad y la vida, la fuente criadora y la fuerza, que advienen de Dios. —

Es un cuadro nuevo, que se desenrolla ahí ante la humanidad, y que, sin embargo, no cambia nada, pero solamente endereza lo que está dislocado en las concepciones humanas.

A vosotros resta ahora todavía la pregunta sobre lo “¡por qué!” ¡Por qué Dios procedió al envío de Imanuel! Aunque esta pregunta, formulada por el espíritu humano, sea también bastante extraña, sí, incluso arrogante, aún así quiero explicarla a vosotros, porqué tantos seres humanos terrenos se sienten como victimas de esta Creación, en la ilusión de que Dios los crió defectuosos, si ellos pueden cometer errores. La arrogancia en eso incluso va tan lejos, que hacen de eso una critica con la propia excusa de que Dios solamente podía haber criado el ser humano de tal forma, que nunca pudiese pensar tampoco actuar erradamente, con eso también habría sido evitada la caída de la humanidad. ¡Pero únicamente la libre capacidad de decisión del espíritu humano provocó su decadencia y caída! Hubiese él observado y obedecido siempre las leyes en la Creación, luego podría existir para él solamente ascensión, felicidad y paz; pues así lo quieren esas leyes. Con la no observancia, naturalmente, él se choca con ellas, tropieza y cae. —

En la esfera de la perfección divina, únicamente, el divino puede usufructuar las alegrías de la existencia conciente, las cuales la irradiación de Dios dona. En lo más puro de lo puro en la irradiación, que puede formarse, como, por ejemplo, los arcángeles, en distancia mayor, en el extremo limite del ámbito de irradiación, luego también los ancianos, los cuales son al mismo tiempo los guardianes del Grial en el Burgo del Grial, dentro de la esfera divina.

¡Con eso es extraído lo más vigoroso y más fuerte de la irradiación! Del restante se forman luego, en el divino, animales, paisajes y construcciones. Con eso, la especie de los últimos residuos se cambia cada vez más, sin embargo, está sujeta a la más alta tensión en la inmensa presión resultado de la proximidad de Dios, a pesar de que también aquí la distancia de Dios además haya que permanecer inconmensurable e incomprensible para el espíritu humano.

En esos últimos residuos luego, que, como ramificaciones y restos agotados de las irradiaciones, no son más capaces de producir formas en el divino y solamente pasan y fluctúan como nubecitas luminosas en sus limites extremos, está contenido también el espiritual. No puede desenvolverse bajo la alta presión y tampoco alcanzar la conciencia. El fuerte impulso hacia eso, sin embargo, se halla en todo el espiritual, y es ese impulso, que se eleva como una gran suplica de la fluctuación constante, la cual, en el limite, no pude alcanzar a tejer tampoco a formar.

Y, por su vez, fue esa suplica en el impulso inconciente, a la cual Dios cedió en Su gran amor, que Él dejó tornarse realización; ¡pues solamente afuera de los limites de todo el divino podía el espiritual, siguiendo su impulso, desabrochar, para, en parte conciente, usufructuar las bendiciones de las irradiaciones divinas, vivir lleno de alegría dentro de ellas, edificando, construir para si propio un reino, que, floreciendo y en armonía, pudiese convertirse un monumento en honor a Dios, como agradecimiento a Su bondad por haber concedido oportunidad a todo el espiritual para lo más libre desenvolvimiento y, con eso, para la formación de todos los deseos!

Según la especie y las leyes de las irradiaciones de Dios, había que surgir solamente felicidad y alegría para todos cuantos se convirtiesen concientes. Tampoco podía ser de manera diferente, ya que para la propia Luz las tinieblas son completamente extrañas e incomprensibles.

Así, el grande acto fue un sacrificio de amor de Dios, que separó una parte de Imanuel y la envió hacia fuera, solamente para conceder al impulso constantemente suplicante del espiritual una fruición conciente de la existencia.

Para alcanzar a tanto, el espiritual había que ultrapasar los limites de la región divina. Para un tal acontecimiento, sin embargo, solamente una parte de la Luz viva podía abrir el camino, porque la atracción de la Luz original es tan fuerte, que todo lo demás quedaba retenido en el limite de la irradiación inmediata y no podía proseguir.

Para la concesión de la realización del impulso de todo el espiritual había, por lo tanto, solamente una posibilidad: ¡el envío de una parte de la propia Luz! Solamente dentro de la fuerza de ésta podía el espiritual, utilizando el camino de la irradiación de la parte de la Luz como puente, atravesar el limite para el volverse autoconsciente.

Pero también con eso además no ha sido hecho lo suficiente, porque también esta pequeña parte de la propia Luz seria atraída de vuelta por la Luz primordial en acuerdo a la ley. En virtud de eso, la parte de la Luz todavía tenia que ser anclada afuera de los limites de la región divina, al contrario el espiritual allí localizado habría quedado como que perdido.

Habiendo una vez el espiritual transpuesto el limite de la irradiación inmediata de Dios, lo que sólo pudo ocurrir con la ayuda de una parte de la Luz, luego, en el resfriamiento resultante debido al alejamiento cada vez mayor y al volverse parcialmente conciente, no estaba más sujeto a esa fuerza de atracción original, porque en el resfriamiento surgió una otra especie y con eso un abismo separador. Solamente la parte de la Luz, como siendo de especie igual a de la Luz primordial, permaneció siempre ligada con esta y también sometida directamente a su ley de atracción.

Así, habría sido la consecuencia infalible, que esa parte enviada de la Luz fuese atraída nuevamente hacia la Luz primordial, lo que habría que producir una constante repetición del envío y, con eso, interrupciones correspondientes del acto de gracia. Eso debía ser evitado, porque en un retornar de la parte de la Luz a través del limite hacia la región divina, en dirección a la Luz primordial, el espiritual afuera del limite habría quedado inmediatamente entregue a si propio y, con eso, sin apoyo, sin aprovisionamiento de fuerza, incluso incapaz de continuar a existir. Eso habría significado el perecimiento de todo lo que se hallase afuera de la región divina.

Por ese motivo, pues, la Luz primordial, Dios, ligó la parte de Imanuel por Él enviada con una parte del más puro extracto de todo lo espiritual, con lo que ocurrió un anclaje de la parte de la Luz con todo el existente afuera del limite. Eso fue un sacrificio de amor de Dios en beneficio del espiritual, que con eso pudo alcanzar la conciencia y permanecer en ella.

El espiritual y todo, cuanto surgió a partir de él, había, con eso, encontrado afuera del limite del divino un apoyo y una eterna fuente de vida, desde la cual él pudo desenvolverse continuadamente. Al mismo tiempo estaba lanzado con eso el puente del plan divino, semejante a un puente levadizo bajado, de manera que el espiritual constantemente podía renovarse y expandirse.

Así Imanuel, como “Hágase la Luz”, se convirtió para la Creación el punto de partida y constante corriente de vida, el núcleo, en cuyo alrededor toda la Creación pudo formarse.

Primero la región del puro espiritual como Creación básica, para la cual Imanuel formó directamente el puente. Con eso, él se volvió el Hijo extragenito de Dios, en cuya irradiación pudo surgir el mundo puro-espiritual para convertirse autoconsciente. Por lo tanto, el Hijo, en cuya irradiación se desenvolvió la humanidad de la Creación primordial, desde donde tiene origen la denominación “El Hijo del Hombre”. Aquel Hijo que, en lugar de Dios, se halla inmediatamente encima de los espíritus humanos, porque esos solamente a través de él pudieron se desenvolver para alcanzar la conciencia.

Por ocasión del misterio de la separación y del envío de una parte de Imanuel, ésta permaneció en el Burgo del Grial de la región divina, por efecto de la ley, en acuerdo a su origen como Rey del Santo Grial, abrió el portal hacia afuera y estableció de esa forma el puente para el pasaje del espiritual. Él, personalmente, no se hallaba junto afuera del limite. Solamente sus irradiaciones partieron desde ese limite hacia el espacio hasta entonces todavía sin Luz.

Luego, más tarde, debido a la ligazón con el puro-espiritual, en la época, en que eso se convirtió conciente, surgió, en el propio puro-espiritual, Parsival, como venido desde Imanuel, estando ligado permanentemente con Imanuel a través de un lazo, dicho además más exactamente, a través de una irradiación indestructible. De esa manera puede el ser humano imaginar esa unión. ¡Son dos y, sin embargo, en la actuación uno sólo! Imanuel, en la parte divina del Burgo del Grial, en lo más extremo limite de la región divina, hallándose además dentro de esta y formando solamente el puente, que por él, sí, en él mismo, es mantenido abierto hacia el puro-espiritual, y Parsival, en la parte puro-espiritual del Burgo del Grial, que se originó con el volverse conciente del espiritual y con el concomitante formarse de todas las paisajes y construcciones. ¡Ambas las personas inseparablemente ligadas una a la otra y actuando como una sólo, siendo, con eso, también una sólo!

Así sucedió que el ser humano puede y debe imaginar a Parsival, la parte de Imanuel en el puro-espiritual, nacida como niño y desenvolviéndose, porque esa parte pertenece a la Creación, en la cual la forma de las leyes divinas ya sufrió un cambio en el primer enfriamiento, que condiciona el tiempo de niño y de desenvolvimiento, aunque en otro sentido de lo que del aquí. El propio nacimiento es, allá en el alto, también de otra especie de lo que en la materia gruesa aquí en la Tierra, donde, sin embargo, debido al pasaje por las diferentes regiones que llevan hacia bajo, las formas de las leyes también sufren siempre nuevas modificaciones en los nuevos enfriamientos y en el siempre repetido quedarse hacia tras de determinadas especies.

Parsival se halla ligado por una cinta de irradiación con Imanuel, simultáneamente también por una cinta de irradiación con Elisabeth, la reina de la femineidad en el divino como madre, y forma así a través de la ligazón de las irradiaciones el eterno anclaje.

La Creación posterior, pues, pudo surgir desde la actuación de los seres humanos puro-espirituales, de los primordialmente criados. El acontecimiento es, bajando, siempre una continua, aunque debilitada repetición de la Creación primordial, que se realiza conforme las leyes correspondientes, por lo que, con la respectiva transformación de las leyes, naturalmente se cambia correspondientemente también la especie del acontecimiento.

Para la Creación posterior no más existía ninguna ligazón directa con Imanuel, una vez que ésta, solamente como consecuencia de la Creación primordial, se desenvolvió desde la voluntad de los seres humanos puro-espirituales. Ese acontecimiento, sin embargo, se basó igualmente solamente en el amor al espiritual más inferior, lo cual, permaneciendo inconciente en el reino del puro espiritual, desenvolvió el mismo impulso para el volverse conciente, como antes el puro espiritual en la región divina. Pero la fuerza del espiritual no era suficiente para, en la Creación posterior, formarse directamente y volverse inmediatamente conciente como lo logró el puro espiritual más poderoso.

En la Creación posterior, el ultimo sedimento del espiritual había primeramente que desenvolverse vagarosamente bajo la influencia de los primordialmente criados puro-espirituales, por que no era tan rico de contenido como el puro espiritual.

Luego que la Creación posterior había sido obscurecida por los seres humanos, que se desarrollaban vagarosamente, y por su caída resultante del cultivo unilateral el intelecto, fue necesario intervenir. Con el objetivo de corregir otra vez, auxiliadoramente, todos los errores practicados por la humanidad, Parsival fue ligado con la materia gruesa en Abdrushin. Abdrushin fue, por lo tanto, Parsival y, por eso, también Imanuel, debido a seguida ligazón de la irradiación inmediata, cuya realización exigió grandes preparativos y esfuerzos. Debido a la existencia de él en la Tierra pudo ser dada a la Creación posterior nuevamente fuerza de Luz correspondiente, para aclaración, fortalecimiento y auxilio a todo el espiritual y, a través de este, prosiguiendo, para toda la Creación posterior.

La humanidad de la Creación posterior, sin embargo, se opuso obstinadamente y no la aceptó en su presunción, porque ella no se importaba con las leyes de la Creación y quiso quedar con sus aserciones auto-establecidas. Incluso a la misión del Hijo de Dios no dio atención, que debía traerle ayuda antes del Juicio universal.

El Juicio universal en sí es un acontecimiento natural y la consecuencia del establecimiento de una línea recta con la Luz, lo que ha sido realizado con la peregrinación de Parsival a través de las partes del Universo.

La Tierra ha sido para ese camino el punto de transición como limite extremo en la materia gruesa, porque ella, a través de la especie espiritual de pocos seres humanos, además ofreció un ancladero para eso y, por esa razón, como ultimo planeta, todavía puede ser salva, aunque ya pertenezca al reino de las tinieblas. Aquello, que se sitúa además más abajo de lo que la Tierra, por lo tanto además más envuelto por las tinieblas, será abandonado a la descomposición, a la cual deben ser entregues todas las tinieblas con todo aquello, que ellas mantienen agarrado.

La Tierra se convirtió, por consiguiente, el ultimo baluarte de la Luz en terreno hostil a la Luz. Por eso, ahora aquí también está anclado el punto final de la Luz. Cuánto más se estire dia a dia ahora la línea directa de la trinidad de la actuación de la Luz: Imanuel – Parsival – Abdrushin, tanto más perceptible y visible se volverá el efecto y la fuerza en la Voluntad divina, la cual establece el orden y endereza nuevamente a la fuerza todo, lo que la humanidad torció, es decir, hasta donde todavía se permita enderezar. Aquello, que no se permita enderezar, habrá que romper. Un medio termino, la fuerza de la Luz jamás admite.

¡Solamente en el recto extender de esa línea de la Luz estremecerá el mundo con la fuerza divina, reconocerá la humanidad entonces Imanuel en Abdrushin!

Así es la evolución en toda simplicidad. ¡Por amor fue satisfecho a todas las criaturas el anhelo para el vivenciar conciente, que en ellas impulsaba! Por amor a aquellas, sin embargo, quienes quieren tener felicidad y paz en la observancia de las leyes naturales de esta Creación, será ahora también aniquilado todo, que en eso perturbe la paz, por haberse mostrado indigno de poder ser autoconsciente. ¡En eso reside el Juicio Universal, temido con razón! ¡La grande Transición Universal!

El espíritu humano no tiene ningún derecho a la pregunta sobre lo “porqué” de la Creación; ¡pues eso es una exigencia dirigida a Dios, que él no tiene el derecho de hacer, porque él propio se cerró, con el pecado original voluntario, a toda la sabiduría y a la posibilidad de reconocimientos más elevados!

¡Yo dí, sin embargo, explicación, con el objetivo de combatir las absurdas imaginaciones de los seres humanos de intelecto, para que los espíritus humanos, que anhelan sinceramente por la Verdad y estén dispuestos a recibirla con humildad, no se dejen desviar por tan criminosa y blasfemadora presunción en el momento de todas las decisiones finales para el ser o no ser de cada criatura! —

A aquél, quien realmente busque, este saber al respecto de eso ahora mucho dará; ¡pues vosotros todos no podéis vivir de otra manera que no en la ley! ¡En la ley viva!

Si vosotros sois capaces de asimilar eso, es tema vuestro; pues en eso yo tampoco os puedo ayudar. La humanidad preguntó, pidió, y yo contesté, sobre cosas, que están muy allá de la capacidad de comprensión de un espíritu humano, que se realizan en distancias inmensas de él, rolando en orbitas férreas de justicia divina y de perfección divina. ¡En humildad inclínese la criatura humana!

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