Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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49. La Reina primordial

Ya desde siempre vibra en los seres humanos un saber al respecto de la reina primordial, nombrada por algunos también de madre primordial, o reina del cielo. Hay además muchas otras denominaciones, y como siempre, con la denominación los seres humanos imaginan algo muy determinado, que corresponde aproximadamente a la respectiva denominación, la cual sirve solamente para despertar una imagen de eso en el espíritu.

Tal imagen se orienta entonces naturalmente siempre en acuerdo a la respectiva especie de una denominación y, no por ultimo, fuertemente también en acuerdo al carácter y cultura de la persona quien, al oír, deja surgir en sí la imagen. Siempre, sin embargo, cada denominación diferente hará surgir también una imagen diferente. Esto, en el espíritu humano, siquiera es posible de otra manera. La denominación en la palabra despierta una imagen, y la imagen, a su vez, forma a seguir entonces el concepto. En esa secuencia reside el circulo de movimiento del ser humano terreno o, mejor dicho, del espíritu humano encarnado en la Tierra.

Habiendo él partido de esta Tierra, entonces se extingue para él también la denominación en la palabra, como la permanencia en la Tierra lo condiciona y conoce, y le permanece todavía la imagen, que en él entonces tiene que formar el concepto.

La palabra terrena, y la imagen, que surge en el espíritu, son, por lo tanto, para el espíritu humano los medios auxiliares para formar el concepto. A esos medios auxiliares se juntan finalmente además el color y el sonido, para además completar bien el concepto. Mientras más alto el espíritu humano suba en la Creación, más fuerte sobresalen entonces el color y el sonido en sus efectos, ambos en la realidad no son dos cosas separadas, pero, sí, una sola. Para el ser humano solamente parecen ser dos, porque en su condición terrena no es capaz de comprenderlas como una sola. —

La participación del color y del sonido en la formación de un concepto nosotros también ya encontramos aquí en la Tierra en esta materia gruesa, aunque proporcionalmente delineada solamente de modo débil; pues muchas veces, en la formación del concepto al respecto de una persona, su elección de los colores para su ambiente y su vestimenta representa un papel que no debe ser subestimado, aunque para el ser humano sea, en la mayoría de los casos, inconciente.

Y en el hablar, a través de la entonación alternada utilizada, involuntariamente o también de manera intencional, queda este o aquél dicho formalmente subrayado, destacado y, conforme se dice muy bien: “acentuado”, con el objetivo de despertar con lo que fue dicho una “impresión” muy determinada, lo que no significa otra cosa sino querer dejar surgir con eso el concepto cierto en el oyente.

En la mayoría de los casos eso también es alcanzado, porque de hecho facilita al oyente con la entonación correspondiente, formar una “imagen” más correcta del dicho.

Naturalmente no es diferente tampoco con los efectos de las diversas denominaciones al respecto de la reina primordial. Con la denominación reina primordial surge una imagen muy diversa de lo que con la denominación madre primordial. La expresión reina primordial también cría desde pronto una cierta y justificada distancia, mientras que madre primordial quiere ligar más íntimamente.

¡Además, precisamente todo a ese respecto tendrá que permanecer siempre un vago concepto para los seres humanos, pues que con cada un de sus intentos para comprensión solo puede provocar una inmensa restricción y disminución de lo que realmente es, la cual no le transmite aquello, lo que es!

Sin embargo quiero decir alguna cosa al respecto, porque al contrario la fantasía enferma de los seres humanos, incentivada y, determinante, también dirigida por su presunción, cría a partir de eso ideas, que, a su vez, como siempre en eso, buscan impeler notoriamente para el primer plan alguna importancia y apreciación del espíritu humano terreno.

Para que eso no pueda ocurrir y para evitar equívocos, quiero hablar una vez sobre eso, principalmente porque también en las concepciones ahora ya existentes se encuentra mucha cosa errada.

El pensar y desear propio en demasía de los seres humanos desempeña un papel en eso. Y eso siempre produce confusión, cuando se trata de cosas, que el ser humano siquiera pueda imaginar, pero que simplemente solo logra recibir si ofrecido desde arriba, presupuesto que haya preparado en sí el terreno para la recepción, de lo que hace parte la humildad, la cual el ser humano del tiempo actual no posee.

¡Y para aumentar aún más la confusión, muchas personas también nombran la madre terrena de Jesús de reina celestial, lo que, con alguna noción de las rígidas leyes primordiales de la Creación, siquiera podría haber sido posible, porque un espíritu humano terreno, como lo fue María de Nazaret, jamás lograría convertirse reina del cielo!

Igual también con las inspiraciones y apariciones, que muchos artistas y otras personas tuvieron de la reina del cielo con la corona, nunca se ha referido a María de Nazaret, si es que ahí se tratase de imágenes dadas del alto. En muchos casos eran apenas configuraciones propias de fantasía.

Las legitimas apariciones, sin embargo, mostraban siempre imágenes de Elizabeth con el niño Parsival o también sin él. Fueron solamente imágenes móviles, mostradas por guías, nunca la propia Elizabeth, que no puede ser vista por seres humanos, si éstos no sean especialmente capacitados y agraciados, lo que no es tan simple.

Sin embargo, tales imágenes siempre quedaron incomprendidas por los seres humanos. Era, sí, la reina del cielo, en eso estaban ciertos; pues para ella dirigieran en la mayor parte de las veces sus anhelos y sus ruegos; pero ella no era equivalente a María de Nazaret. A tal respecto los propios seres humanos otra vez juntaron algo, sin encontrar la verdadera y legitima correlación. Lamentablemente siempre lo hacen así, conforme ellos piensan, y suponen que entonces también hay que estar cierto, mientras siquiera son capaces de pensar hasta el divino.

También en este punto los seres humanos terrenos causaron mucho infortunio en la arrogancia de su querer saber propio, y dificultaron con eso de manera inenarrable el camino de María de Nazaret. Fue para ella un tormento, ser tan forzadamente ligada a esos caminos errados de los seres humanos terrenos, ligada por ellos mismos.

Tales errores tienen su origen, perfectamente comprensible, nuevamente en la mayor epidemia, enemiga de la Luz, de los espíritus humanos, en su pereza espiritual, que bajo el dominio del intelecto o los convierte espíritus presuntuosos presos a la Tierra, o, en el caso del querer religioso, los hace caer en el lado opuesto, en toda suerte de imaginaciones pueris, considerando todo posible. Llamo a eso categóricamente de pueril, porque no es infantil; pues el infantil contiene en sí formas mucho más sanas, mientras el presuntuoso preso a la Tierra, como también la imaginación pueril, sólo resulta en obras fragmentarias enfermas y desconectas.

Por eso vuelvo a clamar hoy: ¡aprended a recibir, seres humanos, sólo entonces os podréis convertir realmente grandes en esta Creación!

En eso reside todo para vosotros, si os queráis convertir felices y sabedores. Para tanto, sin embargo os debéis disponer, al contrario nada podréis obtener. Y por eso hasta ahora os fue vedado usufructuar las verdaderas preciosidades de esta Creación.

A vosotros, quienes queréis recibir, puedo hoy aclarar algo más, caso habéis asimilado correctamente la disertación sobre “El enteal”; pues ésta os habilita también a comprenderme. Ella había que preceder las aclaraciones, que ahora seguirán poco a poco.

También yo ya dije en el Mensaje de la reina primordial de la femineidad, la cual porta el nombre “Elizabeth”. La designación madre primordial también es utilizada de forma muy correcta para ella, sólo que en eso el ser humano también tiene que imaginar lo cierto, si quiera acercarse a la verdad contenida en el concepto.

El “hacer una idea” es la imagen, de la cual yo dije, que molda el medio auxiliar para la formación del concepto en la actividad del espíritu humano.

¡Dejad ahora primero una vez surgir ante vosotros mis disertaciones sobre el enteal, donde afirmo que el femenino, por consiguiente también la mujer, constituye siempre la transición, el puente de un escalón de la Creación hacia el otro hacia arriba y hacia bajo!

Se trata de una ley, que inicia a vigorar en aquél escalón, donde la autoconciencia de las especies enteales individuales se convierte capaz de empezar a actuar. ¡Y ese escalón se encuentra primero en el divino, en la región divina!

¡Vosotros sabéis, únicamente Dios es inenteal! Y con Él en el origen Sus hijos, como las partes separadas y, sin embargo, con Él permaneciendo unos.

Todo lo demás es enteal. A eso pertenecen en primer lugar, como columnas del trueno, los cuatro arcángeles. Ellos vibran además completa y exclusivamente en la voluntad de Dios, sin querer otra cosa por si propios. ¡Y como nada existe, que en la Creación no se transformase naturalmente en forma según la ley de Dios, esos ángeles, que no activan en si propios una voluntad, sino vibran solamente en la voluntad de Dios, portan alas!

Las alas son la expresión formada de su especie y una prueba de que ellos vibran de modo puro en la voluntad de Dios y no quieren otra cosa. Caso cambiasen en eso, como antaño Lucifer, entonces sus alas habrían que atrofiarse naturalmente y por fin caer totalmente tiesas, apenas cuando un vibrar en la voluntad de Dios deje de existir.

¡Y cuanto más puros ellos vibran en la voluntad de Dios, tanto más luminosas y puras son también sus alas!

Dónde, sin embargo, la conciencia del Yo pueda surgir, allá esas alas desaparecen y, en los espíritus, ya de antemano ellas siquiera son desenvolvidas, porque el espiritual tiene que desenvolver voluntad propia, y no vibra incondicionalmente en la voluntad de Dios.

Necesitáis solamente os acostumbrar a la idea de que en la Creación todo es inmediatamente real, y en el enteal tanto más pronunciado, porque allá la voluntad propia tampoco entra en consideración, y sí todo se adapta sin reserva a la voluntad de Dios.

Precisamente en esa circunstancia, sin embargo, reside una fuerza, la cual siquiera podéis imaginar. En el renunciarse a sí mismo o en el entregarse está enraizado el poder de convertir también aquello, que nombráis de naturaleza. En eso, solamente una cosa os quiero indicar, porque tal vez os pueda ayudar a comprender más fácilmente las explanaciones, si yo os conduzca al mundo animal aquí en la Tierra. Incluso además aquí en esta materialidad gruesa, los animales poseen facultades, que vosotros no podéis imitar, y que solamente vienen de la dedicación, de la adaptación a las leyes de la Creación.

¡Contemplad los camuflajes de los animales, que todavía viven libres en la naturaleza y, por eso, están aún más estrechamente ligados a ella! Tenéis, muchas veces, que buscar atentamente a los animales, tan difícil es para vosotros distinguirlos de su ambiente, en lo cual viven, pues que están tan bien adaptados a ese ambiente para que se protejan de sus enemigos.

Eso surgió únicamente del deseo natural de esos animales, que ellos traen dentro de si, de que no sean pronto notados en caso de peligro. Ese deseo, ese anhelo formó naturalmente los colores de su plumaje, o de su pelo, su piel, de modo que se adaptasen totalmente al respectivo ambiente y, por eso, son difícilmente distinguibles de él. Eso solamente ocurre, porque los animales se mueven espontáneamente en la ley de la Creación sin construir obstáculos por el querer saber mejor, finalmente, ellos todavía pueden recibir, aunque inconcientemente, pero por lo menos todavía correspondiendo a las leyes.

Ved, pues, el león o el tigre, el leopardo, ved la doniña, que incluso en el invierno cambia el color para la nieve, observad algunas mariposas, en toda parte encontraréis esa sorprendente capacidad de adaptación.

En animales domésticos, sin embargo, todo eso está atrofiado, porque ellos se sienten seguros y se volvieron indolentes en esas cosas.

Vosotros, sin embargo, podríais, sabedores de eso, realizar mucho más aún, si... ¡vosotros os adaptaseis a las leyes de Dios en esta Creación! ¡Vivenciaríais milagro tras milagro. ¡Sin embargo, que esté claro, nunca conforme vuestro querer! Pues en eso reside el limite.

¡Tal vez algunas personas dirán íntimamente entonces muéstralo , tú que sabes todo eso y que conoces a las leyes! Allana para ti tu camino aquí en la Tierra con ese poder, que entonces a ti te es propio. En ese caso, seguirte debe ser solamente alegría para todos. Alegría, felicidad y paz, sin lucha ardua tampoco preocupaciones.

Yo sé que uno u otro piensa en eso pasajeramente, aunque luego después muerda inmediatamente la lengua, para que la palabra no se le escape, y él se culpe, entonces, de no ser merecedor de recibir la Palabra del Mensaje oriunda de la Verdad.

Y él tiene razón en recriminarse por pensamientos de esa naturaleza; pues seria una repetición de aquellos mofadores en la cruz de Jesús, entre los cuales también además se encontraban aquellos, que anhelaban por la señal del poder divino, para que en él se fortificasen a si propios. Se encontraban realmente muchos de buena voluntad entre aquellos, quienes ahí gritaron: “¡Si eres tu el Hijo de Dios, ayúdate entonces a ti mismo! ¡Bájate de la cruz!”

No era solamente escarnio, sino también algun anhelo temeroso, lo que se expresaba aquí o allá. Y eso era humano.

Por eso, no es tan sorprendente, si alguno de mis oyentes piense hoy de modo semejante. Sin embargo, él se olvida que yo me encuentro en la voluntad de Dios y no quiero vivir en acuerdo a la voluntad de los seres humanos, sino únicamente en acuerdo a la voluntad de Dios. Solamente esa yo quiero cumplir y nada más, como también lo hizo Jesús. Y esa voluntad de Dios está condicionada en las leyes de esta Creación. Ella no da espectáculos que están afuera de esas leyes.

Yo sé lo que es la voluntad de Dios, y ella se cumplirá en la humanidad en aquél momento, en que el cumplimiento debe ocurrir. Ni siquiera un único segundo será ahí negligenciado. Apenas todos los caminos hasta allá todavía son capaces de ser movidos, por lo tanto, en ellos varios cambios son posibles. Los puntos de anclaje determinados, sin embargo, son inmóviles, tampoco pueden ser dislocados siquiera por la espesura de un pelo.

Precisamente en el saber de eso aguardo pacientemente y busco siempre conformarme con el presente, así como llega hasta mi; pues posteriormente se muestra también siempre que este era necesario, urgentemente necesario de ser vivido para alcanzar aquella clareza en la maduración de los convocados y aquella firmeza de sus almas, que debe haber, que es inevitable. ¡Por eso, a veces todavía es muy necesario que ellos deban ser rígidamente forjados y encandecidos, martillados por preocupaciones y luchas, antes que puedan subsistir y alcanzar la meta, que solamente entonces les posibilita el necesario grande actuar para el cumplimiento de su misión! —

¡Sin embargo, quiero hablar a vosotros de la reina primordial! Yo desvié del tema a causa de vuestros pensamientos, para que ahora podéis seguirme calmamente.

En el divino, entre los arcángeles y los eternos quienes se convirtieron autoconscientes, quienes son nombrados de ancianos en la divinidad, quienes tienen su existencia ante los escalones del trueno de Dios, allá, donde el Burgo del Grial se encuentra en la esfera divina, es necesaria una transformación, que comprende universos.

No debéis imaginar este cuadro demasiado pequeño. Distancias que comprenden universos existen entre los arcángeles y el punto de salida de la esfera divina, donde el Burgo del Grial en el divino está anclado desde la eternidad, donde, por lo tanto, es el limite del efecto inmediato de las irradiaciones de Dios.

Eso nada tiene que ver con la parte del Burgo del Grial, que hasta ahora os fue dado a conocer en imágenes como lo más elevado en la Creación; pues esa parte, conocida por vosotros a través de descripción, se encuentra solamente en el puro espiritual, afuera de las inmediatas irradiaciones de Dios.

Los escalones del trueno de Dios, sin embargo, solamente hasta allá, ya comprenden, por si solo, distancias de universos y, en la verdad, también universos.

¡Conforme vosotros propios ya podéis concluir después de alguna reflexión sobre mi disertación “Mujer y hombre”, es necesario, que en cada transformación en la Creación deba existir incondicionalmente el femenino como puente! Esa ley tampoco es contornada en la esfera divina.

Los ancianos eternos en el divino, que en el limite de la esfera divina pudieron convertirse autoconscientes, porque la grande distancia de la inmediata proximidad de Dios lo ha permitido, no podrían existir, tampoco podría haber la formación de los arcángeles, si la Reina primordial como femineidad primordial no se encontrase primeramente como mediadora para esa transformación y formación, como puente necesario.

Naturalmente eso nada tiene que ver con la manera y el pensar terrenal de materia gruesa. No hay en eso nada de personal, pero encierra un acontecimiento mucho mayor, que seguramente jamás podréis imaginar. En eso necesitáis buscar acompañar, de la mejor forma posible.

Elizabeth es la primerísima personificación de la irradiación divino-enteal, la forma del puro amor de Dios, quien como única en ella tomó la forma femenina más ideal. ¡Ella es, por lo tanto, la configuración primordial de la irradiación del amor de Dios, que, como primera, presenta forma en ella!

Jesús es la forma del propio amor vivo, inenteal de Dios, como una parte de Dios.

Solamente hablo de esas cosas para que no surja ninguna imagen falsa en vosotros, y para que al menos podáis presentir la conexión posterior a partir de aquel punto donde vosotros, en vuestra comprensión, siguiendo hacia arriba, tenéis que quedar hacia tras, si toméis como base que las leyes también más arriba siguen uniformes, pues ellas promanan desde allá. Allá ellas son incluso mucho más simplificadas, porque solamente más tarde, siguiendo hacia bajo, también tienen que fragmentarse en las muchas separaciones y por eso parecen mucho más ramificadas, de lo que realmente son.

Cuando os digo que cada intuición, cada movimiento arriba se convierte en un acontecimiento, que hace irradiar su efecto hacia todos los mundos y que baja por sobre mil millones de personalidades menores, además por sobre todo lo que es material, entonces son palabras deficientes, que yo os puedo dar al respecto, son solamente palabras de vuestro propio idioma, con las cuales tenéis que buscar hacer una imagen.

La real grandeza del hecho en si es completamente imposible de reproducir en palabras, mal puede ser delineada.

¡Allá, por lo tanto, se encuentra la reina primordial de la femineidad, y ella tiene un trueno en el Burgo del Grial en la parte divinal! Solamente en el surgimiento de Parsival, de parte de Imanuel, ella permaneció temporariamente encubierta por un velo en los jardines más elevados de la parte puro espiritual del Burgo, cerca del limite para el divino.

Ella tiene, por lo tanto, su origen en el divino, posee el grande divino-enteal de los arcángeles y lleva en sí, a pesar de eso, la autoconciencia en la forma más radiante. Al lado de ella se encuentran los arcángeles y, más hacia bajo, los eternos ancianos en el divino, que solamente son nombrados de ancianos o de más viejos, porque son eternos, y así siempre lo han sido, desde la eternidad, como el Burgo del Grial en el divino, como anclaje de la irradiación de Dios, la cual, tal como Él, fue y es eterna, y como también lo es Elizabeth, la reina primordial de la femineidad.

¡Sin embargo ella es virgen! A pesar de ser nombrada de madre primordial y Parsival nombrarla de madre. Un misterio divino, que el espíritu humano jamás logrará comprender, para eso se halla demasiado lejos y tiene que permanecer así siempre. Ella es en el divino la imagen primordial de toda la femineidad, en acuerdo a cual la femineidad de los primordialmente criados como copias se formaron.

¡Vosotros videntes, quienes sois agraciados de poder verla vez en cuando, después que para eso os fueran abiertos los ojos con el discipulado, que os regaló con la centella del puro espiritual, vosotros ahora comprenderéis por qué vedes el rostro de Elizabeth siempre con uno velo más o menos espeso! El velo no está ante el rostro de la reina primordial, sino se halla ante vuestro ojo espiritual, que no es capaz de ver claramente el divino y lo ve solamente como que a través de un velo, si él sea agraciado para una vez tener que mirar.

Solamente el discipulado os convierte capaces para esta gracia, al contrario vosotros siquiera podríais hacerlo; pues ser discípulo quiere decir: ¡ser el más joven en el reino puro espiritual! El más joven en el plan ubicado encima del Paraíso, alguien ubicado en el limite extremo, sirviendo como puente.

Actuando como intermediario entre los primordialmente criados y el Paraíso de los posteriormente criados, donde a los más perfectos de ellos es permitido permanecer. Capacitados para eso son los discípulos a través de la centella del puro espiritual, que les fue concedida por el discipulado. Por lo tanto, los discípulos son espíritus humanos de la Creación posterior, elevados al puro espiritual.

No son muchos en relación a la grande obra que une firmemente todas las partes de la Creación, para que las radiaciones de la Luz puedan fluir más libre y mucho más fácilmente, para llevar ahora el más poderoso auxilio a todas las criaturas, para que estén más firmes en la nostalgia por la Luz y en sus sempiternas leyes básicas, que sostienen, benefician y mantienen toda su estructura de la Creación, para que nada de mal pueda resurgir, después que lo de hasta ahora esté completamente destruido.

¡Un verdadero Reino de Dios, al cual todavía debe anteceder, en acuerdo a la ley, la resurrección en la destrucción de todo el antiguo!

Vosotros todos, sin embargo, debéis entonces ayudar a cumplir la voluntad de Dios en la Tierra y vivir conforme la misma, ejemplarmente para toda la humanidad, a la cual sea permitido sobrevivir al Juicio.

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