Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


44. Mujer y hombre

Con mis disertaciones sobre “El enteal”, “Los pequeños enteales”, “En la oficina de materia gruesa de los enteales”, “Peregrina un alma”, he dado una fracción del saber de la continua actuación en la Creación. Una pequeña parte expliqué del vuestro ambiente más cercano, y también solamente de aquella, que se halla muy íntimamente ligada con vosotros. Sin embargo, no os di tales aclaraciones solamente para que quedaseis concientes de ellas, pero, sí, con la finalidad de que podéis sacar provecho de eso para vuestra vida en la Tierra, ahora, en el cuerpo de materia gruesa. Como también simultáneamente para la bendición de aquellos, que están con vosotros y al rededor de vosotros.

El saber a tal respecto no os trae ventaja ninguna; pues cada espíritu humano tiene el deber sagrado de utilizar todo el saber favoreciendo en la Creación, para el progreso y la alegría de todos, que están ligados con él o que solamente entran en contacto con él. Luego su espíritu tiene grande lucro, del contrario, nunca.

Éste quedará libre de todos los obstáculos y será infaliblemente erguido en la ley de la reciprocidad hasta una altitud, en que constantemente podrá agotar fuerzas, las cuales son traspasadas de Luz y tienen que proporcionar bendiciones allá, donde encuentren suelo adecuado aquí en la Tierra. De esa forma, la persona que sabe se convierte en fuerte mediadora de elevada fuerza de Dios.

Por eso, quiero mostrar a vosotros una vez lo qué podíais inferir de las ultimas disertaciones para el camino terreno, y lo qué también tenéis que inferir; pues la Palabra no debe quedar sin aplicación.

Llamé vuestra atención, en líneas generales, para una pequeña parte del tejer y del actuar de muy determinadas especies de enteales en la Creación, mostré a vosotros también que el espíritu humano hasta ahora se ha movido en eso en total ignorancia.

El enteal actúa y teje con fidelidad en el hogar de la gran Creación, mientras el espiritual debe ser considerado como huésped peregrinando en ella, que tiene la obligación de adaptarse armoniosamente bajo la orden del grande hogar y, con lo mejor de lo que es capaz, apoyar favoreciendo el actuar del enteal. Debe, pues, colaborar en la conservación de la grande obra, que le ofrece morada, posibilidad de existencia y patria.

Considerando correctamente, debéis imaginar así: ¡el elevado enteal soltó de si el espíritu, o lo hizo nacer, y le ofrece en su grande hogar de la Creación la posibilidad de una existencia llena de alegría!

Presupuesto, naturalmente, que tal espíritu no perturbe la armonía de la casa; pues al contrario se convierte en huésped malquisto y será tratado también como le corresponda. Nunca podrá recibir y desfrutar entonces una verdadera existencia llena de alegría.

El huésped tiene, lógicamente, también el deber de no estorbar el hogar, pero, sí, de adaptarse al orden en él vigente, incluso de apoyarlo y de protegerlo como retribución por la hospitalidad.

Se puede, finalmente, para mejor comprensión, expresarlo de manera diversa, sin alterar el sentido real: El gran divino-enteal, que todo comprende, se separó en dos, en una parte activa y en una parte pasiva, o en una parte positiva y una parte negativa.

¡La parte pasiva o negativa es la parte más fina, la más sensible, más dócil, la parte activa o positiva es la parte más gruesa, no tan sensible!

La parte más sensible, es decir, la parte pasiva, es, sin embargo, la parte más fuerte y predominante sobre todo, que en la realidad actúa dirigiendo. Ella es, en su sensibilidad, más apta a recibir y más impresionable y, por consiguiente, capaz de mantenerse y de actuar más seguramente en la fuerza de la sagrada voluntad de Dios, es decir, en la presión suprema. Bajo presión se comprende aquí la legítima impresión de la especie más elevada sobre la especie más baja, no por acaso un acto de fuerza arbitrario, no una presión de violento y mutable despotismo. —

Así vedes ante vosotros el grande cuadro, que viene desde arriba, y ya no es más difícil comprender que las consecuencias subsecuentes en la Creación siempre se repiten naturalmente de la misma manera y finalmente también tienen que ser transferidas para las separaciones de los espíritus humanos de la Creación posterior, como efecto de una ley uniforme que atraviesa la Creación entera. Sólo que en los diversos planes y grados de enfriamiento eso es denominado de manera diferente.

Así, la mujer humana de la Creación posterior corporifica en la gradación el enteal más sensible como parte negativa, pasiva, y el hombre, el espiritual más grueso como parte positiva, activa; ¡pues la separación, una vez iniciada, se va repitiendo siempre de nuevo en las partes ya apartadas y consecutivamente, a punto de que se pueda decir que la Creación entera consiste, en la realidad, solamente de separaciones! ¡La parte efectivamente más fuerte, por lo tanto, realmente dominante, sin embargo, es ahí la parte más sensible, por lo tanto, entre los humanos, la femineidad! Le es, en acuerdo a su especie, mucho más fácil obedecer intuitivamente a la presión de la voluntad de Dios. ¡Con eso ella tiene y también proporciona la mejor ligazón con la única fuerza realmente viva!

Esa ley de la Creación también necesita ser observada por los investigadores y llevada en consideración por los inventores. La parte realmente más poderosa y más fuerte es siempre la más sensible, es decir, la parte negativa o pasiva. ¡La parte más sensible es la verdadera parte determinante, la parte activa es solamente la ejecutante!

Por eso, también en cada desenvolvimiento normal, todo el femenino ejerce, en los inicios inconcientes siempre vibrando de modo puro, una influencia fuerte, solamente elevadora por sobre la masculinidad, apenas éste alcance la madurez física. Con la madurez física despierta al mismo tiempo el grande intuir sexual, que forma la ligazón o el puente hacia la actividad del núcleo espiritual del ser humano en el plan de la materia gruesa, es decir, aquí en la Tierra.

Ya sabéis de eso a través de mi Mensaje. Todo eso resulta simultáneamente. Una cosa trae consigo inmediatamente la otra. ¡En eso reconocéis los inmensos auxilios que un espíritu humano en la Tierra recibe a través de las leyes de la Creación! Vedes la protección casi indescriptible y los apoyos llenos de gracia para la ascensión, que apenas pueden pasar desapercibidos. También los caminos seguros, en ellos indicados detalladamente, en los cuales, sin querer, nadie puede extraviarse. Se convierte necesaria, de hecho, mucha mala voluntad e incluso esfuerzo contrario, para que un ser humano busque empujar todas esas cosas con liviandad al margen y deje de poner atención a ellas. ¡Sí, el ser humano incluso tiene que luchar violentamente contra todos esos auxilios naturales a fin de que no los utilice!

Y, a pesar de eso, él lo hace. ¡Por eso, yo dije a propósito que en los inicios “inconcientes” de la madurez la influencia femenina siempre irá despertar en la masculinidad una vibración pura en dirección hacia las alturas, porque ahí ésta, sin que sea influenciada por el intelecto corrompido, actúa solamente en acuerdo a las leyes de Dios en la Creación! Sólo cuando el intelecto con todos sus artificios también en eso es despierto y empieza a actuar, ese puro y con él todos los auxilios será arrastrado por el malo pensar hacia la mugre y devaluado.

El malo pensar es generado por impureza de la femineidad, seducciones, persuasiones, falsos amigos, malos ejemplos y no por ultimo también por falsa orientación en la arte y literatura.

¡Si con eso, sin embargo, sean una vez destruidos y colapsados los muchos puentes hacia las alturas luminosas, puras, entonces es muy difícil encontrar un camino hacia la vuelta! E incluso también en eso el Creador omnisciente, en Su bondad, da en las leyes de la grande Creación además millares de posibilidades y, a su turno, también auxilios naturales, cuando un espíritu humano sin rumbo busca finalmente hacer surgir en sí la voluntad realmente sincera para lo que es puro.

El Mensaje ya da, en todas esas cosas, aclaración suficiente, de manera que para vosotros no más hay necesidad de nuevas indicaciones a tal respecto.

Criaturas humanas, vosotros no sabéis qué gracias siempre de nuevo y casi que a diario pisoteáis con los propios pies, por eso también ignoráis como es grande y cuanto aumenta a cada hora el peso de vuestro fardo de culpas, que tenéis que pagar de cualquier manera; ¡pues todas las leyes de Dios, que reposan en la Creación y os ayudan, también están en contra vosotros, si no las queréis observar!

No os podéis esquivar del haber que reconocer. Ninguna entre todas las criaturas. Y las leyes son el amor de Dios, que os permaneció incomprensible, porque buscasteis hacer de él algo enteramente diverso de lo que él realmente es.

¡Aprended y reconoced! ¡Mujer, si no despertéis para tu real valor en la Creación y actuéis entonces en acuerdo, el efecto retroactivo de la grande culpa te aplastará, antes que lo presientas! Y tu, hombre, ved finalmente en la mujer aquel gran auxilio, de lo que necesitas y de lo cual jamás puedes prescindir, si quisiereis vibrar en las leyes de Dios. ¡Y honrad en la mujer aquello, para lo que Dios la destinó! La especie de tu sentimiento en relación a la mujer se convertirá para ti el portal que lleva hacia la Luz. Nunca os olvidéis de eso. —

Os profundicéis ahora una vez en todas esas descripciones. Las encontraréis confirmadas en vuestro vivenciar por toda la parte. Tomad esas palabras siempre como base para vuestras observaciones. De esta manera iréis ver mucha cosa totalmente diferente, también reconocer mejor de lo que hasta ahora. Incluso en las cosas más pequeñas eso se manifiesta muy nítidamente. No solamente en la Tierra, sino en toda la Creación.

Tal vez os preguntáis entonces por qué la mujer humana es la parte más sensible. Por eso, pronto os quiero dar respuesta también a ese respecto:

¡La mujer constituye en las separaciones o apartes el puente entre el enteal y el espiritual! Por eso, también la Madre primordial tuvo que surgir primero, antes que otras separaciones pudiesen ocurrir o procesarse.

Y el puente entre el enteal superior más cercano y el espiritual, emanado desde ahí, es siempre la mujer del respectivo plan que se apartó. Por ese motivo ella todavía detuvo en sí una parte especial del enteal superior más cercana de su propio plan, lo que hace falta al hombre.

¡La voz del pueblo también ahí habla nuevamente cierto al constatar que la mujer está más ligada a la naturaleza de lo que el hombre! La mujer está de hecho más ligada a la naturaleza en todos los sentidos. ¡Vosotros, conocedores del Mensaje, sin embargo, sabéis que la expresión ligada a la naturaleza otra cosa no significa sino la ligazón más estrecha al enteal!

¡Así es en el grande hogar de la Creación! Desde eso debéis sacar enseñanzas para vosotros propios y transferirlas sabiamente para la vida terrena. Cómo podéis hacerlo, os diré hoy. Si dejáis de hacerlo, entonces no os adaptáis a la vibrante armonía del hogar, en lo cual sois huéspedes. Y si vosotros queráis actuar diferentemente y seguir otros caminos de lo que aquellos, que la propia Creación os muestra nítidamente, entonces jamás os podrá advenir el éxito, jamás tendrá la legitima alegría, tampoco la paz que tanto anheláis.

Todo habrá que fallar y colapsar, lo que no vibre en el sentido y en las leyes de esta Creación; pues entonces no solamente pierde todo el apoyo, como también cría para sí corrientes contrarias, que son más fuertes de lo que cualquier espíritu humano y resultan siempre por derrumbarlo, así como a su obra.

Os sintonicéis, pues, finalmente en la perfección de la armonía de la Creación, entonces encontraréis la paz y el éxito.

Antes de todo, la mujer falló primero en eso; culpado de eso, sin embargo, es principalmente también el hombre. Pero, evidentemente por eso ni por un milímetro menos la mujer, que absolutamente no necesitaba haberse dejado guiar por él. En eso, cada uno es responsable por sí sólo. El mal principal de todo fue, también aquí, otra vez la subordinación voluntaria bajo el intelecto.

La mujer de la Creación posterior debía formar el puente del enteal hacia el espiritual. ¡El puente de aquél enteal, de lo cual el espiritual de la Creación posterior se desprendió primero! No de aquel enteal, que, tras la separación del ultimo resto del espiritual, bajó aún más, para formar el puente hacia la materialidad, y dar origen a todas las almas de animales.

En el valor de la Creación viene, por lo tanto, en la gradación descendiente, en primera línea la mujer y después el hombre. La mujer de la Creación posterior, sin embargo, falló en eso por completo. No se encuentra en aquél lugar, lo cual la Creación le confirió y determinó.

La grande parte del enteal, no del inferior, sino del superior, la mujer conservó en sí como puente y podía, debía así permanecer accesible a la voluntad de Dios, como el propio enteal, que siempre vibra solamente en la voluntad de Dios. ¡Condición evidentemente era que ella conservase pura la parte enteal, pura para intuir la voluntad divina, las leyes en la Creación!

En lugar de eso, ella abrió ese intuir de modo demasiado rápido y fácil a todos los artificios seductores de Lucifer. Y como la mujer, por su peculiaridad de ligazón con el enteal, es más fuerte en la Creación de lo que la especie espiritual más gruesa del hombre, y con eso determinante, o digamos, dando el tono en el sentido más literal de la palabra, arrastró así, como que a un juguete, el hombre consigo hacia la profundidad.

Por esa razón también ya clamé en mi Mensaje para toda la femineidad, que ella tiene que preceder el hombre en la ascensión; ¡pues ese es su deber, porque yace en su capacidad! No solamente porque con eso rescata la culpa, con que se sobrecargó desde el inicio. Eso es un acto de gracia por si, que recíprocamente es provocado naturalmente por la voluntad de ascensión.

¡La mujer de la Creación posterior pudo, a pesar de su suplemento enteal, caer tanto, porque ella como última de su especie se encuentra más distante de la cercanía de Dios! En compensación ella tenia, en la parte del enteal superior en sí, una fuerte ancla, donde podía asegurarse y de hecho se hubiera asegurado, si esto solamente tuviese sido la voluntad sincera de la mujer para tanto. Pero el espiritual más grueso en ella existente quiso de otra forma. Y la distancia de la cercanía de Dios lo dejó triunfar.

¡La mujer podía caer, pero no necesitaba haber caído! Pues disponía de auxilios suficientes a su lado. Pero ella tampoco aceptó los auxilios, cuando no los utilizó.

Sin embargo, en el Reino del Milenio, hay que ser diferente. ¡La mujer ahora irá cambiarse y vivir solamente en acuerdo a la voluntad de Dios! Será purificada, o sucumbirá en el Juicio; ¡pues recibe la proximidad de Dios ahora directamente aquí en la Tierra! ¡Con eso es anulada cualquier excusa para todo el femenino! ¡Y toda mujer, que todavía no haya obstruido completamente su parte enteal, pecaminosa y criminosamente, tiene que intuir ahora la proximidad de Dios y en ella tonificarse para un mayor fortalecimiento y extraordinario poder! ¡Según las leyes vivas de la Creación! Pero solamente aquellas tendrán ese auxilio natural, las que todavía son capaces de reconocer con gratitud la presión de la pura fuerza de Dios como tal.

Quién, sin embargo, no más pueda tampoco quiera intuirla, ésta secará y no más tendrá por mucho tiempo la posibilidad de todavía denominarse mujer.

Ahora os preguntaréis, naturalmente, cómo puede ocurrir entonces que alguna alma humana pueda se encarnar en la Tierra, alternadamente, una vez como mujer y otra vez como hombre. La solución no es tan difícil como pensáis; pues una verdadera mujer en todos los sentidos nunca se verá bajo la circunstancia de haber que ser encarnada como hombre en la materia gruesa.

Un tal acontecimiento es nuevamente solamente una de las consecuencias maléficas del dominio del intelecto, aun que más extraño pueda parecer.

La mujer terrena, que se somete al intelecto, reprime con eso exactamente su verdadera femineidad. Ésta queda subyugada, una vez que ella constituye su sensibilidad, que es enclaustrada por el intelecto calculista, y con eso hilos del destino se atan de tal manera, que una tal mujer tiene que ser encarnada en la próxima vez como hombre, porque después de tal recalcamiento y enclaustro predomina solamente el espiritual más grueso, y los hilos, en acuerdo a la ley de la Creación, tampoco pueden ser atados de otra manera. Tales cambios de encarnaciones se vuelven entonces necesarios, porque tienen que desenvolver todo, lo que es tocado en el núcleo del espíritu humano. ¡Principalmente la actual imitación antinatural del hombre, por lo tanto, contraria a las leyes de la Creación, por parte del mundo femenino, así como los acentuados trabajos de intelecto, tienen que resultar consecuencias graves para la femineidad, una vez que ahí reside una perturbación de la armonía de la Creación!

Todas ellas pisotean su verdadera femineidad y tendrían, por eso, que alcanzar en la próxima vez la encarnación en cuerpos masculinos. Eso en sí tampoco sería tan malo. ¡Pero a eso se añade la circunstancia de que el alma femenina en esa torsión de su misión en un cuerpo de hombre seguramente puede actuar de manera inteligente, sin embargo solamente físicamente, espiritual y anímicamente nunca será un verdadero hombre! Es y permanece una aberración.

Tales procedimientos en la torsión de la Creación ocurrieron hasta ahora, en el Reino del Milenio, sin embargo, no más será posible; pues entonces todas esas almas femeninas, que enclaustraron su femineidad, no más podrán alcanzar la encarnación en la Tierra, y sí caerán en el Juicio como inútiles entre las masas, que serán arrastradas hacia la descomposición. Todas ellas están perdidas, si no se recuerden aún en tiempo de su misión de femineidad y actúen en acuerdo.

Lo mismo ocurre de manera inversa. El alma de un hombre, que por afeminación se inclinó sobremanera para la especie femenina en su pensar y su actuar, se obligó con eso a sí misma, a través de los hilos formados, a una encarnación posterior en un cuerpo femenino. Pero en tal caso tampoco era posible que tales almas entonces pudiesen convertirse verdaderas mujeres, por les hacer falta la parte enteal más elevada, perteneciente a la femineidad.

¡Por tal motivo, se hallan muchas veces en la Tierra hombres con atributos femeninos predominantes, y mujeres con atributos masculinos predominantes! La especie de sus almas, sin embargo, ambas no son legitimas, pero, sí, torcidas e inútiles en la propia Creación, salvo para posibilidades de reproducción en la materia gruesa.

¡Decisiva y fundamental para toda su existencia es también en este caso la primera resolución del germen espiritual, la cual, además, no ocurre concientemente, pero solamente reside en un impulso interior que despierta! Caso el impulso conduzca hacia la actividad más delicada, entonces está decidida la esencia del germen espiritual para el femenino; pues él retiene o conserva una parte del enteal superior, de lo cual se desliga o aparta. Caso se incline para la actuación más gruesa, activa o positiva, entonces se separa poco a poco totalmente la parte delicada, más fina del enteal superior y queda hacia tras; sí, es repelida naturalmente, de forma que para tal germen espiritual el masculino queda básicamente decidido.

Se cumple también en eso para el espiritual, desde el principio, la garantía de la única decisión libre, que es llamada de libre albedrío.

¡Mujer! ¡Lo que ya dice la palabra en sí como concepto concentrado de lo cual emana pureza, gracia, nostalgia de las alturas luminosas!

¡En lo que de extraordinario, elevado, noble debías también convertirse tu, mujer terrena, y lo qué tu misma has hecho de ti!

¡Ni siquiera puedes intuir que ese a ti tan querido juego social de querer sobresalirse y parecer deseable, que cada palabra, sí, cada mirada en eso, venida del lado masculino, es, en realidad, un insulto a tu dignidad femenina! Mácula de tu pureza deseada por Dios.

Si no hubiese todavía algunas entre vosotros en la Tierra, en cuyas almas todavía es posible el anclaje de la voluntad de Dios, realmente seria mejor que un gesto de la mano de Dios echase esas caricaturas de la femineidad hacia fuera del piso límpido de la maravillosa Creación.

¡Sin embargo, a causa de las pocas fieles, debe la mujer terrena, por la proximidad de Dios, poder acender hacia aquella altura, que le fue destinada desde el principio!

¡Dichosa eres tu, humanidad terrena, tu que no mereces esta gracia y aún así te es permitido recibirla!

¡En el futuro, sin embargo, oriéntate rigurosamente por las leyes de Dios!

¡La pureza de la mujer terrena yace en su fidelidad! ¡Pues la fidelidad es la pureza! ¡Una mujer sin fidelidad es indigna de ser llamada de mujer! ¡E infiel es toda mujer que futilmente hace gracejos con hombres, sea con palabras o con pensamientos! ¡Infiel a sí misma y a su elevada misión en esta Creación, por consiguiente también en la Tierra!

Únicamente la fidelidad permite surgir todas las virtudes en la mujer. ¡No hará falta una única!

¡Así como las personas formaron al respecto de la castidad un concepto unilateral e inerte y, con eso, enteramente erróneo, pequeño, de la misma forma arreglaron para si, en su pensar inferior, también algo desastrado y ridículo al respecto del elevado concepto de la pureza! Formaron de eso una caricatura, una cadena antinatural, que se encuentra en contradicción con las leyes de la Creación, que es totalmente errónea y que solamente da testigo de la estrechez del mezquino pensar del intelecto.

¡La pureza de la mujer humana reside solamente en su fidelidad! ¡Sí, ella es para el ser humano la fidelidad!

Dicho muy claramente: ¡la pureza está corporificada en los seres humanos en la fidelidad! Quién comprenda eso correctamente irá encontrar en eso también siempre el camino cierto y podrá seguirlo, y no empujar la ley de la Creación hacia el margen con contorciones anímicas. Debéis, por consiguiente, intentar aprender a comprenderla correctamente.

¡Pureza es únicamente divina! Por eso el ser humano, como tal, ni siquiera puede tener la pureza en su forma original; pues él es solamente una partícula en la Creación y como tal está sujeto a leyes muy determinadas. ¡La pureza, sin embargo, sólo puede residir en la perfección divina; ella pertenece a esa perfección!

¡Luego, el ser humano ni siquiera puede poseer la pureza en su legitimo sentido, solamente alcanza corporificarla simbólicamente en acuerdo a su especie, por lo tanto, reproducirla en forma modificada en la fidelidad! La fidelidad es, por lo tanto, la gradación de la pureza para los seres humanos. El ser humano coloca en el lugar de la pureza divina la fidelidad. ¡Y, en primera línea y en el sentido más noble, la mujer! ¡Todo cuanto ella hace será puro, apenas ella lo haga en fidelidad! No es diferente con el hombre. ¡La fidelidad es para cada ser humano la pureza!

La fidelidad naturalmente tiene que ser autentica; no puede estar enraizada solamente en imaginaciones. La fidelidad autentica sólo puede vivir en el amor verdadero, nunca en pasiones o fantasía. En eso reside a su vez una protección y también una medida que sirve para exámenes de conciencia.

El ser humano no consigue ser divino y tiene que orientarse según las leyes de su especie. Todo lo demás se convierte una distorsión antinatural, enferma, y es solamente consecuencia de falsas concepciones, de manía presuntuosa, que lo impele a sobresalir a todo costo o a quedarse alejado de su próximo, a ser admirado o, tal vez, a realizar algo extraordinario también ante Dios. Nunca, sin embargo, hay algo de legitimo y natural en eso, pero, sí, es absurdo, es violenta deformación del alma, que resulta también en perjuicios corporales. No reside nada de grandioso o de sublime en eso, solamente muestra una contorción grotesca que es ridícula en la Creación.

El ser humano solamente puede alcanzar prestigio provechoso en la Creación, si permanezca aquello que debe ser, y busque perfeccionar su especie ante ennoblecimiento. Eso, sin embargo, él sólo puede alcanzar cuando vibra dentro de las leyes, y no cuando se coloca afuera de ellas.

¡La fidelidad es, por eso, la virtud más elevada de cada mujer, le permite, también, cumplir integralmente la elevada misión en esta Creación!

Ahora poned atención en esto, seres humanos:

¡El elevado, fino enteal, por lo tanto lo más sensible y delicado, dirige el hogar en la gran Creación! Con eso también es indicado a la mujer su cargo, para cuyo desempeño ella está enteramente habilitada: ¡dirigir el hogar en la existencia terrena, ofrecer patria en el verdadero sentido! ¡Tornar esta Tierra un suelo patrio y armonioso es, en el futuro, la misión de la mujer, a la cual ella puede desenvolver hasta el más alto nivel artístico! ¡En eso reside todo, y todo tiene que recibir su base en eso, si deba prosperar y florecer!

¡El hogar debe convertirse un santuario a través de la mujer! ¡Un templo para la voluntad de Dios! En eso reposa veneración a Dios, si escuchas Su sagrada voluntad en la Creación y orientáis vuestra vida, vuestro actuar en la Tierra en acuerdo a ella.

Y también el hombre, cuya profesión hasta ahora daba exclusivamente solamente pruebas de esclavitud del intelecto, se cambiará por el modo de ser de la mujer, si él es obligado a reconocer en la mujer la indicación para algo más noble.

¡Mirad siempre para el hogar de esta Creación, y sabréis como debéis organizar vuestra vida en la Tierra!

El hombre, sin embargo, no debe quebrar sin consideración el orden de una casa, sea por desacato negligente o por despotismo; pues la actividad de la mujer en el hogar es tan importante cuanto la de él en su profesión. Ella es solamente de especie diferente, sin embargo, no puede ser dispensada. La misión de la mujer en el hogar vibra en la ley de Dios, para la cual el cuerpo terreno advierte insistentemente, que busca en el hogar recuperación, sosiego, alimento y no por ultimo... ¡armonía del alma, que refresca y da nuevo estimulo, nuevas fuerzas para toda la actividad del hombre!

El equilibrio en eso tiene que ser totalmente armonioso. Por eso también la mujer debe respetar el trabajo del hombre y no pensar que solamente su actividad deba ser la decisiva. La actividad de las dos partes debe ser incorporada una a la otra en vibración armónica. Una no debe perturbar la otra.

El hombre, por consiguiente, no debe destruir o perjudicar por egoísmo el orden domestico, pero tiene que ser además servicial, a través de la puntualidad y comprensión creciente, para que todo pueda conservar el ritmo armonioso.

Es eso que podéis y tenéis que aprender de la Creación. En el Reino del Milenio todavía seréis obligados a eso; al contrario jamás podréis subsistir en él. Y quién entonces no pueda subsistir en él, será extinto bajo la ley de la Creación, porque no más continuará merecedor de las bendiciones de la Creación.

¡Vosotros sabéis, el Reino de los Mil Años es desheredación para cada ser humano de esta Creación posterior! Desheredación de su libre albedrío, hasta ahora en ella determinante. Él falló en su actuar y pensar pueril excéntrico y debe, por eso, aprender ahora a obedecer o hundir. ¡A partir de aquel momento, en que la Voluntad de Dios pisó en la Tierra, la voluntad del ser humano, que hasta ahora pudo reinar en ella, le es sumisa, en acuerdo a la ley de la Creación! Nada puede ser cambiado en eso. Ya por esa única razón la voluntad del ser humano ya no es determinante. Eso se muestra ahora rápidamente en la naturaleza, entre los y en los propios seres humanos, como en cada criatura.

El ser humano tiene solamente para sí propio todavía su libre albedrío para decisión, como lo tenia también hasta ahora. En el respectivo poder decidirse él mismo, residía y todavía reside el ejercicio del libre albedrío humano. ¡Tan solamente en el poder decidir! Las consecuencias de todas esas decisiones tomadas por él propio recaen siempre sobre él, quiera o no; y en eso él nunca podrá cambiar algo. Ahora solamente lo alcanzará más rápidamente de lo que hasta entonces.

Para él, la verdadera diferencia entre el antiguamente y el ahora, por la desheredación, reside en el hecho de que antiguamente su actuar y su querer también tenían influencia sobre los acontecimientos en la Creación posterior, en primer lugar sobre los desenvolvimientos de esta Tierra. ¡Eso terminó! La voluntad del ser humano alcanza ahora siempre solamente a él propio, con doble, triple rigor de lo que hasta ahora, y también con una rapidez inesperada, hasta ahora desconocida.

Además de contra sí propio y sus semejantes, él ahora no más puede generar ningún daño; ¡pues todo lo demás, que no es de su misma especie, queda de eso incólume y se encuentra solamente todavía bajo la propia voluntad de Dios, que es más fuerte de lo que toda voluntad de la humanidad en la Creación!

¡Y todos los seres humanos, que ahora no quieran someterse a las leyes de esta Creación, son revoltosos contra su patria, contra su Criador, su Dios! Serán expulsados y destruidos sin piedad por las propias leyes que, fortalecidas por la fuerza de Dios, se vuelven ahora, de modo rápido e invencible, contra todo, que destruye la armonía deseada por Dios.

¡Por eso, observad vuestra patria, seres humanos, aprended a comprender esta Creación posterior! Vosotros tenéis que aprender a conocerla y a finalmente os orientar conforme el orden también aquí en la Tierra, al contrario vosotros estaréis perdidos y deberéis sucumbir.

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