Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


32. Belleza de los pueblos

La Tierra está siendo cercada ahora por la Luz. Se cierra de modo firme un fuerte envoltorio alrededor del globo, para que las tinieblas no puedan huir, y cada vez más fuerte se torna la presión que comprime incisivamente todo el mal, de manera que círculo tras círculo de todos los acontecimientos tiene que cerrarse, para que el fin sea atado al principio. Lanzas de Luz y flechas de Luz atraviesan el aire zumbando, espadas de Luz centellean, y los secuaces de Lucifer son duramente azotados hasta el aniquilamiento.

¡Sagrada victoria para la Luz aquí en la Tierra! Así es la voluntad omnipotente de Dios. Haya Luz por toda parte, incluso entre los errores de la humanidad, para que ella reconozca ahora la veracidad. —

¡Alegraos, pequeño grupo, vosotros que sois elegidos para colaborar en lo inmensamente grande en la fuerza del Altísimo! Vuestro tiempo empezará mucho más temprano de lo que hoy lo imagináis; ¡pues vendrá una vez, inesperadamente, durante la noche! ¡Sed fuertes en la perseverancia, luego, a vosotros os advendrán como que espontáneamente los frutos, los cuales debéis degustar en el alegre actuar como los hijos elegidos de vuestro Señor! La fuerza, que ÉL os dona a vosotros, irá proteger a vosotros en la aflicción y os elevar hacia la más pura alegría que espíritus humanos son capaces de intuir.

A vosotros, el Juicio universal deberá traer la corona, pero no la ruina, una nueva vida laboriosa, llena de paz en la protección del Santo Grial, a lo cual queréis servir con alegre querer en la construcción del Reino de Dios aquí en la Tierra, ayudando a todos los seres humanos, quienes en verdadera humildad se someten a las leyes primordiales de la Creación! En el nuevo Reino, vuestros espíritus serán capaces de vibrar con fuerza encima de toda la materialidad, embelezando todo y rodeados por la Luz. —

El fortalecimiento y el florecer de los fieles es la consecuencia tras la purificación; ¡pues todo el obstáculo deberá ser arrojado hacia lejos conforme la ley divina, aunque éste, en altos llantos, la denomine a la separación de injusta! La Luz, y con eso la justicia, debe destruir sin consideración las sutilezas del intelecto que, iludiendo, enredan hipócritamente incluso el autor, de modo que él, en el pensar, realmente juzga todavía estar con la razón allí, donde él mismo actúa de forma errada.

¡A los portadores de mi Fuerza será posible romper tales esposas con la espada del puro querer, si la mantengan siempre límpida para el servir junto a la humanidad, junto a toda la Creación!—

Para la bendición, también de todos los demás pueblos, se debe iniciar la nueva, la grande era, para que éstos se sientan felices en el suelo a que pertenecen y, correspondiendo exactamente a su raza, alcancen, entonces, el pleno florecimiento, puedan dar riquísimos frutos, esté toda su actuación solamente favoreciendo armoniosamente a la humanidad terrena entera.

¡Así resurgirá la belleza! ¡La Tierra entera se tornará un cuadro de belleza, como si tuviese salido de la propia mano del gran Criador, porque, entonces, los espíritus humanos vibrarán en el mismo sentido y su alegre actuar, cual jubilosas oraciones de agradecimiento, se elevará hacia las alturas luminosas, reflejando allí en el alto toda la armonía de la felicidad, como esta Tierra la muestra!

Pero esa belleza deseada por Dios no podrá surgir, mientras los dirigentes busquen imponer a su pueblo, a su país, hábitos y costumbres extraños, ropas extrañas y estilo arquitectónico extraño, en la ilusión de que así advenga un progreso para su pueblo. ¡Imitación no es soerguimiento, no es ninguna obra propia! ¡Uniformización en la imitación es errada!

¡Ahí, el mejor criterio es el sentido de belleza, que a vosotros es dado para reconocer lo que es cierto y lo que es errado en tales cosas! ¡Entregaos al sentido de belleza original, verdadero, entonces nunca podréis errar; pues que éste está atado a las leyes primordiales de la Creación, es la expresión de un saber todavía oculto de perfección, un infalible indicador de camino para cada espíritu, porque únicamente todo lo espiritual en esta Creación posterior tiene la facultad de, en una muy determinada madurez, reconocer plenamente conciente la verdadera belleza!

Pero también ahí, lamentablemente, ya hace mucho borrasteis la natural intuición, debido al pecado original ahora conocido por vosotros y sus nefastas consecuencias, debido al dominio del intelecto, que en todo ha criado caricaturas. La forma, que él puso en el lugar del concepto de la verdadera belleza, es la tontería de la moda, a la cual vuestra vanidad se sometió con muy buen agrado. ¡Esa locura de la moda sepultó completamente vuestro sentido de belleza para formas nobles y graciosas, lo cual ha sido dado al vuestro espíritu como directriz y como bastón en esta existencia terrena grosera, de manera que con eso debíais perder un fuerte apoyo por culpa propia!

Al contrario, vosotros iríais, en todas las situaciones de la vida y en todos los lugares, intuir, saber siempre inmediatamente dónde algo no está cierto, porque por toda parte, donde vuestro sentido de belleza no puede vibrar alegremente, la armonía severamente condicionada por la ley de la Creación no existe de tal modo como debe ser. Y dónde falta armonía, tampoco hay belleza.

Ved el chino de cartola, igualmente el japonés y el turco. Caricaturas de cultura europea. ¡Mirad para la japonesa que ahora se viste a la europea, y después la mirad en los trajes de su propia tierra! ¡Qué distinto! ¡Cuánto ella pierde en los trajes extraños a su tierra! Para ella es una gran perdida. —

¡Solamente la sobre ascensión de la propia cultura constituye verdadero progreso para cada pueblo! Sí, en todo debe haber ascensión, y ninguna estagnación. Pero esa ascensión en el progreso debe siempre ocurrir en el propio suelo y partiendo de éste, no por la aceptación de cosas extrañas, al contrario nunca constituye progreso. La propia palabra, en su verdadero sentido, rechaza imitaciones. El progreso para un pueblo, pues, sólo puede ser mejoramiento de aquello que ya posee, no, sin embargo, aceptación de algo a él prestado. Aceptar no es progreso, lo cual se muestra en las consecuencias de lo que ya existe; eso ya debería incentivar a la reflexión. Lo prestado o lo acepto tampoco es propiedad, aún cuando si quiere apropiarse de eso. ¡No es adquisición propia, no un producto del propio espíritu de un pueblo, únicamente de lo cual podría enorgullecerse, debe enogullecerse!

Ahí reside también una gran incumbencia para todos los que viven alén-mar: dejar cada pueblo allá crecer en si mismo, completamente por si, a partir de las propias capacidades, que son tan distintas entre los muchos pueblos de esta Tierra. Todos deben florecer según la especie del suelo de lo cual se originaron. Deben permanecer adaptados a ese suelo, a fin de desarrollar en él aquella belleza que vibra armoniosamente con las demás de la Tierra. La verdadera armonía, sin embargo, se origina precisamente de la heterogeneidad, no acaso de la uniformización entre todos los pueblos. Si eso hubiese sido deseado, entonces, habría existido también solamente uno país y un pueblo. ¡Sin embargo, ocurriría en breve una estagnación en eso y por fin un fenecer y morir, porque hace falta la revitalización por la complementación!

¡También aquí contemplad simplemente las flores en las campiñas que, precisamente debido a su diversidad, vivifican y refrescan, si, proporcionan felicidad!

Pero la inobservancia de tales leyes de evolución se vengará amargamente en los pueblos; pues también eso provoca, por fin, retroceso y colapso, jamás ascensión, porque falta ahí toda salubridad. El ser humano no puede oponerse hacia aquellas cosas, las cuales él, como cada criatura, está sujeto, de forma que jamás consigue algo, donde no lleve en cuenta las leyes vivas entretejidas en esta Creación. Dónde actúe en contra ellas y no las observe, él tendrá que naufragar tarde o temprano. Mientras más tarde, es peor. En eso cada dirigente tendrá que arcar con la responsabilidad principal por aquello, que erró debido a su concepción errada. ¡Tendrá que sufrir, entonces, por el pueblo entero, que en su aflicción se agarra espiritualmente a él, de modo firme! —

Repito una vez más: ¡solamente la sobre ascensión de la propia cultura constituye verdadero progreso para cada pueblo! ¡Adaptado al suelo, al clima y a la raza! ¡El ser humano tiene que tornarse enraizado al suelo, en el más puro sentido, si quiera crecer y si espera auxilio de la Luz! Nada de aceptación de hábitos y costumbres de pueblos de índole extraña, de acepciones extrañas. ¡El enraizamiento al suelo es condición básica y garantiza únicamente el saneamiento, la fuerza y la madurez!

¿Por acaso el ser humano no ha todavía aprendido lo suficiente con las tristes experiencias que él frecuentemente provocó con los presentes de su propia cultura a pueblos extraños y después tuvo que vivenciar la decadencia de ellos? Sólo muy pocos fueron llevados a reflexionar a ese respecto. Pero también ese reflexionar, hasta ahora, se ha perdido en la arena y no ha encontrado ninguna base, capaz de firmar una ancla.

Remover el mal, criar una vida nueva, alegre, rica en los países de alén mar es una misión incisiva. ¡La obra es de carácter revolucionario, porque alcanzará, en sus consecuencias, todos los pueblos de la Tierra, beneficiando y saneando, sí, incluso tornando feliz! ¡Sin embargo, ella es necesaria como el primer paso externo, si armonía y belleza deban celebrar resurrección entre eses pueblos de la Tierra! —

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