Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


27. La estrella de Belén

Luz deberá haber ahora aquí en la Tierra, conforme antaño debería haber habido, cuando la estrella de la promesa brilló durante tres noches sobre un establo en Belén.

Pero en aquella época la Luz fue acogida solamente por pocos, cuyos oyentes, según es la costumbre de los seres humanos terrenos, pronto la retorcieron y deformaron, buscaron sustituir cosas olvidadas por ideas propias y, con ello, produjeron solamente una confusión, que hoy debe valer como verdad intocable. ¡Por recelo de que todo eso venga a colapsar, si solamente el menor de los pilares se muestre falso, se combate, se denigre cada rayo de luz que pueda traer el reconocimiento, y, donde no sea posible de otra forma, por lo menos lo tornan ridículo con una malicia, perfidia, que bajo el raciocinio lúcido muestra nítidamente que ella nace del miedo! Sin embargo, un raciocinar lucido es algo raro de encontrarse hoy en dia en la Tierra.

¡Pese a ello, la luz del legitimo reconocimiento ha que alcanzar finalmente a toda la humanidad!

El tiempo ha llegado, en que todo cuanto es enfermizo, que fue inventado por el cerebro humano, será lanzado hacia fuera de la Creación, a fin de que en el futuro no más impida la elucidación de que la Verdad es diferente de lo que las imágenes insostenibles, las cuales la presunción ostensiva y el sentido comercial, la ilusión enferma y la hipocresía criaron del pantano viscoso de mediocridades bajas en la ansiedad por poder terreno y admiración terrenal.

¡Maldición a aquellos ahora, que ante descamino esclavizan millones de seres humanos a tal punto, que hoy, en la época del Juicio, no osan más abrir sus ojos hacia la Luz, pero injurian a las ciegas, apenas cuando llegue a sus oídos algo, que suene diferente de lo que hasta entonces oyeron, en lugar de finalmente escuchar y examinar una vez en su interior si el nuevo no se acerca más de su comprensión de lo que hasta aquí aprendido, si su intuición no se mueve para tornarse una convicción de que algo antiguo no puede subsistir ante el llamado de la Luz, que llega hasta ellos, y debe caer, porque se encuentra en base errada!

Los oídos están obstruidos y, con temor cuidan para que no les llegue ninguna corriente de aire fresco, realmente solamente por pereza y miedo de que ese aire fresco con el saneamiento a ello atado condicione a la actividad del espíritu, la cual exige y obliga al auto esfuerzo. ¡En contraposición al actual dormir espiritual, aparentemente cómodo, lo cual tiene como consecuencia el pesado sueño continuo y con ello concede solamente mano libre a la astucia del intelecto deformado y corrupto!

¡Pero de nada sirve que obstruís los oídos a la nueva Palabra, ni que cerréis los ojos para que la Luz no os ofusque ni os atemorice! ¡Violentamente seréis ahora despiertos de ese triste atontamiento! Sintiendo frío, os debéis encontrar delante la Luz fría, que os desnuda sin piedad de todas las falsas vestimentas. Sintiendo frío, porque la chispa de vuestro espíritu ya no es más capaz de ser inflamada en vuestro interior, para, calentando, unirse desde dentro hacia afuera con la Luz. ¡Es demasiado tarde para eso! ¡Y ese demasiado tarde trae en el endurecimiento la muerte espiritual!

Yo lanzo la Luz en el medio de vuestro actuar y pensar errado, para que rompa las muchas pequeñas mantas que, en esplendor centelleante como oro falso, esconden lo ilegítimo y lo indolente en vuestro interior. Es tan fácil para vosotros creer en cosas increíbles; puesto que para tanto no necesitáis esforzaros para que, vosotros mismos, penséis o examinéis. ¡Precisamente porque tales cosas no están aptas a pasar por ningún examen según las divinas leyes de la naturaleza, debéis simplemente creer, sin preguntar Cómo o Por qué, debéis creer ciegamente, y eso os parece grandioso! Vosotros, que os imaginéis particularmente fieles en esa manera cómoda, pasáis simplemente por sobre todas las dudas, y... ¡os sentís bien, seguros, nobles, devotos y debiendo ser bien-aventurados!

¡Vosotros, sin embargo, con eso no os elevasteis por encima de todas las dudas, pero, sí, exclusivamente pasasteis con cobardía a lo largo! Espiritualmente fuisteis demasiado indolentes para que vosotros mismos hicisteis algo ahí, y preferisteis la creencia ciega a un saber sobre el acontecer natural dentro de la ley de la voluntad de Dios. Y para ello, os ayudaron imaginaciones del cerebro humano. Pues cuanto más imposible, inaprensible es aquello, en lo que debéis creer, tanto más cómodo será también creer en ello literalmente a las ciegas, porque en tales cosas de otra manera ni es posible. Ahí, lo saber y la convicción tienen que ser excluidos. Solamente las cosas imposibles exigen la creencia ciega sin reservas; pues cada posibilidad estimula inmediatamente el pensamiento propio. Donde existe la Verdad, que siempre muestra la naturalidad y las consecuencias lógicas, ahí también se inicia espontáneamente el pensar y la comprensión intuitiva. Cesa solamente allá, donde nada más de natural encuentra, donde, por lo tanto, no existe Verdad. ¡Y solamente a través de la comprensión intuitiva puede algo tornarse convicción, la cual, únicamente, lleva valores al espíritu humano!

¡De esa forma se cierra ahora con todo lo demás en el Juicio también el circulo que se inicia con la noche sagrada en Belén! Y este remate debe expeler lo que es inexacto en las tradiciones, para con eso llevar la Verdad a la victoria. ¡Las tinieblas, que la humanidad creó, serán dispersas por la Luz penetrante!

Todas las leyendas, que al respecto de la vida de Jesús fueron tejidas con el tiempo, tienen que caer, para que ella finalmente surja límpida, de acuerdo con las leyes de Dios, así como de otra manera ni era posible en esta Creación. Vosotros habéis hasta ahora, con vuestros cultos autocriados, renegado de modo crédulo injuriosamente la perfección del Creador, vuestro Dios.

¡Voluntaria y conscientemente Lo presentéis en ellos como imperfecto en Su voluntad! Ya hablé a tal respecto en mi Mensaje, y os podéis retorcer, os virar como queráis, pero subterfugio algun os podrá proteger del hecho de habéis sido demasiado indolentes para pensar por vosotros mismos. ¡No veneráis a Dios, si creéis a las ciegas en cosas, que no se dejan coadunar con las leyes primordiales de la Creación! Al contrario, si creéis en la perfección del Creador, debéis saber que nada puede suceder aquí en la Creación, que tampoco corresponda exactamente a la lógica en las leyes inamovibles de Dios. Solamente en ello podréis venerarlo verdaderamente.

¡Quien piensa de otra forma, duda con eso de la perfección del Creador, su Dios! ¡Puesto que donde aún sean posibles alteraciones o mejoramientos, allí no existe y ni existió perfección alguna! Desarrollo es otra cosa. Este es previsto y deseado en esta Creación. Pero tiene que resultar incondicionalmente como lógica del efecto de leyes ya existentes. ¡Todo eso, sin embargo, no puede provocar tales cosas, como son aceptas por muchos fieles, notadamente al respecto de la vida de Cristo, como absolutamente naturales!

¡Despertad finalmente de vuestros sueños, volveos verdaderos en vuestro interior! ¡Que os sea declarado más una vez que es imposible, según las leyes en la Creación, que cuerpos humanos terrenos puedan nacer sin previa generación de materia gruesa, así como es imposible que un cuerpo de materia gruesa sea elevado hacia el reino de materia fina, después de su muerte terrena y mucho menos aún hacia el reino enteal o incluso hacia el espiritual! Y como Jesús había que nacer aquí en la Tierra, tal acontecimiento estaba sometido también a la ley de Dios de materia gruesa de la generación previa.

Dios debería actuar contra sus propias leyes, si, con referencia a Cristo, tuviese ocurrido conforme las tradiciones propalan. Pero tal Él no puede, porque Él es perfecto desde el inicio y con ello también Su voluntad, que reside en las leyes de la Creación. ¡Quien osa aún pensar diferentemente duda de esa perfección y, por lo tanto, por fin también de Dios! Pues Dios sin perfección no seria Dios. ¡Cuanto a ello, no hay escape! Al respecto de esta certeza tan sencilla, uno espíritu humano no puede hacer sofismas, aunque con ello los fundamentos de tantas concepciones actuales tengan que ser estremecidos ahora. Cuanto a eso, solamente hay sí o no. Todo o nada. ¡Construir un puente aquí no es posible, porque algo por la mitad o incompleto no puede existir en la divinidad! ¡Tampoco en aquello, que se ocupa con Dios!

Jesús fue generado en la materia gruesa, al contrario un nacimiento terrenal no habría sido posible.

Solamente por algunos la estrella fue antaño reconocida como la realización de las promesas. Así por la propia María y por José, que, conmovido, escondió su rostro.

Tres reyes encontraron el camino hacia el establo y ofrecieron regalos terrenales; sin embargo, en seguida dejaron el niño desamparado, cuyo trayecto en la Tierra deberían allanar con sus tesoros, con su poder, para que ningún sufrimiento le adviniese en el cumplimiento de su misión. No habían reconocido totalmente su elevado llamado, pese les haber sido dada elucidación, para poder encontrar el niño.

Inquietud impelía María a dejar Nazaret, y José, que vio su sufrimiento silencioso, su ansiedad, le satisfizo su deseo, solamente para alegarla. Entregó la administración de su carpintería a su ayudante mayor y viajó con María y el niño hacia un país lejano. En el dia-a-dia del trabajo e con las preocupaciones diarias, se les fue borrando lentamente la memoria de la Estrella Radiante, principalmente por el hecho de que Jesús no mostraba nada fuera del común en su infancia, sino que era completamente normal como todos los niños. Solamente después que José, que siempre fue el mejor amigo paternal de Jesús, después de su regreso a la ciudad natal, falleció, que vio, en los últimos momentos terrenales de su traspase, por encima de Jesús, que estaba sólo junto a su lecho de muerte, la Corona y la Paloma. Temblando, fueron sus ultimas palabras: “¡Entonces, eres mismo tu!”

El propio Jesús nada sabia de ello, hasta que se sintió impelido hacia Juan, al respecto de quien fue informado que anunciaba sabias enseñanzas y bautizaba en el Jordan.

En ese acto grueso-material de un bautismo, el comienzo de la misión fue anclado solidamente en la materia gruesa. La venda cayó. Jesús, a partir de ese momento, se volvió conciente de que debería llevar la Palabra del Padre a la humanidad terrena.

¡Toda su vida se desarrollará ante vosotros así, como realmente fue, desnuda de todas las fantasías de los cerebros humanos! ¡Con el remate del acontecimiento, se tornará, en el Juicio, notorio a todos en la victoria de la Verdad, que no más deberá ser obscurecida por largo tiempo! María luchó en su interior con las dudas, que se fortalecieron con los cuidados maternales por el hijo hasta la difícil caminada hacia el Gólgota. De modo completamente humano y no sobrenatural. Solamente allí se le vino finalmente aún el reconocimiento de la misión de Jesús y, con eso, la fe.

Ahora, sin embargo, con el regreso de la estrella, deben por gracia de Dios ser deshechos todos los equívocos, y deshechos también todos los errores de aquellos que, sin actuar por obstinación ni mala voluntad, dificultaron antaño el camino de Cristo y que ahora en el remate llegaron al reconocimiento y buscan reparar lo que descuidaron o erraron.

Ante esa voluntad de reparación, surge con la Estrella Radiante la redención para ellos, libertos, ellos pueden jubilar agradecimiento a aquél, que en sabiduría y en bondad creó las leyes, por las cuales las criaturas deben se juzgar y también se redimir.

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