Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


25. El temperamento

¡Existen personas que utilizan el temperamento como pretexto a muchos de sus errores, incluso ante si mismas!

Tal procedimiento está errado. Quién de esa forma actúa muestra que se tornó solamente esclavo de si mismo. El ser humano es del espíritu, que en esta Creación posterior permanece el autoconsciente más elevado, e influencia, forma y conduce así todo lo demás, no importando si eso está en su voluntad plenamente conciente o si nada lo sabe de ello. ¡El dominar, es decir, el actuar de gran influencia en la Creación posterior, está anclado en la especie del espíritu, de acuerdo con las leyes de la Creación! Por eso, el espíritu humano actúa correspondientemente en ella únicamente a través de su ser, a causa de originarse del reino espiritual. El temperamento, sin embargo, no debe ser atribuido a ese espíritu; pues solamente es producido por irradiaciones de determinada especie de la materialidad, apenas cuando ésta esté totalmente traspasada y vivificada por el enteal, que mueve, calienta y forma toda la materialidad. Es la sangre, de la cual proviene la irradiación.

La voz del pueblo habla, no sin razón, muchas veces al respecto de esta o de aquella característica del ser humano: “¡Está en su sangre!” Con eso, debe ser expresado, en la mayoría de los casos, el “heredado”. Muchas veces incluso es así mismo, una vez que ocurren herencias de materia gruesa, mientras las herencias espirituales son imposibles. En lo espiritual, entra en consideración la ley de atracción de la especie igual, cuyo efecto, exteriormente, trae en la vida terrena la apariencia de una herencia y puede, por lo tanto, ser confundido fácilmente con ella.

El temperamento, sin embargo, viene de la materia y es, por lo tanto, en parte también heredable. Permanece también siempre estrechamente atado a toda la materia. La razón de eso es la actuación enteal. Uno presentimiento a tal respecto se encuentra, también aquí, una vez más en la voz del pueblo, cuya sabiduría surgirá siempre de la intuición natural de aquellas personas, que todavía se encontraban en la Creación de manera no torcida, sencilla y con los sentidos sanos. La voz del pueblo habla de la sangre liviana, de la sangre caliente, de la sangre pesada, de la sangre fácilmente irritable. Todas esas denominaciones se refieren al temperamento, con la intuición correcta de que la sangre representa ahí el papel de mayor relevancia. Es, en la realidad, una determinada irradiación, que se desenvuelve cada vez por la especie de la composición de la sangre y principalmente provoca, entonces, una reacción correspondiente en el cerebro, que a seguir se manifiesta con fuerza en todo el cuerpo.

De esta forma, conforme la composición de la sangre, estará predominando siempre una especie determinante entre los temperamentos de las diferentes personas.

Están ancladas en la sangre sana de una persona todas las irradiaciones, las cuales la sangre, en general, puede producir, con eso, también todos los temperamentos. Hablo siempre solamente del cuerpo terreno sano; pues la enfermedad lleva confusión a las irradiaciones.

Con la edad del cuerpo terreno, se modifica también la composición de la sangre. Con eso, en alteraciones de la edad de la sangre sana ocurre, al mismo tiempo, también correspondientemente una modificación del temperamento.

Además de la edad del cuerpo, sin embargo, cooperan incluso otros factores en la alteración de la sangre, como el tipo de la región y todo cuanto de ella hace parte, por lo tanto, el clima, las irradiaciones astrales, especies de alimentación e aún otros más. Eso actúa directamente sobre los temperamentos, porque estos pertenecen a la materialidad y están, por eso, también estrechamente atados a ella.

Se distinguen, en general, cuatro temperamentos básicos de la criatura humana, según los cuales son designados también los propios seres humanos como sanguíneos, melancólicos, coléricos, flemáticos. En la realidad, sin embargo, existen siete, con todas las gradaciones, hasta doce. Pero los principales son cuatro.

Con el estado de la sangre muy sana, éstos deben ser divididos en cuatro períodos de edad, en los cuales cada composición sanguínea se altera. Como primera, tenemos la edad infantil, correspondiente al temperamento sanguíneo, a la vida despreocupada del momento, en seguida, la edad de los mozos o de las mozas, correspondiente al temperamento melancólico, al estado soñador, nostálgico, a seguir, la edad del hombre y de la mujer, correspondiente al temperamento colérico, de la acción, por último, la edad de la vejez, correspondiente al temperamento flemático de la reflexión serena.

De esa forma es el estado normal y sano en la zona temperada, por lo tanto, no en la zona más extrema.

Cuán intimo todo eso está conectado a la materialidad, actúa en ella de modo análogo, observáis incluso en la Tierra de materia gruesa en las estaciones de la primavera, del verano, del otoño y del invierno. En la primavera, el despertar impetuoso, en el verano, el crecimiento soñador con madurez impulsador, en el otoño, la acción de las frutas, y, en el invierno, el sereno pasar para el otro lado, con vivencias cosechadas para un nuevo despertar.

Incluso pueblos, razas, llevan muy determinadas características de temperamentos comunes. Esto tiene su razón en la región de la Tierra, desde donde se originaron y viven, en la respectiva forma de alimentación, que el suelo condiciona, en la irradiación grueso-material de la misma especie por los astros y, no por ultimo, en la madurez espiritual del pueblo entero. Una población sanguínea aún se encuentra, de forma figurada, en la edad infantil o, retrocediendo en el desarrollo por cualquier circunstancia, ingresó nuevamente en la edad infantil. A esos pertenecen no sólo las alegres criaturas humanas de los mares del sur, sino predominantemente también los latinos. Los melancólicos se encuentran a las vísperas de sus verdaderos hechos, de ellos hacen parte los alemanes y todos los germánicos. ¡Ellos están delante un despertar hacia la acción!

Por eso, la edad de los mozos y de las mozas es también una época del temperamento melancólico, porque solamente con el desabrochar del espíritu en la fuerza sexual se establece su ligazón sin lagunas con las especies de la Creación, con lo que el ser humano entra en esta Creación para la actuación responsable. Enteramente responsable por cada pensamiento, por cada palabra y por cada una de sus acciones; pues todas las vibraciones de eso, ejerciendo presión con plena fuerza, con eso formando, atraviesan las planicies de las especies enteales. De esa manera, se originan mundos en la Creación posterior según aquella especie, en la cual el ser humano produce sus vibraciones.

Si, por lo tanto, una persona es desenfrenada en su temperamento, crea, con esto, nuevas formas enfermas en la Creación, que jamás pueden producir armonía, sino que deben actuar de modo perturbador sobre todo lo que existe.

¡Como el espíritu humano se encuentra en el lugar más alto de la Creación posterior, debido a la especie de su origen, tiene con eso no sólo el poder, sino también el deber de dominar el restante en esta Creación, porque no puede de modo diferente, pero, sí, tiene que dominar debido a su especie!

¡De eso él debe recordarse a todo instante! Él produce constantemente nuevas formas de esta Creación posterior con cada pensamiento individual, cada manifestación de su alma! Tornadlo una vez claro a vosotros, pues vosotros sois, sí, responsables por ello, y todo pende en vosotros, sea lo que sea que forméis en vuestra existencia. El bien os eleva, el mal tiene que os arrastrar hacia bajo, según la ley de la gravedad, que se efectúa incondicionalmente, no importando si vosotros propios sabéis de eso o si ni siquiera os preocupéis con eso. Ella trabaja y actúa alrededor de vosotros en un constante tejer. ¡Vosotros sois, sin duda, el punto de salida de todo cuanto debe ser formado, creado en ese tejer, sin embargo, no conseguís retenerlo ni siquiera por un momento!

Tornad este cuadro por lo menos una vez nítido para vosotros. Debe ser lo suficiente para os ahuyentar de las futilidades, para las cuales de buen agrado sacrificáis, frecuentemente, tanto tiempo y energía, debe causar a vosotros horror delante la manera irresponsable con que pasasteis vuestra vida de hasta entonces, y vergüenza delante de vuestro Creador, que os dió algo tan grande con eso. ¡Pero vosotros no prestasteis atención a eso, jugasteis con esa fuerza colosal solamente de modo nocivo para la Creación posterior a vosotros confiada, la cual podéis transformar para vosotros propios en paraíso, si finalmente queráis!

Ponderad que toda la confusión que vosotros provocasteis en el desconocimiento de esas leyes divinas tiene ahora que os perturbar y aplastar. Que todavía no las conocéis es vuestra culpa. ¡Es para vosotros el más sagrado deber os preocupar con eso, porque vosotros os encontréis en la Creación!

En lugar de eso, el ser humano burló y escarneció de los mensajeros, los cuales podían mostrar a vosotros un camino, que tiene que vos traer el reconocimiento. Sin embargo, sin esfuerzo, no se alcanza ningún premio, eso es contrario a la ley del movimiento continuo en la Creación, que hace parte de la conservación y de la ampliación. Movimiento en el espíritu y del cuerpo. Todo lo que no se mueva, o que se mueva de manera errada, es expelido, porque sólo causa disturbios en la vibrante armonía de la Creación; es expulsado como partícula enferma, que no quiere moverse junto rítmicamente.

Ya os hablé de la necesidad del movimiento continuo como ley.

El espíritu tiene que dominar, quera o no. De otra forma, no es posible, y así él también tiene que esforzarse ahora para, por ultimo, plenamente conciente, dominar espiritualmente, si no quiera causar solamente desgracia. Dominar concientemente, sin embargo, podrá solamente cuando conocer todas las leyes que se encuentran en la Creación, y orientarse de acuerdo con ellas. Diferentemente, no es posible. Sólo entonces llena el lugar, que le fue dado y que él nunca podrá mudar, ni desplazar.

¡De esa forma, el espíritu humano también tiene que estar por sobre los temperamentos, controlarlos y dominarlos, a fin de que haya armonía primero en el propio cuerpo, para después también extenderse benéficamente por sobre el ambiente más próximo, lo que se efectúa formando de manera irradiante en toda la Creación posterior!

La persona, que aprovecha bien todos los cuatro temperamentos, sucesivamente, en las épocas a eso necesarias, ésta, únicamente, se encuentra realmente firme en esta Creación; pues necesita de esos temperamentos para escalar de modo seguro y determinado los escalones de su vida terrena y para no descuidar nada de aquello, que es necesario para la madurez de su espíritu.

¡Temperamentos, bien dominados y bien aprovechados, son como botas buenas en el camino a través de la materia en la Tierra! ¡Da más atención a ellos al respecto de lo que ocurrió hasta ahora! ¡No podéis dispensarlos, sin embargo, tampoco os debéis curvar bajo ellos; pues, al contrario, se convierten en tiranos, que, en lugar de ser útiles, os atormentan y, además, incluso al vuestro ambiente!

Sin embargo, utilizadlos, son para vosotros los mejores acompañantes en el camino a través de la existencia terrena. Ellos son vuestros amigos, apenas cuando los dominéis. El niño se desarrolla mejor cuando es sanguíneo, por esa razón, eso le es destinado por la composición de su sangre. Ésta se altera en la época de la progresiva madurez del cuerpo y lleva consigo, entonces, el temperamento melancólico.

¡Ese, por su parte, es el mejor auxiliador para el período de la madurez! Puede dar al espíritu una orientación rumbo a la Luz, a la pureza y a la fidelidad en aquellos años, en que él es conectado completamente con la Creación y, con eso, interfiere liderando en todo el tejer, en todo el actuar, que ahí se encuentra en constante movimiento. Puede convertirse así en el mayor auxiliador del espíritu humano en la verdadera existencia, de manera más incisiva de lo que él ahora puede imaginar.

Por eso, se debe permitir al niño su alegría natural en el momento que el temperamento sanguíneo a él le brinda, al mozo y a la moza, también aquél sano estado soñador, que frecuentemente les es peculiar. ¡Quien lo destruye, con el propósito de convertir esas jóvenes personas al realismo del ambiente, se convierte en un salteador del espíritu en su camino hacia la Luz! Acautelad de hacer tal cosa; ¡pues todas las consecuencias de eso también recaerán sobre vosotros!

¡Cada hombre de acción necesita de temperamento colérico en forma madurada! En forma madurada, lo digo ahí muy expresamente; ¡pues el espíritu tiene que dominar, impreteriblemente, en los años adultos del hombre y de la mujer, ennoblecer y transfigurar todo, emitir y propagar irradiaciones luminosas para la Creación entera!

En la vejez, sin embargo, el temperamento flemático ya contribuye para desconectar el espíritu lentamente y cada vez más del cuerpo, para abarcar, examinando, más una vez las vivencias de hasta ahora de la vida terrena, a fin de sacar de ellas las enseñanzas como algo propio y así, poco a poco, prepararse para el necesario paso hacia la materia fina de la Creación, lo cual de esa forma a él le será facilitado, como un acontecimiento muy natural, que sólo significa progreso en obediencia a la ley de esta Creación, pero ningún dolor.

¡Por consiguiente, respetad y estimulad los temperamentos, donde podéis, pero siempre sólo en sus respectivas épocas, bajo la condición que no sean tiranos debido a la manera desenfrenada! ¡Quien quiera cambiarlos o suprimirlos destruye los mejores auxilios para el camino evolutivo de la criatura humana terrena, deseado por Dios, perturba también con eso la salud, trae confusión, como también abusos no imaginados, que traen para la humanidad discordia, envidia, odio e ira, sí, incluso robo y asesinato, porque los temperamentos, en su época necesaria, fueron menospreciados y destruidos por el intelecto frío, cuando debían haber sido favorecidos y respectados!

¡Ellos a vosotros fueran regalados por la voluntad de Dios en las leyes de la naturaleza, que son siempre cuidados y conservados para vosotros por los enteales, a fin de facilitar a vosotros el camino del trayecto terreno, si lo seguís en el sentido deseado por Dios! Agradeced al Señor por eso y recibid con alegría las dádivas, que a vosotros son ofrecidas por toda parte en la Creación. ¡Esforzados, en finalmente reconocerlas correctamente!

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