Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


24. El cuerpo terreno

El ser humano usa su envoltorio terreno, de lo cual necesita para la madurez de su espíritu en la materia gruesa, con irresponsable indiferencia e incomprensión. Mientras no siente dolores, negligencia la dádiva, que con eso recibió, y ni piensa en dar al cuerpo lo que este necesite, sobre todo, aquello lo que le sea útil. Presta atención a su cuerpo siempre solamente después que lo perjudicó y por eso siente dolor, o entonces, cuando por él sea impedido de alguna forma en su trabajo diario, en la practica de tantos divertimientos u ocupaciones predilectas.

Ingiere, sí, alimentos y bebidas, pero sin pensar y con frecuencia en exceso, así, como le parezca agradable en el momento, totalmente despreocupado de que con eso perjudica a su cuerpo. A persona alguna ocurre observar cuidadosamente el cuerpo, mientras éste no sienta algun dolor. Pero precisamente la observación del cuerpo sano es una necesidad urgente.

El ser humano debe dar al cuerpo sano aquello de que él necesita, debe observarlo con todo el cuidado, que tiene que se dar a la herramienta más indispensable para la actuación correcta en esta materia gruesa. Puesto que él es, sí, lo más precioso que cada ser humano terreno recibió para su tiempo en la Tierra.

Sin embargo, fijad en la nueva generación, con qué irresponsabilidad pecaminosa descuida del cuerpo, lo maltratando con excesos de la más variada especie.

La culpa principal es, incluso ahí, nuevamente la consecuencia del cultivo del intelecto en el sentido errado. Vosotros podéis reconocerlo de modo nítido y también fácil si realmente estáis dispuestos para ello. ¡Observad una vez los estudiantes, como ellos hoy son y como siempre fueron! Los estudiantes, quienes, entre la juventud, cultivan predominantemente el intelecto en primera línea de modo unilateral, debido a sus estudios. ¡Con que orgullo cantaban y aún hoy cantan sus canciones de los placeres de la vida de estudiante! ¡Orgullosos, con el pecho inflado! Ahí, incluso los mayores agregan siempre de nuevo sus voces con mayor placer.

Si, sin embargo, una vez os indaguéis sinceramente en qué se apoya el orgullo, entonces, debéis examinar el contenido de esas canciones, para descubrir el motivo. En personas que piensan de modo sano, nace ahí una profunda vergüenza; ¡pues esas canciones solo encierran glorificaciones de la embriaguez y del enamorarse, del ocio, del desperdicio de la mejor época de desarrollo en la existencia el ser humano terreno! ¡Precisamente de aquella época, en que los seres humanos deben tomar su impulso para tornarse una criatura humana completa en esa Creación, para una madurez del espíritu, a fin de llenar el puesto, que una criatura, como tal, debe llenar y cumplir en la Creación, según las leyes de su Creador, de su Señor!

¡Las canciones muestran de forma demasiado nítida lo que es considerado como lo más bello y más ideal en una época, en que el ser humano, lleno de gratitud y alegría, debería intuir de modo puro como su espíritu, a través del cuerpo terreno, se pone en contacto con todo el ambiente que lo cerca, a fin de obrar en él conscientemente y con eso plenamente responsable ante su Creador! Donde cada espíritu empieza, a través de irradiaciones de la sexualidad, a enviar su voluntad, formando, hacia muy lejos en la materia gruesa con sus muchas gradaciones.

¡Las canciones, sin embargo, son un grito de escarnio contra las leyes primordiales de la Creación, a las cuales se oponen hasta la última palabra!

En contraste a eso está aquella juventud, que no frecuenta la universidad. Aquí encontraréis también todas las bases más adecuadas para el tratamiento correcto de sus cuerpos terrenos, más sanos y naturales. ¡Bajo la condición que esos jóvenes no practiquen algun tipo de deporte, o se dediquen a la políticas! Entonces acaba también allí todo, lo que sea sensato y sano.

Dondequiera que miréis de modo examinador, habréis que reconocer que el ser humano todavía nada sabe de las leyes de la Creación.

¡El ser humano no hace idea de la responsabilidad, que él tiene que asumir incondicionalmente por el cuerpo terreno a él confiado! Tampoco ve el valor del cuerpo terreno para la posición en la Creación, sino que mantiene su mirada solamente hacia esta Tierra aquí. ¡Sin embargo, para esta Tierra aquí, la importancia de su cuerpo terreno constituye solamente la menor parte!

Y este desconocimiento de las leyes de la Creación permitió que se introdujese errores, los cuales, siguiendo a engendrar, llevan perjuicio a muchas personas. ¡Sobrepasan y contaminan todo!

¡Solamente por eso pudo ocurrir que incluso en todas las iglesias de hasta ahora haya encontrado ingreso la insensata concepción de que el sacrificio por sufrimiento y muerte bajo determinadas circunstancias sea bien visto por Dios! Incluso en el arte, esa concepción errónea se ha anclado profundo; ¡pues la idea muchas veces encuentra en ésta la glorificación de que una persona puede traer “liberación” a otra, ante sacrificio voluntario o muerte por amor!

De esa forma, esa humanidad quedó todavía más confusa.

La ley de Dios, sin embargo, en su justicia imperturbable, no permite que alguien pueda asumir la culpa de otro. El acto hace rolar pura y simplemente una culpa sobre aquél que se sacrifica, que de esa forma fuerza el abreviamiento de su existencia terrena. ¡Él bota en la basura el cuerpo terreno, confiado a él para su necesaria madurez, como un trapo inútil! A eso se añade incluso la ilusión del alma, de que con eso realiza algo grande y agradable a Dios. Aquél, que se sacrifica, se convierte de esa forma doblemente culpado, en la presunción de poder liberar a otro de los pecados. Él, sí, habría actuado mejor implorando perdón solamente para sí, como gran pecador ante el Señor; pues él se clasifica, con eso, a su Dios como un juez injusto, que sería capaz de tal obra arbitraria permitiendo que se negocie con Él.

¡Eso, en la realidad, es aún una blasfemia más! Por lo tanto, la tercera culpa en un tal acto que, absolutamente, contraria ásperamente cualquier sentido de justicia.

¡Es la arrogancia propia, y no el puro amor, que produce obras de esa especie! A las almas, en el más Allá, son abiertos rápidamente los ojos, cuando tienen que sufrir bajo las consecuencias, que sus actos resultaron, mientras que al otro de ninguna manera fue ayudado con eso y, si él conscientemente esperaba por ello, deberá sobrecargarlo solamente aún más.

De esa manera, es una lastima que incluso grandes artistas, en sus obras, se hayan declarado a favor de aquella nefasta ilusión de redención. ¡Un artista sensible debería, pues, rechazarlo, por ser antinatural, por contrariar cualquier conformidad con la ley y permanecer totalmente sin fundamento!

La verdadera grandeza de Dios es así disminuida.

¡Es, por su parte, solamente presunción de la humanidad, que se arroga esperar de la no influenciable justicia de Dios que ésta fuese capaz de aceptar tal sacrificio! Ahí, sí, el ser humano, en el ejercicio de la justicia, coloca su tribunal terreno más alto; ¡pues a su respecto, a él no le llega ese pensamiento!

Con tal actuación, el ser humano muestra menosprecio por el cuerpo terreno, pero ningún agradecimiento por el instrumento de materia gruesa concedido para la madurez, lo cual no puede ser suficientemente observado, mantenido limpio y puro, por ser indispensable para la respectiva vida terrena.

¡Por consiguiente, aprende, ser humano, a conocer bien el cuerpo terreno, para que puedas tratarlo como corresponda! Sólo entonces estarás también habilitado a utilizarlo correctamente, a dominarlo como aquello, que representa para ti en esta Tierra. La primera consecuencia del verdadero dominio de tu cuerpo se muestra en la liviandad y en la belleza de los movimientos, que dejan trasparecer la fuerza del espíritu en armonía con su instrumento.

Para que ahí aprendáis a hacer bien la diferencia, observad las personas que se dedican a alguna especie de deporte. Pronto reconoceréis que solamente el entrenamiento de un cuerpo no resulta también en belleza de los movimientos, por haber ahí demasiada unilateralidad, cuando el espíritu no vibra en conjunto en la necesaria armonía. El paso de los deportistas muy a menudo es todo, menos bonito, el porte, raramente gracioso. ¡El deportista está muy lejos de dominar realmente a su cuerpo!

¡Pues la fuerza viene únicamente del espíritu! ¡El vigor, del cuerpo!

De esa forma, un paso pesado denota peso, pero no fuerza. Un cuerpo mantenido e impregnado por la fuerza del espíritu tiene movimientos flexibles y camina de modo ligero, elástico, no importando si su peso es considerado mayor o menor.

Un paso pesado revela en las personas siempre solamente falta de dominio correcto de su cuerpo por el espíritu. ¡Y el dominio del espíritu distingue una criatura humana de los animales! El animal ahí está sujeto a otras leyes, porque el alma proviene del enteal. Él, sin embargo, cumple esas leyes, vive en armonía del cuerpo con el alma y muestra en los movimientos siempre también una muy determinada especie de belleza, adaptada a su cuerpo. ¡Él tiene, incluso, pese a poseer muchas veces un enorme peso del cuerpo, un paso liviano en contraste con el ser humano!

¡ID al jardín zoológico! Ved los animales y los seres humanos. Observad a ellos de modo muy meticuloso. Las consecuencias de la falta de armonía entre el alma y el cuerpo deben evidenciarse allí rápidamente en todas las criaturas humanas, mientras que los animales son totalmente “naturales”, excepto si alguna enfermedad los impida. Vosotros mismos veréis que el ser humano lleva un modo de vida errado, y no domina a su cuerpo, no vive correctamente en él, encontrándose en total desarmonía en relación a ello.

Así también es con la alimentación y la conservación. ¡El animal jamás sobrealimentará su cuerpo, como lo hacen muchas personas! ¡Se da por satisfecho, cuando no siente más hambre, la criatura humana, sin embargo, en muchos casos, sólo cuando no puede más seguir comiendo! Esta es una gran diferencia, provocada, por su parte, solamente a causa del intelecto sobrecultivado, en el esfuerzo de subjuzgar en eso el sentido natural.

El animal también bebe solamente para saciar la sed. El ser humano, sin embargo, cultiva en sí ilusiones de satisfacción que, en exceso, tienen que traer muchos daños al cuerpo. Aquí solamente vuelvo a señalar hábitos de las agremiaciones estudiantiles, tanto en la bebida como en la privación del sueño, que esas erradas maneras de vida siempre exigen.

No son necesarias aclaraciones adicionales a ese respecto; pues esos procedimientos ya son conocidos lo suficiente como los más tontos. Incluso el más tolerante o el más ignorante en ese tema no puede afirmar que aquello es útil o no le resulte en daños.

Las personas, que en el jardín zoológico caminan por las veredas, para ver a los animales, demuestran nítidamente que debían aprender con esos animales, a fin de estar con sus cuerpos terrenos correctos en la Creación. Ni más se puede llamar a ello de “caminar”; pues solamente pocos de los visitantes son vistos “caminando”. En la expresión “caminar” se halla un concepto de graciosidad y dominio natural. Muchas personas, sin embargo, cojean o se mueven con pasos pesados, totalmente descuidadas o absortas en pensamientos o corren nervosamente, confusas y distraídas. De belleza ahí no hay siquiera una señal. Vedes nítidamente que ellas no prestan atención al movimiento de su cuerpo, sin embargo, lo inhiben en el movimiento natural, debido a su pensar errado y unilateral. Esto es descuido, ya desde la juventud. Mucha omisión ahí se muestra solamente más tarde, pero, entonces, también de modo absoluto. Las consecuencias jamás dejan de venir.

Sin embargo, cuánta belleza ya no está implícita en las palabras: ¡andar, caminar! Mal imaginéis aún el elevado valor que hay en eso. ¡Con toda esa falta de observación de su cuerpo terreno, el ser humano muestra la inmadurez del espíritu! ¡Un espíritu maduro siempre considerará su cuerpo como el instrumento necesario para la obtención de su madurez terrena y, así, no abusará de él de modo insensato! Cuidará de él, de esa forma, como sea útil al cuerpo, y no como sus nervios, frecuentemente excitados, exigen una vez u otra, en la torsión de los conceptos naturales.

Donde la fuerza pura del espíritu sobrepase completamente el cuerpo de materia gruesa y lo domine, allí los movimientos también tienen que evidenciar belleza, porque no puede ser de otra forma. Allí, también los sentidos de materia gruesa son completamente sobrepasados por la belleza, de manera que ennoblecen todo cuanto hacen, sea lo que sea.

¡Belleza y gracia son la expresión de un espíritu humano puro, en todas sus actuaciones, entre las cuales se cuentan también los movimientos del cuerpo de materia gruesa!

¡Mirad alrededor, pues todo a vosotros es mostrado! Si estéis vivos en la Creación, habréis que reconocerlo pronto.

¡Descubriréis de que manera imposible el ser humano actuó ahí hasta ahora, cuán poco reconoció la propia Creación, la cual para él permanece necesariamente su hogar! Nace dentro de ella, sin embargo, quiere siempre se apartar, quiere sobreponerse a ella. Ese extraño deseo jamás lo permite estar firme en ella; pues así no aprende a conocer a su hogar.

¡El cuerpo terreno de cada persona, en todas las cosas, se encuentra atado estrechamente a aquel suelo, del cual se originó! ¡Según la ley de la Creación para toda la materia! Con eso tiene que contar siempre. Y es eso, lo que hasta ahora sólo raramente cumplió. ¡Se juzga libre en eso, y no lo es! ¡Sin embargo, está tan estrechamente atado a eso como el cuerpo de un animal! ¡Ambas las especies corpóreas son formadas por el enteal! En el animal, el ser humano observó todo con exactitud y también lo sabe. ¡Pero a su cuerpo él no quiere someter a la especie igual de las leyes! Y eso está errado.

¡El cuerpo terreno está atado a aquella parte de la Tierra, donde nació! Íntimamente atado está también con todas las estrellas de esa muy determinada parte y con todas las irradiaciones, que a ella pertenecen. ¡De manera amplia, mucho más de lo que podéis imaginar! Solamente aquella parte de esta Tierra da al cuerpo precisamente aquello de que él necesita, a fin de florecer bien y permanecer vigoroso. ¡La tierra también lo da en cada una de sus regiones, siempre en tiempo cierto, de la forma como lo necesitan todos los cuerpos de materia gruesa, que nacieron en esa muy determinada región! ¡Por eso, hierbas y frutas actúan sobre el cuerpo humano de modo más provechoso y edificante, en aquella época, en que la tierra los produce!

El cuerpo necesita de alimentación de ese genero en tales épocas y en aquella región, donde él antaño nació, con la cual queda permanentemente atado.

¡Frutillas en el tiempo de la madurez de las frutillas, manzanas en el tiempo de la cosecha de las manzanas, y así por delante! Así es con todas las frutas, con todas las hieras. Por lo tanto, el tratamiento a través de las hierbas es ventajoso solamente en aquél tiempo, en que las hierbas se hallan en pleno vigor. ¡También para los cuerpos sanos!

¡En eso, el propio enteal ofrece al cuerpo terreno permanentemente diversidad en la alimentación, así como este realmente de ella necesita! ¡Precisamente como el sol, la lluvia y el viento son lo mejor para la actuación sana de la piel! ¡La Creación da al ser humano todo lo que él necesita para su cuerpo terreno, y lo da también en la variación correcta, en el tiempo correcto!

¡Con todos los artificios especiales, el ser humano nunca puede obtener aquello, que la Creación le proporciona espontáneamente!

¡Solamente prestad atención en eso! ¡En esta Tierra, el cuerpo terreno está estrechamente atado a aquella región, donde se encuentra su lugar de nacimiento! Para que él permanezca sano también en una región extraña, conserve el pleno vigor para la actuación terrena, entonces, deberá prevalecer como base de la alimentación de su cuerpo solamente aquella de la región, en la cual él nació. ¡Con cuidado puede, entonces, crear, tal vez un puente, que le proporcione por algun tiempo la completa eficiencia, pero nunca permanentemente! ¡Tiene que volver, de vez en cuando, a fin de buscar siempre nuevas energías! ¡Pese a todo, sin embargo, abreviará con eso su vida terrena!

No es arbitrariedad, o casualidad, que las criaturas humanas terrenas son de estructura y también de color distintos.

¡Las leyes primordiales de la Creación ya las colocan en aquél muy determinado lugar, lo cual, únicamente, le sirve para su madurez terrena! Y las instrumentan también de forma corresponderte.

¡El enteal forma para vosotros vuestro cuerpo terreno, y al mismo tiempo la alimentación para vuestra sustentación! ¡Pero solamente produce efecto uniforme en la determinada región y en el determinado continente! Con vosotros, criaturas humanas, tampoco se pasa de modo diferente de lo que con las plantas y con los animales; pues también vosotros sois un fruto de la Creación, sois solamente criatura, que está y permanece atada estrechamente a la región y a las irradiaciones de aquél continente, desde onde se origino.

¡Por eso, en las transformaciones que ahora ya están se procesando en esta Tierra, deben ser modificados también los cuerpos terrenos, o no podrán subsistir por más tiempo! ¡Ellos se modifican con la alteración de la actuación enteal! Eso tiene como consecuencia también la alteración de las irradiaciones y, con eso, del clima y del desarrollo en la formación y en la manutención de toda la materialidad. ¡Bajo el nuevo rayo de la Luz!

¡Por lo tanto, observad y aprended de cada actuación de la Creación! ¡Es vuestro deber obedecer a las leyes primordiales de la Creación, apenas cuando queráis conseguir aquello, que a vosotros les sirve para provecho y ascensión! ¡Si, además, queráis subsistir en el futuro!

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