Resonancias del Mensaje del Grial 1

de Abdrushin


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Contenido


15. El equilibrio necesario

Debe ahora, aquí en la Tierra, finalmente ser cumplida rigurosamente, en el sentido correcto, también la ley primordial de la Creación del equilibrio, deseada por Dios para la salvación de la humanidad, la cual hasta ahora no solamente ha pasado desapercibida, sino incluso ha sido designada, con vanidosa ceguera, de anticristiana e vil.

La humanidad, con conceptos exclusivamente terrenos, buscó mejorar, ahí, una vez más la perfección de la voluntad de su Criador, también pronto encontró para esa pretensión una manta centelleante. ¡Compasión fue su denominación! Compasión, que nada tiene que ver con la misericordia del samaritano, que antaño Jesús Cristo ha enseñado en la parábola.

¡Misericordia es grandeza de espíritu, compasión es fariseísmo!

La compasión ha sido criada por el intelecto como una caricatura de la misericordia. En la compasión, el ser humano, que la concede, se aplace, se admira, o usa ahí la sagacidad.

El receptor, sin embargo, la exige o espera en muchos casos como algo natural por comodidad y envidia, que puede intensificarse hasta el odio.

¡Todo eso, sin embargo, es contra la ley férrea de Dios, según la cual solamente en el dar puede haber un recibir! ¡Debe haber ahí eterno equilibrio, lo cual, únicamente, produce movimiento, mantiene con eso la salud y el vigor y condiciona el progreso en constante desarrollo, lleva en el verdadero sentido la ascensión y plena armonía! ¡Solamente donde el dar y el recibir se mantengan en completo equilibrio, allá habrá también paz y felicidad! Así es la ley de Dios, que sostiene y beneficia toda la Creación.

Toda disonancia ahí por modificación de esta ley habrá que causar la indolencia del movimiento necesario, inmovilización, retroceso y paralización de todo lo que se encuentra en esta Creación. ¡Con eso, la discordia, la enfermedad, la muerte! Ahí, por su parte, se originan la envidia, el odio, el robo, el asesinato y todo el mal, que se presenta hoy y que aumentará hasta el colapso de toda la esperanza, de todo el anhelo.

¡Ahí tiene que ser procesado, inexorablemente, un cambio de acuerdo con la voluntad de Dios! ¡Exclusivamente el dar condiciona el recibir! ¡Quién no está dispuesto a dar, tampoco debe tener el derecho de recibir, es decir, tampoco le debe ser dado de regalo! ¡Tampoco la Palabra, ésta quiere ser conquistada! En el contrario, es enfermizo y jamás podrá traer bendición, aunque terrenamente pueda parecerlo; ¡pues es contra la ley primordial de la Creación de Dios!

Severo, duro a vosotros os parecerá en el primer momento. Pero es justamente ese el mayor auxilio, que el espíritu humano puede recibir, porque lo obliga aquella actividad, que le es exigida, así como a cada criatura en la Creación. Solamente por la actividad él se desarrolla de acuerdo con la ley, beneficia también el ambiente y se fortalece. En lugar de eso, sin embargo, él ha cultivado hasta hoy, en tantos puntos, solamente la indolencia, que paraliza el espíritu.

¡Por lo tanto, en el futuro nada deberá ser dado, donde no sea ofrecido un valor recíproco, aunque sea solamente a través de una alegría realmente pura! ¡Exclusivamente ahí se encuentra el despertar de todos los espíritus humanos aquí en la Tierra, los cuales, para el restablecimiento y fortalecimiento, necesitan del movimiento correcto, así como los cuerpos grueso-materiales y como todo en la Creación! ¡Sin movimiento constante dentro de la presión ejercida por la Creación en la fuerza de Dios, no hay ningún progreso verdadero, ninguna alegría por la ascensión y ninguna afirmación bendita de toda la existencia!

“¡La Creación en su belleza yace extendida ante ti, ser humano, pero muévete tu también por ti mismo en ella, conquista lo que quieres poseer de ella!”

De esa forma retumba advirtiendo poderosamente de la Luz, como una ley motriz bajo alta presión. Y esta presión será ahora aumentada en el Juicio. ¡Quién no esté completamente dispuesto a emplearla provechosamente, para su bendición y de otros, en actividad infatigable, quién no quiera seguir junto con esa fuerte presión será desmenuzado y triturado por ella, como obstáculo y como perturbador inútil!

Esa ley de la incesante necesidad de movimiento se halla ya desde el inicio en este Universo. El ser humano, sin embargo, en su vanidad, ha introducido la compasión, a fin de que él pudiese ser admirado como donador, y también, por el deber de gratitud, ha criado para si esclavos indignos de la humanidad.

De esa forma, muchos quedaron inertes en la indolencia creciente, convirtiéndose en lisiados de espíritu, que solamente todavía saben envidiar y odiar todo lo que los demás adquirieron. Muévete, finalmente, por ti mismo en el espíritu y sobre la Tierra, ser humano, a fin de que adquieras lo que necesites, que quieras poseer. ¡Toda la facilitación ahí es veneno para ti! ¡A tí te convierte en débil y flaco, conduce para la comodidad acompañado de deseos enfermizos, y, finalmente, para la enfermedad física, para la decadencia espiritual!

¡Movimiento en el equilibrio entre el dar y el recibir se convertirá en mandamiento inexorable del futuro, según la voluntad de Dios! ¡Valle para todas las situaciones en la vida!

¡No hay ningún equilibrio, cuando, a través de algunas determinaciones o leyes, son tomadas las poses de alguien, a fin de, con eso, dar a otros! Es demasiado unilateral y enfermizo, hace falta ahí la vida, porque no vibra en la ley de la Creación. Los gobiernos jamás deben dificultar la propiedad particular, pero, sí, deben favorecerla y protegerla. Tampoco deben, en situaciones difíciles, socorrerse y meter la mano forzosamente en los bolsillos de sus ciudadanos, y disponer de la propiedad ajena, solamente para facilitar el trabajo para si mismos. Pues hace parte de la finalidad principal de un Estado, en primer lugar, la garantía de la propiedad libre y tranquila de sus ciudadanos.

Por si mismos, con sus capacidades, ellos tienen que encontrar el auxilio en las emergencias. Gobiernos y ciudadanos jamás deben ser fundidos en uno sólo, pues son dos cosas distintas, de las cuales cada una tiene que permanecer saludable en si misma, las cuales, sin embargo, tienen que quedar siempre lado a lado, en plena armonía, soportándose mutuamente.

¡Tienen que ser como mujer y hombre en un matrimonio perfectamente saludable, o como la actuación de todo el enteal y espiritual en la administración de la casa de la Creación!

Los ciudadanos de un Estado, ante su manera de vivir, deben celar por la paz, por el bien-estar y florecimiento interno de la casa, los gobiernos deben ejecutar las actividades hacia fuera, para el desarrollo del florecimiento interno y mantenimiento de la paz, ante conexiones con otros Estados y pueblos.

Cada parte, por si, tiene que absorberse plenamente en su actividad, entonces, tampoco se estorbarán mutuamente, pero, sí, se apoyarán.

Si los gobiernos desarrollaran su actuación predominantemente hacia fuera y supieran realmente algo en ese sentido, por lo tanto, también estén capacitados para eso, entonces, como consecuencia de eso, sobrevendrá la paz en el país por si sola.

Para eso, sin embargo, es condición que en los seres humanos se procese una transformación en el espíritu. Así, como ellos han sido hasta ahora y aún hoy son, jamás podrá realizarse el equilibrio saludable, que vibra en las leyes primordiales de la Creación, donde exclusivamente se encuentran la prosperidad y la paz; pues toda la humanidad, con solamente pocas excepciones, se encuentra todavía de modo ignorante ante esas leyes inflexibles, razón por la cual esas leyes no pueden actuar en su beneficio, pero, si, toda la Creación se pone contra ella. La humanidad, sin embargo, es ahí la parte más débil e inevitablemente perdedora, hasta que por ultimo se someta, porque tiene que someterse. Hasta allá, sin embargo, no habrá un verdadero suceso.

Entonces, naturalmente tampoco se puede esperar otra cosa, sino que, dentro del equilibrio, para cada dar debe ser prestada también una compensación de alguna forma. Nadie debe considerar como natural que ese o aquél próximo ejecute algo para él por gentileza, sin que haya que dar por lo menos una palabra buena en cambio. ¡Una palabra, que contiene un valor también para el otro! Que no signifique solamente formalidad.

Estableced orden ahí, seres humanos, y sólo así criaréis un suelo saludable para vosotros, que soportará una buena edificación.

También los así nombrados cargos honorarios son nocivos. Con pocas excepciones son solamente pretexto y puentes para baja ambición, para la manía de dominio y para todos los esfuerzos en el sentido de llamar atención y ser valorizado. No, eso no es lo cierto y tampoco es deseado para la vida comunitaria terrena, toda vez que hace surgir y fomenta solamente cosas enfermizas. Solamente a causa de las pocas excepciones, sin embargo, no deben ser mantenidas tantas cosas, que atraen el mal.

También ahí la ley de Dios debe constituir la base, inalterada, sin primero ajustarla a los deseos de la humanidad y a sus vanidades o debilidades, como siempre ha pasado hasta ahora.

No es amor, ayudar de aquella manera, la cual se ha elegido hasta ahora en la Tierra; pues el amor busca hacer solamente aquello, que constituye verdadero auxilio a los demás.

Dejad soplar vientos frescos, de modo fuerte y puro, a fin de que lo que es blando y tapado sea soplado, y no deis atención si muchas personas enfermamente mal acostumbradas se resfríen fuertemente en el principio.

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