En la Luz de la Verdad

Mensaje del Grial de Abdrushin


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44. El Santo Grial

Muchas son las interpretaciones que se les han dado a los poemas que existen sobre el Santo Grial. Los más serios eruditos e investigadores se han ocupado de este enigma. De entre las cosas que ello ha arrojado hay mucho que posee un alto valor moral, mas todo lleva en sí el gran error de mostrar únicamente un edificar que va de lo terrenal hacia arriba, mientras que lo más importante, el rayo luminoso proveniente de las alturas, se echa en falta; y es este rayo lo único que puede traer vitalidad y esclarecimiento. Todo lo que parte de abajo para ir en busca de las alturas está obligado a detenerse en los lindes de lo físico-material, por muy alto que le sea dado llegar. En la mayoría de los casos, empero, lo que se alcanza a cubrir en condiciones favorables es apenas la mitad de ese tramo. Ahora, ¡¿cuánto no falta de ahí a la verdadera comprensión del Santo Grial?!

Esa percepción de lo inalcanzable del Grial acabó haciéndose sentir en los investigadores. Ello trajo como resultado que estos, en lo adelante, trataran de tomar el Grial como una designación puramente simbólica de algún concepto, a fin de darle así la altura que muy acertadamente veían como necesaria para dicho concepto. Con ello, empero, van hacia atrás en vez de hacia adelante, van hacia abajo en lugar de ir hacia arriba y se desvían del camino verdadero que algunos de los poemas ya encierran. Solo estos permiten vislumbrar la verdad. Pero solo vislumbrarla, puesto que las excelsas intuiciones y las oníricas imágenes de los poetas adquirieron un carácter demasiado terrenal a través del intelecto, que hubo de colaborar en su transmisión. Los poetas le dieron a la transmisión de lo espiritualmente recibido el retrato de su entorno terrenal, a fin de así hacerles más entendible a los hombres el significado de sus poemas, lo cual, pese a todo, no consiguieron, toda vez que ellos mismos no lograron acercarse a la verdadera esencia de la verdad.

Así, las investigaciones y pesquisas que habrían de venir posteriormente recibieron desde un inicio una base precaria, y con ello, se le puso un límite muy estrecho a todo logro que se pudiera alcanzar. Así que no es de extrañar que la gente, en un final, no se pudiera imaginar otra cosa que un puro simbolismo y transmudaran así la redención a través del Grial a lo más íntimo de toda persona.

A las interpretaciones existentes no les falta un gran valor moral, mas no pueden pretender ser una aclaración de los poemas, mucho menos acercársele a la verdad del Santo Grial.

Asimismo, por Santo Grial no se ha de entender el recipiente que el Hijo de Dios usó al final de su trayectoria terrenal, en la última cena con Sus discípulos, y con el cual se recogió más tarde la sangre derramada por Él en la cruz. Dicho recipiente es un sagrado recuerdo de la excelsa labor redentora del Hijo de Dios, mas no es ese Santo Grial que los poetas de las leyendas tuvieron la gracia de celebrar. Dichos poemas han sido erróneamente interpretados por la humanidad.

Estos poemas habían de ser promesas cuyo cumplimiento la humanidad debía esperar. Si la gente los hubiera asimilado de esa manera, de seguro desde hace mucho ya se hubiera encontrado un camino que pudiera llevar un poco más lejos que hasta donde se ha podido llegar. Sin embargo, como están dadas las cosas, todas las interpretaciones estaban condenadas a acabar en un punto muerto, ya que en ningún momento fue posible alcanzar una solución completa y sin lagunas, puesto que, debido a la errónea interpretación existente, el punto de partida de toda investigación descansaba de antemano en un suelo falso. –

Jamás un espíritu humano, así haya alcanzado la mayor perfección e inmortalidad, podrá pararse frente al Santo Grial. Por eso, tampoco será posible jamás que, provenientes de allí, extensas noticias sobre el Grial puedan penetrar en la materia con destino a la Tierra, a no ser a través de un emisario que haya sido enviado desde allí. De modo que para el espíritu humano el Santo Grial siempre habrá de ser un eterno enigma.

El hombre no debe ir más allá de aquello que le es posible comprender espiritualmente y, por sobre todas las cosas, ha de tratar de cumplir y de llevar a su más noble florecimiento a aquello que está dentro del marco de sus posibilidades. Desgraciadamente, empero, él gusta siempre de, a través de sus deseos, estirar la mano hacia cosas que están mucho más allá, y no desarrolla sus verdaderas facultades, con lo cual comete una negligencia que no lo permite alcanzar siquiera lo que puede lograr, mientras que lo deseado por él siempre habrá de permanecer fuera de su alcance. Así, se priva a sí mismo de lo más bello y más excelso de su existencia y lo único que consigue es el fracaso total del cumplimiento del propósito de esta existencia suya. – – –

Parsifal es una gran promesa. Las deficiencias y errores que los poetas de las leyendas han añadido con su manera de pensar demasiado terrenal desvirtúan la verdadera esencia de esta figura. Parsifal es uno con ese Hijo del Hombre Cuya venida fue anunciada por el propio Hijo de Dios25. Con una venda puesta en Sus ojos espirituales, este Enviado de Dios habrá de pasar por las más duras tribulaciones terrenales, como hombre entre los hombres. Ya liberado de dicha venda al cabo de cierto tiempo, habrá de darse cuenta de dónde proviene y de quién es Él, así como también verá claramente cuál es Su misión. Dicha misión habrá de traer, asimismo, una redención de la humanidad que busca en serio, conjuntamente con un severo juicio. Para ello, empero, no se puede coger a cualquier persona, mucho menos habrá de reconocerse en Sus experiencias las posibles vivencias de muchos o hasta de todos los hombres, sino que únicamente una persona bien específica, un elegido, un enviado especial encerrará en sí semejante posibilidad.

En el inmutable orden inherente a toda voluntad divina no existe otra posibilidad que no sea que todo ente, una vez culminada su trayectoria evolutiva y habiendo alcanzado ya su máxima perfección, haya de retornar al punto de partida de su esencia original, y nunca más allá de este punto. Ese también es el caso del espíritu humano. Su origen está en la simiente espiritual que proviene de lo espiritual-sustancial, adonde le es posible regresar en forma sustancial como espíritu consciente una vez que culmine su periplo por lo material, habiendo alcanzado ya la más alta perfección y ganado la pureza viviente. Allí su camino lo podrá conducir, en el más favorable de los casos, a la antesala del Castillo del Grial, el Cual tiene la ubicación más prominente en lo espiritual sustancial y constituye allí la Puerta que da paso a las gradas del Trono, la Puerta que da paso al origen de toda existencia, a Dios Padre, Quien, en Su naturaleza Divina-Insustancial, se cubre a veces de un manto de lo divino-sustancial, tomando así forma. A ningún ser espiritual-sustancial, por muy elevado, puro y resplandeciente que sea, le es posible cruzar la frontera que lo separa de lo divino. Dicha frontera y la imposibilidad de cruzarla son, tanto aquí como en las esferas o planos de la Creación material, algo que reside en la naturaleza de la cuestión, en la diferencia de especie.

Como lo más eminente y más excelso tenemos a Dios mismo en su divinidad insustancial. Algo más abajo, viene, en segundo lugar, lo espiritual-sustancial. Ambos son eternos. Contigua a lo espiritual-sustancial en sentido descendente es que viene entonces la Creación material, la cual, comenzando con la vaporosa materia etérea, se va extendiendo hacia las profundidades a la vez que, dividiéndose en planos o esferas, va tornándose cada vez más densa, hasta finalmente llegar a la materia física, que le es visible al hombre. El plano etéreo de la Creación material es lo que los hombres llaman el más allá. O sea, aquello que está más allá de su capacidad visual de índole terrenal y físico-material. Ambos, empero, forman parte de la obra que es la Creación y no son eternos en cuanto a su forma, sino que están sujetos a la transformación, transformación que tiene como finalidad la renovación y la regeneración.

Ahora bien, en el más elevado punto de partida de la esfera eterna de lo espiritual-sustancial, se alza el Castillo del Grial, el Cual es espiritualmente visible, es tangible, al ser todavía de la misma naturaleza espiritual-sustancial. Este Castillo del Grial contiene un recinto que, a su vez, se encuentra en la última frontera que separa a esta esfera espiritual-sustancial de lo divino; o sea que dicho recinto es más sutil aún que el resto de lo espiritual-sustancial. En este recinto se encuentra, como prenda de la eterna bondad de Dios Padre y como símbolo de Su más puro amor divino, el Santo Grial.

Este Santo Grial es un cáliz en el que un fluido rojo como la sangre se encuentra en un constante bullir y hervir, sin llegar a desbordarse, y todo ello envuelto en la más fulgurosa luz. Solo a los más puros de todo lo espiritual-sustancial les es dado el poder mirar en esta luz. Esos son los Guardianes del Santo Grial. Cuando en los poemas se dice que los más puros de entre los hombres están destinados a ser guardianes del Grial, estamos ante un punto al que el agraciado poeta le ha dado un carácter demasiado terrenal, al no poder expresarse de otra forma. A ningún espíritu humano le es posible entrar a este recinto. Aun habiendo alcanzado su sustancialidad espiritual más perfecta, tras su regreso del periplo por la Creación, no tendría la suficiente sutilidad como para pasar el umbral o, lo que es lo mismo, para pasar la frontera que lo separa de este recinto. Incluso en la más elevada perfección de su sustancialidad, seguirá siendo demasiado denso para ello. Ahora, una mayor sublimación de su ser habría de significar para él una destrucción o incineración total, ya que la naturaleza de su origen no se presta para hacerse más resplandeciente y luminosa, o sea, más sutil; simplemente, no lo soportaría.

Los Guardianes del Grial son seres eternos y puramente espirituales que jamás han sido hombres, son los topes de todo lo espiritual-sustancial. Sin embargo, precisan de la fuerza divina-insustancial, dependen de ella, como todo depende de lo Divino-Insustancial, del origen de toda fuerza, de Dios Padre.

De vez en vez, en el día de la Santa Paloma, aparece la Paloma sobre el recipiente, como símbolo reiterado del inalterable amor divino del Padre. Se trata de la hora que trae la conexión y la renovación de la fuerza. Los Guardianes del Grial la reciben en humilde devoción y pueden después transmitir esa maravillosa fuerza que han recibido.

De ello depende la pervivencia de la Creación entera.

Se trata del momento en que, en el Templo del Santo Grial, el amor del Creador se derrama, radiante, con miras a un nuevo ser, a un nuevo impulso de hacer, impulso que se esparce en sentido descendente por todo el Universo. Ello va acompañado de un estremecer que recorre todas las esferas, de una sagrada trepidación originada en el gran regocijo y la alegría que trae el vislumbrar lo formidable del momento. Sólo el espíritu del hombre terrenal se mantiene al margen y no se da cuenta de lo que le está aconteciendo en ese instante y de lo inconmensurable de ese regalo que recibe con indiferencia, pues su autolimitación por medio del intelecto ya no le permite entender semejante grandeza.

Se trata del momento del flujo de vida para la Creación entera.

Se trata de la constante y necesaria recurrencia de la confirmación del pacto que el Creador guarda con Su Obra. Si este flujo se interrumpiera algún día, si dejara de tener lugar, entonces todo lo existente habría de marchitarse, envejecer y descomponerse gradualmente. Ahí llegaría el final de los días y sólo quedaría Dios mismo, como al principio. Puesto que sólo Él es la vida.

Ese acontecer ha sido reproducido en la leyenda. Incluso se da a entender, a través de la alusión al envejecimiento de los caballeros del Grial durante el tiempo en que Amfortas ya no descubre el Grial hasta el momento en que Parsifal hace su entrada como Rey del Grial, cómo todo está obligado a envejecer y perecer cuando el día de la Santa Paloma, el día del «descubrimiento» del Grial, no se repita.

El hombre debería perder el hábito de considerar el Santo Grial como algo inconcebible, puesto que Éste existe en verdad. Mas al espíritu humano le está negado el poder verLo algún día, por razón de su constitución. Ahora, a los espíritus humanos sí les es posible recibir y disfrutar de la bendición que fluye del Santo Grial, bendición que puede ser y es transmitida por los Guardianes del Grial. En este sentido, algunas interpretaciones no pueden ser consideradas del todo falsas, siempre y cuando no traten de incluir al Santo Grial en sus explicaciones; son correctas y, al mismo tiempo, no lo son.

La aparición de la Paloma en el día exacto de la Santa Paloma anuncia cada vez la venida del Espíritu Santo; puesto que dicha Paloma guarda una estrecha conexión con Él. Mas esto es algo que el espíritu humano sólo puede entender figurativamente, ya que, por ley natural, al ser humano que ha alcanzado su más alta perfección, en realidad, le es posible pensar, saber y sentir intuitivamente sólo hasta el lugar de donde él proviene, o sea, hasta la especie que es una con la más pura constitución de su origen. Y ese origen está en la esfera eterna de lo espiritual-sustancial. Incluso en el pensar esta frontera siempre le resultará infranqueable. Lo demás jamás conseguirá entenderlo tampoco. Eso es algo tan natural, tan lógico y simple que toda persona es capaz de entender este razonamiento.

Por la misma razón, empero, lo que está por encima de eso es y obligadamente siempre será un enigma para la humanidad.

Por tanto, toda persona que se imagine llevar a Dios en sí misma, o que se imagine ser divina o poder llegar a ser divina está viviendo en una falsa ilusión. El núcleo interior del hombre es puramente espiritual, y no divino. Y en ello radica una diferencia insalvable. El hombre es una criatura, no parte del Creador, como muchos tratan de hacerse creer a sí mismos; es y siempre será una hechura y nunca podrá convertirse en el Hacedor.

Por lo tanto, es incorrecto decir que el espíritu humano proviene del mismísimo Dios Padre y que ha de regresar a Éste. El origen del hombre está en la esfera de lo espiritual-sustancial, y no en lo Divino-Insustancial. Por consiguiente, una vez alcanzada la perfección, sólo le es posible regresar a la esfera de lo espiritual-sustancial. Lo que sí está correcto decir es que el espíritu humano proviene del Reino de Dios, y por tanto, una vez que alcanza la perfección, le es posible también volver a este Reino de Dios, pero no a Dios mismo. El Reino de Dios es la esfera de lo puramente espiritual-sustancial.

El Hijo de Dios se ha convertido en el Mediador entre lo Divino-Insustancial y lo puramente espiritual-sustancial. Partiendo de lo Divino-Insustancial, Él hace Su entrada en lo espiritual-sustancial, como una vez ya hizo Su entrada en la materia. La venida del Hijo del Hombre trae la coronación de la excelsa misión divina del Hijo de Dios. Tras el cumplimiento, el Hijo de Dios regresará por entero a lo Divino-Insustancial, mientras que el Hijo del Hombre asumirá la función de Mediador en Su lugar y se convertirá así en el Líder de los Guardianes del Santo Grial, en el Rey del Grial, que tiene a su cargo el cuidado del Sacro Recipiente.

Entonces el Hijo del Hombre será para el espíritu humano el Alfa y Omega, ya que Él proporciona el principio y el fin para la capacidad comprensiva de aquél; pues a Él le es posible cruzar la frontera de lo Divino-Insustancial y tener así una visión de conjunto.

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