En la Luz de la Verdad

Mensaje del Grial de Abdrushin


1.LIBRO ◄ ► 2.LIBRO
Deutsch
English
Francais
Português
Русский
Український
Italiano
Magyar
Česky
Slovensky
Contenido


22. Formas mentales

Sentaos en cualquier café o cantina y fijaos en las mesas a vuestro alrededor que están ocupadas. Prestad oído a las conversaciones. Escuchad lo que los hombres se tienen que decir. Id a los hogares, observad vuestro entorno más cercano en las horas de descanso, cuando el trabajo ya no apremia.

Consternados, os daréis cuenta de la vacuidad de todo lo que los hombres hablan cuando no pueden hablar de su ocupación habitual. En el momento en que, por una vez, os pongáis a observar con agudeza y seriedad, percibiréis intuitivamente lo vacío de los pensamientos, la opresiva estrechez de la esfera de intereses, así como la espantosa superficialidad, llegando todo esto a causaros aborrecimiento. Los pocos casos excepcionales que os encontréis en los que las palabras intercambiadas en las horas de descanso del quehacer cotidiano estén permeadas del anhelo por la perfección del alma os parecerán solitarios forasteros en medio de una feria.

Es justo en las llamadas horas de descanso que os es posible con mayor facilidad conocer el verdadero ser interior del hombre, después de que el soporte exterior y el terreno particular de su saber dejan de ser relevantes al quedar a un lado su acostumbrada ocupación profesional. Lo que queda entonces es el verdadero hombre. Fijaos en él y prestad oído a sus palabras de forma pasiva. No tardaréis en interrumpir vuestras observaciones, pues éstas se os harán insoportables. Una profunda tristeza os asaltará cuando os deis cuenta de que muchos seres humanos no se diferencian gran cosa de los animales. No son tan obtusos y disponen de una mayor capacidad de razonamiento, pero en lo esencial son iguales a aquéllos. Van por la vida terrenal de manera tendenciosa, como con orejeras, viendo solo lo puramente terrenal. Se preocupan por comer, beber, por acumular bienes terrenales en mayor o menor grado, buscan placeres corporales y consideran toda reflexión sobre cosas que no pueden ver como una pérdida de tiempo, tiempo que, en su opinión, puede ser mucho mejor aprovechado en el «recreo».

Esos no son, ni serán capaces de entender que la vida terrenal, con todos sus placeres y alegrías, viene a ganar verdadero significado cuando uno se familiariza en cierto grado con ese mundo etéreo que es parte de ella y, ya conociendo los efectos recíprocos que nos vinculan con dicho mundo, deja de tener la sensación de estar a merced del azar. Semejante posibilidad la rechazan por completo, en la errónea asunción de que, si de verdad existe un mundo etéreo, éste sólo puede traernos sustos y molestias tan pronto nos ocupemos con él.

Ni les pasa por la mente que es a través de la aspiración a ascender que toda la vida terrenal viene a cobrar verdadero valor y que con ello todos los gozos y placeres terrenales se ven permeados del más espléndido calor vital. Éstos no son necesariamente echados a un lado; al contrario, aquellos que aspiran a lo alto y a lo puro y que buscan de verdad ganan, como el más primoroso efecto recíproco, una ardiente afirmación de la vida que a menudo desemboca en un gozoso entusiasmo por todo lo existente y lo que aquélla ofrece.

¡Necios son esos que dejan pasar de largo semejante oportunidad! ¡Son cobardes a los que siempre les será negada la magnificente alegría de poder avanzar corajudamente!

¡Regocijaos de que todo vive a vuestro alrededor, e incluso más allá, en la vastedad de campos aparentemente inconmensurables! Nada está muerto, nada está vacío, pese a las apariencias. Y todo opera y trabaja sobre la base de la ley del efecto recíproco, en medio de la cual estáis situados como hombres que sois, para formar nuevos hilos y guiarlos, en calidad de punto de partida y meta final. Poderosos monarcas sois, y cada uno de vosotros construye su propio reino, el cual habrá de encumbrarlo o de sepultarlo bajo sus escombros. ¡Estad alertas! Usad el poder que os es dado en pleno conocimiento del formidable acontecer, para que no engendréis aberraciones como habéis hecho hasta ahora en vuestra necedad, vuestra terquedad o incluso vuestra pereza, para que no engendréis abortos que tapen lo sano y lo bueno como la mala hierba y acaben llevando al propio artífice a tropezar y caer.

El entorno etéreo más inmediato del hombre puede ya de por sí contribuir mucho a encumbrarlo o a hundirlo. Se trata del particular mundo de las formas mentales, cuya vitalidad constituye tan solo una pequeña parte del gigantesco engranaje de la Creación entera. Sus hilos, empero, penetran en el plano físico-material, así como también en aquello que se encuentra más allá y que es de naturaleza más etérea; igualmente, empero, penetran en las profundidades, en el reino de las tinieblas. Todo está entrelazado y entretejido cual inmensa red de arterias o de prolongaciones nerviosas, y ello de manera irrompible e indisociable. ¡Tened esto presente!

A algunos agraciados les es posible, una que otra vez, ver una parte de ello y tan solo adivinar otra buena parte. Es así como mucho de ello ya ha llegado a conocimiento de la humanidad. Los hombres han tratado entonces de tomarlo como base para trabajar en aras de formarse una idea completa. Mas dicho proceso no ha tenido lugar sin sus lagunas y sus errores. Muchos investigadores en el terreno de lo etéreo acometieron saltos que necesariamente habían de hacer perder la correlación entre una cosa y la otra. El resultado fue la burla justificada, que, apoyándose en lo ilógico de lo que ofrecían los presuntos investigadores, había de salir victoriosa.

Y ya que se va hablar de este tema, lo primero que hay que hacer es trazar una línea a través de todo el acontecer en la Creación, en la cual le sea posible al espectador hallar un sostén y mediante la cual pueda trepar a las alturas. Muchos sucesos que le resultan incomprensibles tienen su punto de partida en el mismísimo entorno inmediato. Un vistazo en el mundo de los pensamientos debería por fuerza ayudarle a entender muchas cosas que hasta ahora le han parecido inexplicables. Incluso a la hora de juzgar muchos casos en el ejercicio de la justicia, se hallaría como verdaderos artífices y se llamaría a contar en primer lugar a personas que nada tienen que ver con los inculpados por los ejecutores de esta justicia. La clave al efecto está en la conexión del individuo con el mundo de las formas mentales, el cual es el que se encuentra más próximo a la humanidad terrenal. Hay que decir que, en el caso de muchos, es una bendición que lleven una venda que no les permita ver más allá de lo que sus ojos corporales son capaces de captar. La naturaleza de las formas mentales actuales los asustaría. Un horror paralizante se apoderaría de muchos que hoy en día van por la vida desprovistos de escrúpulos y en actitud ingenua o incluso frívola. Puesto que, como todo en el mundo etéreo, cada pensamiento generado adquiere inmediatamente una forma que personifica y representa el verdadero sentido de este pensamiento.

A través de la voluntad concentrada de un pensamiento acabado, la fuerza creadora viviente que recorre el ser interior de los hombres aglomera sustancia etérea y, ligándola, la moldea en una forma que expresa la voluntad de dicho pensamiento. O sea que se trata de algo real, de algo vivo, que entonces, debido a la ley de atracción de las especies afines, atrae lo que le sea afín en el mundo de los pensamientos o se deja atraer por ello, todo dependiendo de la fuerza que posea. Conforme a cómo un pensamiento, al surgir, sea percibido simultáneamente en la intuición, de forma más intensa o más débil, así habrá de ser la vida que el ente etéreo de dicho pensamiento lleve en su interior. Este mundo de los pensamientos está densamente poblado. Por medio de la recíproca fuerza de atracción, se han llegado a constituir verdaderos centros de congregación, de los cuales, gracias a la fuerza concentrada en ellos, emanan influjos sobre los hombres.

Ante todo, sobre aquellos que se prestan a ello por razón de su naturaleza afín, o sea aquellos que llevan en ellos algo similar. Esos se ven así fortalecidos en su respectiva voluntad y estimulados a nuevas creaciones de entes similares, los cuales hacen su entrada en el mundo etéreo actuando conforme a su especie.

Pero también otras personas que no cuentan con dichas propiedades pueden verse hostigadas por semejantes entes y resultar poco a poco atraídas por estos, en caso de que los referidos centros de congregación ganen fuerza insospechada al recibir influjo constantemente. De ello solo estarán protegidos aquellos que posean atributos diferentes en un mayor grado, con lo cual se hace imposible una conexión con lo que no es afín.

Mas en la actualidad, por desgracia, son el odio, el celo, la envidia, la lujuria, la avaricia y todos los otros males los que, gracias a una mayor cantidad de adherentes, cuentan con los más grandes centros de congregación de fuerza en el mundo de las formas mentales. Menos tienen la pureza y el amor. Por esa razón, el mal gana en expansión a una velocidad siniestra. A ello se le añade el hecho de que estos centros de congregación de fuerza de las formas mentales obtienen, a su vez, conexión con las esferas afines de las tinieblas. De ahí son especialmente atizados a una actividad cada vez más intensa, de manera que, al dar curso a dicha actividad, son capaces de causar verdaderos estragos entre los hombres.

Así que bienaventurada habrá de ser la hora en que los pensamientos del puro amor divino vuelvan a ganar mayor espacio entre los hombres, a fin de que en el mundo de las formas mentales se desarrollen fuertes centros de congregación de la misma especie que puedan recibir influjo de las esferas más luminosas, con lo cual no sólo les dispensarán refuerzos a aquellos que aspiran a lo bueno, sino que también ejercerán poco a poco una acción purificadora sobre corazones más oscuros.

Mas en este mundo etéreo se puede observar otra actividad más: A través del deseo de los artífices de las referidas formas mentales, éstas son dirigidas hacia personas determinadas a las que entonces se pueden adherir. Si dichas formas mentales son de naturaleza pura y noble, se convierten en un embellecimiento para la persona a la que van dirigidas, refuerzan en el entorno de ésta la protección de la pureza y, en caso de que exista semejanza con las intuiciones interiores de la persona en cuestión, pueden encumbrarla aún más y fortalecerla con miras a la ascensión. En cambio, los pensamientos impuros habrán de manchar a la persona a la que van dirigidos, exactamente de la misma forma en que un cuerpo físico se ensucia cuando le lanzan fango e inmundicia. Si la persona devenida en blanco de esa manera no cuenta con un firme anclaje interior con los centros de congregación de las corrientes luminosas, puede darse el caso de que su sentir intuitivo se ofusque con el tiempo debido a estos pensamientos inmundos de los que ha sido blanco. Esto es posible producto de que esas formas mentales de carácter inmundo que se han adherido son capaces de atraer especies afines, con lo cual, ya reforzadas de la forma descrita, van emponzoñando poco a poco los pensamientos de la persona así rodeada.

Como es lógico, el grueso de la responsabilidad recae sobre aquellos individuos que han engendrado los pensamientos impuros y, por medio de sus deseos o sus apetencias, los han dirigido a la persona en cuestión; pues las formas mentales permanecen ligadas al artífice, ejerciendo sobre éste el efecto correspondiente.

Es por eso por lo que una y otra vez se les ha de exhortar a quienes buscan en serio: «¡Cuidad de la pureza de vuestros pensamientos!». Concentrad todas vuestras fuerzas en ello. No podéis sospechar lo que creáis así. En ello radica algo formidable. De ese modo, podéis obrar como fuertes guerreros, como precursores de la Luz y, por consiguiente, de la liberación de vuestros semejantes de las enredaderas de los sembrados venenosos en el mundo de las formas mentales.

Si ahora a alguien se le retirara la venda de los ojos, de manera que pudiera ver en el entorno etéreo inmediato, lo primero que observaría, asustado, sería un turbulento tumulto capaz de infundirle pavor. Pero esto sólo hasta que se dé cuenta de la fuerza que hay en él y con la cual le es posible abrirse camino como con una afilada espada; sin esfuerzo alguno, sólo con su voluntad. En cientos de miles de variantes se revelan ante él estas formas mentales, mostrando todas las configuraciones posibles y, para el ojo humano, a menudo imposibles. Mas cada una posee rasgos distintivos marcados, evidenciando y viviendo exactamente lo que ha sido la volición propiamente dicha cuando se engendró el pensamiento; sin afeites y desprovisto de todo manto artificial. Pero pese a los miles de tipos distintos en que se manifiestan, uno no tarda en reconocer, con el tiempo, la esencia de cada forma mental, es decir, pese a las diferentes configuraciones, uno sabe a qué categoría pertenece cada forma.

Así como uno puede diferenciar al hombre del animal por los rasgos faciales o incluso reconoce las diferentes razas humanas por su fisonomía, del mismo modo las formas mentales presentan expresiones bien definidas que indican con claridad si la forma es de odio, de envidia, de lujuria o si pertenece a alguna otra clase básica. Cada una de estas clases básicas posee su sello particular, un sello que cada forma mental tiene impreso y que constituye la base de las propiedades personificadas por ella, independientemente de la configuración exterior que dicha forma haya adquirido a través del pensamiento que la generó. De modo que, pese a las más extravagantes desfiguraciones de una forma –llegando hasta las más aborrecibles deformidades–, es posible reconocer de inmediato a qué clase básica pertenece aquélla. Con dicho reconocimiento, el tumulto aparentemente turbulento deja de tener ese aspecto.

Uno ve el inmutable orden y severidad de las leyes que recorren la Creación entera y que, cuando uno las conoce y se pliega y se somete a su funcionamiento, confieren una invaluable protección y traen grandes bendiciones. Pero, como es natural, aquel que se opone a estas leyes resulta atropellado y, de no ser echado por tierra y triturado, experimenta al menos drásticos pulimentos que, trayéndole dolor y amargas experiencias, lo van moldeando hasta que se avenga a la corriente de las leyes y ya no represente un obstáculo. Sólo entonces puede ser transportado a las alturas.

Estas formas mentales no sólo repercuten retroactivamente sobre la humanidad, sino que van más allá; ya que entre todo aquello que pertenece al mismo mundo etéreo del entorno inmediato se encuentra también la mayor parte de los seres de la naturaleza. A aquel que ya haya aceptado el hecho de que todo vive y de que, por consiguiente, todo asume formas, ya resulten estas formas terrenalmente visibles o no visibles, no le va a ser difícil imaginarse que también las fuerzas de la naturaleza presentan formas. Entre estas se cuentan seres ya vistos por muchos –antes más que ahora–, como los gnomos, los elfos, las sílfides, las ondinas, etc., seres de la tierra, del aire, del fuego y del agua. Estos son influenciados por las formas mentales. Y así sucesivamente. Una cosa enlaza con la otra, como en el engranaje de un mecanismo cuyo perfeccionamiento ha sido llevado a su máxima expresión.

En medio de todo este engranaje, empero, se encuentra el hombre, pertrechado con los medios para especificar la naturaleza del tejido que habrá de nacer del operar en la Creación, los medios para ajustar el engranaje en diferentes direcciones. Cobrad conciencia del carácter inconmensurable de esta responsabilidad; ya que todo se desarrolla en el estrecho círculo de vuestra proscripción terrenal. No hay nada que se salga de ahí, de acuerdo a la sabia disposición del Creador. Antes bien, todo retorna sobre vosotros mismos. Con vuestros deseos, vuestro pensar y vuestra volición, a vosotros os es posible emponzoñar este mundo y el más allá de esta Tierra o, ejerciendo una acción purificadora, encumbrarlo hacia la Luz. ¡Por eso, tomad las riendas de vuestro destino, de manera que éste conduzca hacia arriba por medio de la pureza de los pensamientos!

Mensaje del Grial de Abdrushin


Contenido

[Mensaje del Grial de Abdrushin]  [Resonancias del Mensaje del Grial] 

contacto